CAPÍTULO 8 Un sueño del cual me va a costar despertarme.

1221 Words
Isabela Llego a mi trabajo feliz, emocionada, como hace mucho tiempo no lo estaba. Pensar en Bryce me llena de alegría, me siento demasiado afortunada porque un hombre como él se haya fijado en alguien como yo. Aunque sea un pequeño sueño, lo quiero disfrutar. No recuerdo cuándo fue la última vez que me sentía así de ilusionada. —¡Llegas tarde, Isabela! ¿Qué te crees? ¿Que eres la dueña del lugar? ¡Muévete! Y esta es la última vez que llegas tarde, a la próxima llamaré a tu madre y te echo de aquí a patadas —como siempre, mi tía Fanny es exasperante, pero ni siquiera ella va a borrar lo que siento en este momento. —Llámala si quieres, no tengo problema. A decir verdad, si pudiera, dejaría este mugroso trabajo con el que tanto me explota. Pero muy pronto, apenas tenga un nuevo empleo, me largaré de aquí —le respondo. Todos los días enfrento constantes problemas con mi tía. Ella abusa de mí en cualquier sentido, me maltrata, me hace trabajar largas horas sin paga extra. Así va por la vida. Comienzo a trabajar con todo el amor del mundo, porque si algo está claro, es que los clientes no tienen la culpa de mis problemas. Ellos son quienes me dejan propinas que me ayudan a llenar la cesta en mi hogar. Ese día está siendo bueno, y lo es aún más cuando veo un mensaje en mi teléfono. — ¡Preciosa! Me encanto el beso de hoy, pero muero por verte de nuevo, no me resisto a tus encantos ¿puedo pasar a recogerte? – ese mensaje desordeno totalmente mi día, me sonrojé y sonreí como si me lo estuviera diciendo en persona, pero era lunes, salía temprano y debía ir a casa a ayudar a Loren con los niños pequeños. Lo dejo por unos minutos sin responder, y cuando tengo un rato libre le escribo. —Por hoy fue suficiente, tengo una familia que cuidar, posdata: también me encanto el beso – no se tardó más de un minuto en enviarse el mensaje cuando ya tengo uno de vuelta. —Está bien, pero eso no quiere decir que no te vaya a extrañar. Hasta una próxima vez, besos —en ese momento me quedo pensando: "¿Cuándo será nuestra próxima vez?". Me muerdo los labios y aprieto mi teléfono. Vuelvo a la realidad gracias a los gritos de mi tía. Por fortuna, ese día pasó demasiado rápido. Gracias a mi cita matutina, los besos y los mensajes de Bryce ya son las 7 de la noche. Llevo mis bolsillos llenos, como raro para un lunes. Hubo varios clientes que me dejaron propinas de 10 y 15 dólares, así que puedo hacer una parada en el supermercado. Esta semana, mis hermanitos podrán comer muy bien. Llego a mi casa con bolsas repletas de comida, pero, como siempre, el panorama es el peor. Loren está desesperada cuidando a los más pequeños, mientras mi madre se debate en una fuerte pelea con mi padrastro. Son imágenes aterradoras para los niños. —¡Mamá! ¿Acaso no te estás dando cuenta de que los niños están presentes? —después de reclamarle, volteo a ver la cara de su esposo—. Y tú, miserable, ¿por qué no te largas y nos dejas en paz? —¿Tú quién eres, estúpida, para tratarme de esa manera? —mi padrastro se me abalanza. Lo veo tan cerca que puedo sentir su rancio aliento a licor. Se queda viéndome y yo también fijo la mirada en él. —Soy la persona que mantiene este hogar, te guste o no a ti, y hasta tú comes de mis bolsillos. Pero resulta que ya no quiero mantenerte, así que quiero que te largues ahora mismo de esta casa, rufián —nunca había estado tan decidida a enfrentarlo. Me paro frente a él y lo reto con la mirada, pero el muy desgraciado coge todo lo que había traído en las bolsas y comienza a botarlo al piso y a dañarlo con sus pies. En ese momento, Loren y mis pequeños hermanos comienzan a gritar desesperados, ante la mirada perpleja de mi madre, que simplemente no hace nada. — ¿Qué estás haciendo? ¡Es la comida de mis hermanitos, no lo hagas! —me cuelgo a sus espaldas salvajemente. Con mis pocas fuerzas, lo araño, lo golpeo, pero no puedo detenerlo con mi menudo cuerpo. Loren simplemente calma a los pequeños y los saca de la terrorífica escena. —Si yo no puedo comer, nadie más lo hará en esta casa. Estoy harto de que estén aquí, ¿por qué no se largan todos? —mi madre se queda parada, con las manos en la boca, simplemente consumida por el terror. Sin embargo, sigue sin hacer nada, pues también le da miedo que ese mal hombre la abandone. —¡Mamá, dile algo! Por favor, mira lo que hace con la comida de tus propios hijos —mis lágrimas caen a mares, me siento frustrada y triste. —Hija, él es el hombre de la casa, no puedo decirle nada, es que... —la interrumpo con toda mi fuerza. —¿Es que? ¿Qué, mamá? No trae un solo plato de comida, al contrario, nos roba y se aprovecha de nosotras. ¿Por qué sigues con este hombre por encima de tus hijos, mamá? ¡Ya no puedo más! —Mira niñata, Él es el padre de los 3 pequeños. Si se va, se criarían sin su padre, como tú y Loren, y yo no puedo sola —mi madre está cruzada de brazos, y aunque yo sé que tiene pánico, me muestra una fingida ironía que me hace temblar de los nervios. —Mamá, yo mantengo a los pequeños, no él. Soy más padre, deja que se largue. —Sí, yo me quiero ir de esta casa. No soporto a tus hijas —mi padrastro sale a recoger sus cosas, pero mi madre sale corriendo detrás de él. Yo solo puedo observar el desastre que había en la cocina, y cómo todas las cosas están botadas y, en su gran mayoría, inservibles. Mi corazón se arruga completamente. Por más que trate de llevar una vida normal, el destino se empeña en mostrarme lo miserable que es. Recojo lo que puedo y me voy al ático, ese era mi cuarto en esa casa. A causa de todo lo que había pasado en mi casa, no había revisado el teléfono. Tengo dos llamadas perdidas de Bryce y unos cuantos mensajes. "¿Ya no quieres hablar conmigo? Si fue por lo que pasó hoy, me disculpo". "Disculpa que te llame, quería escuchar tu voz. Te he pensado". "Quería recordarte lo de la hoja de vida, hay un par de ofertas para ti". Al leerlos mi corazón se acaba de arrugar ¿Cómo podria sostener una relación con alguien como Bryce? O con cualquier hombre, si yo tenía que cuidar de mis hermanitos y hasta de mi madre, no podría dedicarles el tiempo suficiente y eso me frustraba, simplemente apago el móvil y trato de dormir para mi turno en la biblioteca al otro día, pero mi cerebro era un traidor esa noche no pude conciliar el sueño para nada.
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