Capítulo 7

1152 Words
Puso el agua más fría y se enjuagó rápidamente para luego secarse y vestirse de nuevo. Podría ser que fueran incompatibles, aunque, a juzgar por lo visto aquella mañana, parecían llevarse bastante bien. Sin embargo, era consciente de que un matrimonio no podía basarse en una sola mañana. Agarró su teléfono móvil, que había dejado sobre la mesilla de noche, y comprobó su correo. Básicamente, los últimos mensajes eran de felicitación por parte de sus colegas de la Naviera. Sin embargo, había uno que no conocía. Desconocido. Dudó antes de abrirlo. Tal vez era mejor mandarlo directamente a la carpeta de correo no deseado. Sin embargo, la curiosidad ganó la batalla y lo abrió. Y decía "No tenías ningún derecho a casarte con Angus". Victoria, sintió que se le hacía un nudo en la garganta. Su instinto la impulsaba a borrarlo y, tras hacerlo, fue a la papelera para ver quién se lo había enviado. La dirección del remitente estaba vinculada a un proveedor de correo electrónico muy utilizado, pero no había nada en el apodo utilizado, Suya, que le sonara. Decidió borrarlo definitivamente. Seguramente era tan solo algún idiota que no tenía nada mejor que hacer. Entonces, regresó a la planta de abajo dispuesta a olvidarse de lo sucedido. Encontró a Angus, junto a la piscina. Parras cargadas de uvas crecían enredándose en las vigas que proporcionaban sombra a la zona. Al verla, él se levantó de la silla donde estaba sentado. —Acabo de llamar al veterinario. Me ha dicho que con el tratamiento que le colocó al gatito y que está empezando a estar más animado. —¡Qué buena noticia! Gracias por haber preguntado por él. —De nada. Pensé que querrías tener noticias. Harry me ha dicho que me llamará esta tarde para informarme. Cree que mañana ya podrá comer un poquito. —¿Y entonces podremos traerlo a casa? —Eso tendrá que decirlo Harry. —Por supuesto –afirmó Victoria–. Está recibiendo el mejor de los cuidados, tal y como debería ser. —Me sorprende que nunca tuvieras una mascota de niña. Parece que estás muy implicada con esta. —A mi abuelo no le gustaban los animales. Siempre decía que eran una carga. Angus, la miró sorprendido. ¿Así era como el viejo Jones había considerado también a su nieta? Cuando sus padres la dejaron con él..¿Se había convertido Victoria en una carga o la había querido de verdad? —Hablando de comida, Eddy nos ha preparado algo de almorzar. —¿Eddy? ¿Es ese el nombre de tu ama de llaves? —Sí, le pareció que era mejor no dejarse ver mucho durante la luna de miel. —No tenía que hacer eso por mí. Angus, se echó a reír. —¿Ya estás cansada de mí? —No era eso lo que quería decir –protestó Victoria. —Solo estaba bromeando. Vas a tener que acostumbrarte a eso. —No estoy acostumbrada a las bromas, punto. De todos modos, te reitero que no tiene que ir escondiéndose por ahí para evitarnos. —Cuando la conozcas, verás que Eddy no se esconde nunca –comentó riendo–. Solo ha pensado que nos vendría bien tener tiempo para conocernos. Vendrá de vez en cuanto, nos llenará la nevera y limpiará un poco. —Yo puedo ocuparme de asear. No espero que se me sirva en todo. —¿Ni siquiera tu esposo? Para su sorpresa, Victoria se sonrojó. —Nadie. —Es una pena, pero vas a tener que acostumbrarte a ello porque hoy voy a ser yo tu mesero personal. Siéntate mientras voy por el almuerzo. —Puedo ayudar. Angus, rodeó la silla y le colocó las manos en los hombros. Entonces, la guio hasta una de las sillas que miraban hacia la piscina y, muy delicadamente, la obligó a que se sentara. —Yo, me ocupó. Relájate. Victoria, ahogó una carcajada. Contenía una cierta nota de amargura. —No estoy acostumbrada a relajarme. Estoy acostumbrada solo a trabajar. —Todo el mundo necesita un descanso –dijo él alegremente. No iba a señalar que había sido ella la que sacara a colación el tema del trabajo en aquella ocasión. No le gustaba que tuvieran que andar con tanta cautela con aquel tema. Cuanto más lo pensaba, más alocado le parecía. No obstante, eran rivales en los negocios, lo que iba a hacer que aquel fuera un matrimonio muy interesante. Sacó un pasticho del horno y lo dividió en dos trozos iguales antes de ponerlo en los platos, también coloco ensalada al César, pan tostado y colocó una botella de vino. —Se, ve muy rico –comentó Victoria con mucho interés mientras él se acercaba. —Confía en lo que te digo. Eddy es una excelente cocinera. Sin ella, hoy no sería ni la mitad de lo que soy –respondió con una sonrisa–. ¿Qué te parece si tú sirves la ensalada y yo voy a por las copas que se me olvidaron? Angus, regresó a la cocina con las dos copas y una tarta de queso y fresas que parecía hecha por dioses y emanaba un olor a vainilla. Entonces, regresó junto a Victoria y sirvió dos copas. Le entregó una a ella y luego levantó la suya a modo de brindis. —Por nosotros –dijo sencillamente. Victoria, dudó un momento. No miraba a los ojos a Angus, pero, entones, pareció tomar una decisión y golpeó la copa suavemente contra la de él. —Sí, por nosotros. Por alguna razón, la respuesta de Victoria, hizo que él se relajara. Ni siquiera se había dado cuenta de que había estado en tensión hasta que hubo esperado esos segundos extra. Tomó un sorbo del vino. No debería importarle tanto, pero quería implicarse plenamente en aquel matrimonio. Le había dicho a su abuela que estaba listo para comprometerse con una persona durante el resto de su vida y, según Flora le había encontrado a la mujer perfecta. Angus, era la clase de hombre que, cuando se comprometía, se entregaba plenamente. ¿Estaba Victoria lista para eso, lista para él. Para entregarse plenamente?. Tal vez si él supiera las razones que ella tenía para casarse, podría asegurarse de que estaban en la misma onda. Sin embargo, hasta que lo supiera, sería mejor que se reservara un poco. Le habían hecho daño. Había creído que su antigua prometida lo amaba de la misma manera que él la amaba a ella. Que quería las mismas cosas. Sin embargo, al final, había resultado que ella una mujer falsa y cruel. Angus, no quería volver a cometer el mismo error. Se había vuelto muy cauteloso y tal vez un poco desconfiado en las relaciones con las mujeres y le costaba confiar en la gente fuera del estrecho círculo de su familia ¿Podría llegar a confiar en Victoria Jones?
Free reading for new users
Scan code to download app
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Writer
  • chap_listContents
  • likeADD