A la mañana siguiente, Brett decidió realizar su inspección. Eber quiso acompañarlo, pero el joven príncipe se negó diciéndole: - No querrás que nuestra esposa se quede sola. ¿O sí? Además, me acompañarán los caballeros Luis y Zafiro, así es que estaré bien. - ¿Es por lo que te dije ayer? – preguntó Eber. Brett no respondió a su pregunta. En su lugar, le dio un par de palmadas en el hombro y, con una media sonrisa, le dijo: - Que sea el esposo oficial de la reina no me hace ser su verdadero amor. Aprovecha mi ausencia para enamorarla y, quizás, prefiera otorgarte el rol de esposo favorito. - ¿Estás seguro, Brett? – preguntó Eber, mirándolo seriamente. - Nunca antes estuve seguro en toda mi vida. Eber tragó saliva. Aunque estaba dispuest