Capítulo 2
Una nueva ciudad y una condición
Tiempo atrás.
Sol
No me agrada la idea de mudarnos de nuestra casa actual, pero debido a la significativa suma de dinero que mi papá ha recibido, nos vemos obligados a trasladarnos a la frontera del país. Aunque asegura que será por un tiempo limitado, no estoy de acuerdo con esta decisión. Aquí he construido amistades, y desearía quedarme, fui corriendo en busca de mi hermana, ella también debe estar al tanto de lo que nuestro padre planea.
—¡Luz!, ven rápido. Acabo de escuchar algo que podría no gustarte. Estoy molesta. —Mi hermana y yo, ambas con dieciséis años y a punto de finalizar la secundaria, compartimos la preocupación de no querer alejarnos de los amigos que hemos hecho aquí, en Asunción.
—¿Qué sucede? No es bueno escuchar las conversaciones de nuestros padres. Se molestarán si lo descubren. —Me advierte asustada. — Pero cuéntame, ya me dio mucha curiosidad
—Nos mudaremos, y sabes que no tenemos opción. Si deciden algo, nuestras opiniones no importan. Parece que el abuelo finalmente cedió y ahora somos increíblemente ricas. —Mi hermana reflexiona sobre esta revelación.
—¿El abuelo dejó algo para papá? Pensé que eso era imposible, casi ni se acuerda de nosotros —Ambas estamos al tanto de la historia. Nuestra familia, los Harper, siempre han poseído una gran fortuna, pero por razones que ya no recuerdo, no le dieron nada a papá.
—Eso pensé yo también, pero ahora somos dos señoritas con mucho dinero. Podremos abrir ese refugio del que hablábamos. Pero eso no es lo más importante. El problema es que he ganado todos los concursos de Kick Boxing, y el instituto al que nos mudamos no ofrece ese deporte. —Mis ojos se llenan de lágrimas de inmediato. Papá llega y, por su mirada, ya sabe que estamos al tanto de la situación.
—Supongo que ya están enteradas de lo que ha sucedido, nos mudaremos lo antes posible. Debo retomar la dirección de esa empresa en la frontera. Ustedes seguirán en Paraguay, pero yo viajaré seguido al Brasil. Tampoco es fácil para su madre, pero es algo inesperado. —Me exalto ante esta respuesta de mi papá.
—¡No iré! A ti solo te importa el dinero, pero yo quiero estudiar en el mismo colegio. No me iré a ningún lado. —Luz me detiene.
—Sol, no es negociable. Nos mudamos esta tarde. Siempre las consiento y trato de complacerlas, pero esta vez no lo haré. Esta es mi última palabra. Hagan sus maletas. Además, espero que les sirva de lección para que no escuchen detrás de las puertas. —Fui corriendo hasta mi habitación, no pude evitar seguir llorando. Mi hermana me sigue hasta allá.
—Sol, por favor, no te pongas así. De seguro allá también podrás seguir con ese deporte, además estaremos en la frontera. Sabes lo mucho que papá ha luchado por esto desde que éramos pequeñas. Tal vez puedas ir a un colegio en Brasil, no lo sé. —Volteo hacia ella cuando lo menciona.
—¿Vamos a separarnos? ¿Quieres separarme de ti? Pero estamos juntas desde siempre, no podemos hacer algo así. Rick tiene nueve años, a él no le importan estas cosas, pero nosotras después tendremos que ir a la universidad. Yo quería unos bonitos recuerdos… —Estallo en llanto sin poder ocultar mi desconcierto. Realmente no quiero ir.
—Claro que no. Pero si fuera necesario, entonces debemos separarnos. —La abrazo con fuerza. Siempre he protegido a Luz, ella no es tan fuerte como yo, ni siquiera intenta defenderse. No es buena en el Kick Boxing, pero sí en cosas artísticas y delicadas, donde yo simplemente soy torpe y carezco de paciencia.
—Niñas, disculpen todo esto. Sé lo importante que es para ustedes tener amigos aquí, y siempre pueden volver. Yo misma las acompañaré, pero es urgente apoyar a su papá en esto. —Mi madre es muy dulce, siempre encuentra las palabras correctas, pero nada me hará cambiar de opinión.
«Encontraré la manera de seguir compitiendo. Realmente quiero ganar.»
—De acuerdo, mamá. Pero quiero ir a un instituto donde pueda seguir con la competencia. —Mi madre me da un abrazo, yo seco mis lágrimas de inmediato.
—Por supuesto. —Me responde mientras me da palmaditas en la espalda.
—Al día siguiente llegamos a Ciudad del Este. Así se llama nuestro nuevo hogar, o pude dormir en toda la noche pensando en la competencia, y como me lo temía, el único colegio cerca de nuestra nueva casa únicamente tenía lugar para una de nosotras. No quería separarme de Luz, pero tuve que hacerlo. Me sentí extraña al llegar al nuevo colegio, pero emocionada al ver que podría seguir con mi deporte favorito.
«Solo a mis padres se les ocurre enviar a clases de esta manera tan apresurada.» Mis hermanos se quedaron en la nueva casa, a acomodar las maletas, pero la directora me citó para el día de hoy, dijo que ella no se encargaba de seleccionar a las integrantes del grupo de Kick Boxing, por ello cuando apenas y había sonado el timbre fui a hablar con una tal Priscila.
—Buenos días, soy Sol Harper, quisiera unirme al equipo. —Ella y los demás, tanto chicas como chicos, me observan de pies a cabeza.
—Vaya, eres la nueva ricitos de oro, aunque no llevas el cabello rizado, vi tus videos y tus medallas, se ve que eres buena. —Me dice con una sonrisa que, en vez de alegrarme, causa escalofríos.
—Gracias, no les fallaré, además… —La tal Priscila me interrumpe, contengo la molestia que eso ocasionó en mí, ahora debo ser paciente porque necesito estar dentro del equipo.
—Ven… —Ella se acerca y ambas nos apartamos de los demás. — A ver, señorita, por el auto de tu mamá, se nota a leguas que tienes dinero, eso es bienvenido, aquí todos somos personas acaudaladas, a excepción de alguien, quien ha sido muy grosero conmigo, y quiero hacerlo pagar por eso.
—No entiendo. —Ella toma mi rostro y me hace voltear hacia mi lado izquierdo, allí veo a un muchacho recostado en una banca, se ve muy guapo, pero sigo sin comprender.
—Mira niña bonita, ese de ahí se llama Derek, me insultó, me ofendió, por eso quiero que tú lo conquistes, y luego yo me encargo del resto, es esa la condición, te advierto que no es un chico conocido por ser dócil, pero eres nueva, esa puede ser tu gran ventaja. Es todo lo que debes saber, cuando yo vea un avance entre ambos, entonces firmaré tu entrada al equipo. ¿De acuerdo? —Me aparto de ella aun procesando lo que acaba de suceder.
—No voy a hablar con él solo porque me lo ordenas. —Ella me observa de manera burlona.
—Bueno, pensé que si querías estar en el equipo, y bueno, me gané el derecho de decidir. —Mi conciencia trabaja a doscientos por ciento…
«¡Ay no, ay no!, definitivamente fue una mala idea mudarnos de ciudad…»