Yala Smith
—No es solo en la suite presidencial donde tenemos infiltraciones, señorita, desafortunadamente también en otras instalaciones del hotel —él habla con pesar.
Masajeo mis sienes sintiendo ya un leve dolor de cabeza, creo que mi presión va a bajar, porque cierro mis ojos sintiendo todo girar.
—No lo puedo creer —hablo poniendo la mano en el pecho.
—Señorita Smith, ¿está bien? —pregunta preocupado.
Niego con la cabeza.
—¿Qué sientes? Voy a llamar a un médico —pregunta casi desesperado.
Niego con la mano para que no salga de la oficina.
—No necesito un médico ahora, puedes estar tranquilo, es solo la presión de esta situación caótica con la que empezó el día, pero aún así no puedo creer que tengamos más problemas graves —hablo después de calmarme. —Por favor, continúa dándom
