Capítulo 14

1258 Words
Al día siguiente,se fueron para la playa mientras paseaba con Victoria, tomados de la mano, cómo una pareja de recien casados. Angus, pensaba que jamás se había imaginado que fuera asi. De repente se fue acercado en auto a la costa. Sin prestarle mucha atención. Ya que la brisa del mar los golpeaba con fuerza, levantando la arena y provocando enormes olas, que se rompían fuertemente contra las piedras. A Angus, le pareció que aquel paisaje era una estupenda analogía del torbellino interior que estaba experimentando. No había esperado que la conexión con otra persona se produjera tan rápido. Por supuesto, sabía que lo que sentía se debía, en parte, a la increíble conexión s****l que había entre ellos. ¿Qué hombre no sentiría los mismo con una mujer que le daba tanto placer como Victoria, cuando hacían el amor? Sin embargo, era mucho más que eso, y eso era precisamente lo que le preocupaba. Había amado antes a una mujer. Había creído con todo su corazón, que ella era la mujer de su vida. Efectivamente, habían sido muy jóvenes, pero no había regla alguna que dijera que los jóvenes no podían amarse de aquella manera para siempre. En su caso, aquel para siempre había durado tan solo tres años. Cuando Angus, descubrió que la mujer de la que se había enamorado era una mentira, que la verdadera mujer que había detrás de las sonrisas, el afecto y los planes de futuro tan solo había sido una persona cruel, contralodora, todo el daño que se le había infligido a su corazón había sido desgarrador. Angus, era la clase de hombre que, cuando se comprometía con algo o con alguien, lo hacía totalmente. Y se había comprometido con ella. Descubrir la red de mentiras de aquella mujer, había sido un golpe certero no solo para su corazón, sino también para su forma de confiar en la gente. Dejó de confiar en sí mismo, en su habilidad para juzgar a otros y, en todas las relaciones que había tenido desde entonces, siempre se había reservado una parte para evitar volver a comprometerse de ese modo con otra persona. Sabía muy bien lo que era el sufrimiento de un corazón roto. La muerte de su padre primero y luego pocos años después de su madre habían estado a punto de derrotarlo para siempre. Gracias al gran apoyo de su abuela había sido su apoyo a lo largo de todos esos años. Su roca. Su estabilidad. Cuando llegó la hora de ir a la universidad, ella lo había animado a hacerlo, a encontrarse a sí mismo y a poner a prueba su lugar en el mundo exterior. Allí conoció a Freya Wood, se enamoró perdidamente tanto así que llegó a pesar que sería el único y verdadero amor, que ella sería la madre de sus hijos y compartir la vejez juntos. Estaba totalmente convencido que así sería. Hasta que descubrió en realidad de la verdadera Freya Wood y esto había sido un golpe terrible para él y lo había convertido en una persona muy dura. Eso lo aceptaba, dado que ser duro significaba ser invencible. El único problema era que había empezado a notar fisuras en los muros que tanto le había costado levantar. Abrirse a otra persona, en éste caso a Victoria, significaba exponerse al sufrimiento. Había pensado que el compromiso emocional no sería necesario en aquel matrimonio tan poco convencional. Lealtad, amabilidad y devoción serían más que suficientes. Sin embargo, los sentimientos que estaba creciendo hacia Victoria, lo habían empujado a una verdadera ruleta de emociones, para lo cual no no sabía si estaba preparado. —¿Vamos a sentarnos allí, que estaremos más a la sombra de este sol. –le sugirió Victoria. Estaba señalando una zona baja entre palmeras. —Claro. Angu, se colocó la mano de Yasmin en el brazo y avanzaron a través de la arena para sentarse en el lugar que ella había indicado. —Esto es tan bonito, tan diferente del valle… Sin embargo, lo es más aún desde el mar adentro.–comentó ella. —¿Echas de menos navegar? Si quieres podemos ir al embarcadero y podemos ir navegar un rato… —Podría darte una vuelta en mi Gaviota si quieres –le ofreció ella. Angus, sintió que el pulso de Victoria, se aceleraba. La Gaviota, era su orgullo, ya que con ella había ganado gracias competencias de veleros. Él admiraba el tiempo que ella había tenido que pasar con su abuelo para poder restaurarlo. Un proyecto así era una verdadera labor de amor. Por supuesto, también sabía que ella estaría al mando y eso a él le costaba. No porque fuera una mujer, sino porque desde la muerte de su padre Angus, casi nunca había dejado de ser el capitán al mando. Incluso en los embarques comerciales, le costara que fuera otro el que estuviera al mando. En la mayoría de los casos también utilizan hidroaviones de la compañía para volar a otros lugares, incluso cuando iba a Estados Unidos o a algún lugar del mar Atlántico de viaje privado. Sin embargo, en el caso del velero La Gaviota sabía que Victoria, estaría al mando. —No tenemos que hacerlo si no quieres –se apresuró ella a decir al ver que él no respondía–. No es algo que guste a todo el mundo. —No se trata de eso. —Estás obsesionado por el control, ¿Cierto?. Lo entiendo. ¿De verdad lo entendía? ¿Cómo podía alguien saber lo que se sentía al enfrentarse a la muerte si se cometía algún error y que la única persona en la que puedes confiar al cien por cien es uno mismo? —¿Obsesionado por el control? –repitió–. ¿Es así como me ves? —Es posible que esté ocultando tu verdadera naturaleza –comentó con una sonrisa. —Ahhhh. —¿Se trata de eso? Estás ocultando tu verdadera naturaleza, ¿Verdad, que sí?. Sé que, desde la boda, nos hemos comportado estupendamente el uno con el otro. Es como vivir en una burbuja artificial. ¿No te parece? —Supongo que es una manera de verlo, sí. Sin embargo, como respuesta a tu pregunta, no te estoy ocultando mi verdadera naturaleza. Ves lo que soy. El hombre que tienes frente a tus ojos en estos momentos. Ella lo abrazó para besarlo. —Me estás pareciendo sorprendentemente amable para ser un Baker. —Sí, esa vieja enemistad familiar… Victoria, hizo ademán de decir algo, pero se detuvo cuando el teléfono móvil de Angus, comenzó a sonar. Él se lo sacó del bolsillo y miró quién le llamaba. —Es Harry–dijo mientras deslizaba un dedo por la pantalla para aceptar la llamada. Victoria, se acurrucó contra él mientras Angus, escuchaba lo que su amigo tenía que decirle, manteniendo sus respuestas al mínimo. Cuando terminó la llamada, miró a su esposa. —¿Que paso? –preguntó ella. —Podemos ir a recoger al cachorrito cuando queramos. Es decir, si aún lo quieres. Ella le golpeó en el brazo. —¿Cómo que si aún lo quiero? Es nuestro. Claro que lo quiero. Victoria, se puso en pie rápidamente. Angus, la siguió rápidamente y echaron a correr por la playa hacia el lugar donde habían dejado el coche. Cuando llegaron, Angus, la miró por encima del coche y le sonrió. En ese momento se dio cuenta de lo feliz que le hacía hacerla feliz. Y se marcharon a buscar el nuevo m*****o de la familia...
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