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1040 Words

Conducir con una muñeca enyesada no era sencillo, pero Layla podría soportar las dos horas de manejo hasta su pueblo, su tierra natal. Estaba nerviosa y le dolía el cuerpo de lo tensa que estaba. Tenía miedo, miles de escenarios pasaban en su mente y claramente eran los peores. Esperaba llegar a tiempo para alertar a su tía y sobre todo para contarle le verdad, porque su tía no sabía y estaba segura que ni siquiera imaginaba el infierno que vivía. Tampoco imaginaba que su sobrina, la que crió con tanto pesar y cariño, había sido en su momento una adicta. -Dios ayúdame. -susurró conteniendo las lágrimas. Estaba segura que esas lágrimas que retenía eran las últimas que le quedaban en su sistema y no le extrañaría deshidratarse. Miró el asiento del copiloto por un leve momento y notó una

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