- ¡Me alzó en brazos y corrió por entre la lluvia de rocas! ¡Es el príncipe de los cuentos de hadas! La niña que había sido rescatada por Eber estaba contando su anécdota a sus padres, mientras le atendían la rodilla herida en el hospital. El príncipe, por su parte, vigiló que cada niño estuviese junto a sus padres. También contactó con la reina para que fuera a buscarlo. - Lamento todo esto – le dijo Eber a su esposa – había antenas en la cueva y uno de los bandidos nos lanzó una granada. Tuve que priorizar el rescate de los niños y dejarlos marchar. - Lo importante es que estén a salvo – le dijo Panambi – iremos enseguida a buscarte. Ten paciencia. El oficial a cargo de cuidar el pueblo se acercó a Eber para que éste diera su testimonio de los hechos. Cu