En un popular antro de la ciudad de Melisandre...
LUCIANA
Ángela y yo estamos más que listas para arrasar con todas las miradas y billeteras esta noche, tengo el presentimiento de que hoy sucederá algo inolvidable.
— Amiga es nuestra noche, ya sabes qué hacer
Ella sonríe y entramos en acción luego de haber seleccionado minuciosamente a nuestra víctima de la noche, nos acercamos a ese guapo millonario que parece sentirse muy atraído por Ángela y basta una miradita y un apasionado beso de la experta en romance para obtener lo que queremos y listo. Mi amiga se despide de su conquista y lo deja picado, pero en ese preciso momento va llegando la que se presume ser la novia del sujeto. Ángela se aleja y viene hacia mí, luego de un brindis de celebración entre ella y yo, decidimos regresar a casa.
— ¿Pero qué es eso que ven mis ojos? — Pregunta Ángela en cuanto voltea su mirada en otra dirección, observo y contesto
— Si te refieres a los guapísimos hombres que están en la barra, te sugiero que ni lo pienses, tienen cara de arrogancia pura
— Uy, pero eso qué importa, yo se la quito al güerito ese
— ¿De verdad no sabes quiénes son? — Pregunto
— Mira que si lo supiera, no se me hubiera escapado tremendo bombón
— Te explico, el guapo que viene vestido todo en tonos oscuros es León Casavantes, un influencer codiciado por todas las mujeres de latinoamérica, es mi locutor favorito y además es licenciado en… no recuerdo en qué
— Oye, lo tienes bien investigado
— No es eso, es que lo ha mencionado en sus videos
— Pues suena con un futuro prometedor, pero a mí el que me interesa es su amigo con cara de odioso
— Los dos tienen cara de odioso. — replico y continúo explicando — Su amigo, o sea, tu galán, se llama Rafael Zúñiga y lo he visto en algunos de los videos que sube León
— Pues de ahora en adelante puedes llamarme Ángela Robledo de Zúñiga, por favor, porque juro que ya me enamoré
— Ángela, el amor se supone que debe ser especial y sobre todo único, eso mismo dijiste de tus otras veinte conquistas anteriores
— ¿Pero qué importa? Ya sabemos que él amor no existe, además, no lo quiero para casarme, sólo para ser feliz, aunque sea un ratito
— ¿Cinco minutos como el último?
— ¡Ash! ¡Nii me lo recuerdes! Y ojalá nunca lo vuelva a ver porque lo ahorco, ¿Me escuchaste? ¡Lo ahorco!
— Mejor ya vámonos a casa
— Sí, tienes razón, como siempre, pero pasamos primero al tocador, ¿sí?
— Completamente de acuerdo.
Acompaño a Ángela al tocador y al salir sucede algo muy extraño, pues noto que el güerito ese que le gustó a mi amiga ha entrado al baño de mujeres, ¿Pero qué rayos hace aquí? Entonces, me pide que me vaya y se apaga la luz, puedo escuchar como cierran la puerta con seguro y me quedo fuera esperando, haciendo guardia para que nadie se atreva a interrumpir ya sabes qué, pero descubro que justo a un lado de mí se encuentra León, así tan guapo, tan sexy y yo con tremenda ovulación, pero vaya que la cara de odioso le queda tan pequeña, pues ni siquiera es para decirme “buenas noches” o algo parecido, al fin que ni lo necesito, pero las mujeres tenemos la culpa por tenerlo en un pedestal sólo por ser un influencer más guapo del mundo, ¡Idiota!
— Lo siento pero está en el mantenimiento — indico a una mujer que querías entrar y la veo alejarse, también veo cómo el guapísimo arrogante me sonríe de repente, siento que me derrito, gracias a la oscuridad del lugar me ha sido casi imposible admirar su belleza, pero en ese preciso momento un poco de luz ilumina su rostro dejándome apreciar su linda sonrisa, esa que me derrite cada vez que la veo cada uno de sus videos a través de mi celular. Es un travieso, se muerde los labios y no sabe todo lo que provoca en mí en ese instante, suerte que mi vestido me hace lucir muy sensual y si yo me derrito con sus encantos, él también sufrirá como yo ante mi presencia, sólo tengo que ajustar un poco el escote y descuidar otro poco la falda y listo.
— ¡Oye! ¿Qué no puedes hacer eso en el tocador de mujeres? — me cuestiona molesto
— Lo siento, pero ¿Acaso no sabes que está en mantenimiento?
Se queda en silencio y de un momento a otro él se abalanza sobre mí y me besa intensamente, es tan seductor que podría desnudarme justo ahora, por suerte a él le queda un poco de cordura, más que a mí, por supuesto, y me invita a entrar al lugar que está en la primera puerta a mano derecha. Batalla un poco para abrir, pero luego de una maniobra muy interesante, el cuarto de accesorios de limpieza se convierte en nuestro refugio temporal, me sujeta contra la pared sosteniendo mi cintura y vuelve a besarme, prácticamente lo aviento hacia la única silla que hay allí y me siento sobre él dejándolo apreciar mis piernas y tal vez, algo más, sus movimientos son suaves aunque rápidos, pues alguien podría venir y no quiero irme sin haberme divertido un momento con él.
Este hombre sí que sabe hacer lo suyo me hizo sudar y casi grito perdiendo el control de mí misma, pero en lugar de quitarme las ganas sólo me dejó con más de lo increíble que estuvo, pero ya es momento de salir, con precaución abro la puerta y salgo primero, me dirijo al tocador de mujeres, nuevamente, donde Rafael ya me espera para que lo ayude a escapar sin que nadie lo vea, enciendo la luz y entro para arreglarme un poco, Ángela está tan feliz como yo, se nota que los amiguitos son excelentes amantes.
LEÓN
Esta mujer me hizo gozar como no imagines, pero recordarla sólo hace que me den más ganas, tengo que verla de nuevo.
— Campeón, eres todo un matador
— ¿Y a poco tú te quedaste de guardaespaldas? ¿Eh?
— Ni loco
— ¿En el cuarto de limpieza?
— Sí, ¿Cómo lo supiste?
— Era mi segunda opción
— Chócala — chocamos los puños y pedimos otro trago en la barra.
LUCIANA
Cuando salimos del baño, sólo nos despedimos con una mirada de nuestros galanes y nos retiramos, creo que ni siquiera supieron nuestros nombres, pero no importa, ¡Ha sido la mejor noche de mi vida!
— Deberíamos tomar un taxi — Sugiere Ángela temerosa
— También lo creo, pero no hay ninguno a la vista, quizás sí caminamos un poco en esa dirección — digo apuntando con el dedo — tengamos más suerte
— Sí, es posible, — confirma Ángela — pero si caminamos más de tres cuadras juro que me quitaré los tacones
— ¿Más de tres cuadras? Eso es demasiado para mí — inmediatamente luego de decir ésto, me quito los tacones y los llevo en mi mano, enseguida, Ángela hace lo mismo y seguimos nuestro camino.
Hemos caminado más de 15 minutos y hasta ahora ningún taxi ha pasado por aquí, ¿Será que nos equivocamos y en lugar de venir hacia acá debimos ir en dirección contraria? Bueno, como sea, no podemos quedarnos aquí, pues un terreno baldío está muy cerca de nosotras, el alumbrado público no es muy eficiente por esta zona y para ser sincera, comienzo a sentir un poco de miedo también.
— Luciana, — dice Ángela — creo que debemos regresar, tengo miedo expresa
— Yo también, pero ten calma, recuerda que yo sé algunos movimientos de defensa personal, pero por si acaso será mejor regresar por donde vivimos — damos la media vuelta y un auto se aproxima hacia nosotras, el conductor baja el vidrio y comienza a hablarnos
— Hola, preciosas, ¿A dónde van tan solitas? — Me rehusó a contestar y Ángela igual — así me gustan que se hagan del rogar — nosotras continuamos caminando de regreso, pero el tipo es insistente y luego de ignorarlo por un par de segundos más se ha ido
— ¡Qué susto, Luciana! Tenemos que apresurar el paso y llegar a una zona menos peligrosa
— Concuerdo completamente contigo, Ángela, creo que es momento de correr, ¿Crees que puedas…?
— Sí, claro ¡Vamos!
Pero en el momento en el que nos disponemos a emprender la carrera, el tipo regresa y no viene solo, su insistencia es preocupante y comienzo a prepararme para cualquier cosa.
— Tan solo queremos saber cómo se llaman — dice el mismo tipo
— ¿No hablan? ¿Acaso les comió la lengua el ratón? — cuestiona el otro, Ángela y yo seguimos ignorando mientras caminamos a paso apresurado
— Si se perdieron, podemos llevarlas, no tenemos ningún inconveniente con ello.
— No, gracias — respondo
— Sabía que sí hablabas, lindura
— Sí, sí hablo, es sólo que no me gustan los idiotas como tú — respondo molesta por su acoso
— Oye, oye, tampoco me insultes, yo sólo quiero pasarla bien
— ¡Pues búsquense otras!
— No, no entendiste, queremos pasarla bien CON USTEDES
— ¡Ni lo sueñen! — Expresa Ángela.
Los tipos detienen el auto frente a nosotras, los vemos abrir las puertas y dirigirse hacia nosotras, Ángela continúa a mi lado y estamos listas para lo que sea. Los molestos intentan tomarnos del brazo y subirnos a la fuerza, yo respondo con una llave y logro derribar al conductor mientras que Ángela utiliza su gas lacrimógeno para defenderse, luego de nuestra hazaña, comenzamos a correr y pensando que ya los hemos perdido, nos detenemos para tomar un poco de aire, ya que estamos muy agitadas, pero no podríamos estar más equivocadas, pues de la nada, ese par de tipos han regresado y algo me dice que esta vez no podremos defendernos. Nuevamente detienen el auto frente a nosotras y Ángela se coloca atrás de mí y yo estoy lista para atacar en cualquier momento, pero vaya sorpresa no he logrado hacerle nada a ese par de borrachos y por consecuencia ahora estamos forcejeando con ellos, intentando escapar porque quieren subirnos al auto a la fuerza, definitivamente son mucho más fuertes que nosotras y me es imposible zafarme de mi agresor y a Ángela le ocurre lo mismo.