Layla corrió a su antigua casa y casi lloró de felicidad al ver su tía y prima totalmente bien. Se sorprendieron al ver a la joven ahí y se unieron en un ansiado abrazo. Layla se sentía tranquila y no podía contener la alegría que sentía. -¿Qué te pasó? Te notó pálida jovencita y estás más delgada, sin mencionar tu yeso. -murmuró su tía y ella sonrío. -Caí por la escalera y fracturé mí muñeca. -mintió.- Tenemos que hablar tía, hay muchas cosas que no sabes. -Pues pasa cariño, preparé un poco de chocolate caliente. Layla asintió y las siguió a adentro. Se sentaron en el pequeño y cálido comedor, la castaña se sentía nerviosa y quizás hasta algo temerosa, sabía que lo que le iba a contar su familia no era algo bueno y podían tener diferentes reacciones, en especial su tía. -Cuéntame L