Devina iba a comentarle algo divertido acaecido a su padre en circunstancias similares, pero justo a tiempo recordó que se suponía que era norteamericana, y con deliberación hizo dos o tres comentarios pronunciando las palabras como lo habría hecho Nancy-May. Terminaron de comer y Galvin Thorpe se reclinó en el asiento diciendo: —¿No late su corazón con intensidad ante el pensamiento de lo que le espera? —Estoy ansiosa por conocer el Castillo Milnthorpe— contestó Devina. —¿Y a su propietario también? Sin duda debe ser interesante conocer a un Duque... sobre todo cuando usted intenta casarse con él. —Ya le he dicho antes señor Thorpe, que no tengo deseos de... discutir esas... cosas. —Pero debe pensar en ellas. Y yo quiero que piense con mucho cuidado, y con objetividad, sobre su mat