Había pasado una semana desde que Diego estuvo aquí y yo aún pensaba en eso que dijo que murmuré. Le creo si me dice que babeé su pecho, pero ¿que murmuré algo? Seguro que solo lo dijo para mantenerme pensando en él y sí que lo estaba logrando. Había salido a buscar las ovejas junto con Elián, él caminaba muy rápido y le daba igual dejarme quinientos metros atrás, ni giraba la cabeza para ver por donde yo iba. De igual modo me decía que no lo siguiera a todos lados. Se supone que yo estaba aquí para cuidarlo, pero me sentía como una inútil, pues él hacía todo, desde cocinar, hasta el mantenimiento de todo esto. Con razón tenía esos fuertes brazos, era mucho trabajo físico y se le daba muy bien. Yo no podría hacer cada cosa que él hacía, no solo porque no se me daría bien, también para