Nos sentamos hablando sobre la pelea de boxeo que planeábamos ir a ver el próximo fin de semana en la ciudad local donde Manuel pelearía, los ojos de Dan se movían de un lado a otro, mirando la pista de baile, observando a su nuevo enamoramiento bailando con sus amigas.
Se reían mientras imitaban movimientos de baile, lo que me hizo sonreír para mí mismo, asegurándome de no ser descubierto nuevamente, sabiendo que era poco probable que me saliera con la mía nuevamente.
La rubia se unió, pero parecía más torpe que sus tres amigas, como si careciera de confianza, aunque no podía entender por qué, era deslumbrante, alta, con piernas que parecían interminables, curvas en los lugares correctos y rasgos hermosos y suaves en su rostro, enmarcados por sus ondas de cabello rubio miel que, bajo la
