7 Llanus

3252 Words
Su cuerpo reposaba sobre la madera del muelle en plena madrugada, el oleaje rompía levemente contra los maderos que soportaban el puente, su cuerpo mojado recuperaba una forma humanoide entre dolorosos quejidos. Resollando mantenía su existencia a duras penas en medio de la oscuridad. El frío se asentaba en su cuerpo y lo entumecía, pero no sentía nada, después de todo había decidido abandonarlo todo y entregarse por completo al mal. Soltó un grito ahogado al toser y luego empezar a levantarse poco a poco, se dirigía por el camino tambaleante y hambriento, se había mentido asimismo para poder llegar a dónde estaba. Respiro con fuerza, arqueo la espalda y observo frente a él a varios jóvenes que salían de un yate. La brisa marina soplaba con sutileza y contribuía al frío inclemente, su cuerpo se estremeció. De un momento a otro, mientras creaba fricción entre sus brazos, segregaba saliva desmesuradamente como una bestia que esperaba ansiosa a sus víctimas. Contrajo todas sus facciones alrededor de su boca al escuchar un alarido. — ¡Esta desnudo!—Grito Alarmada. Eran cinco jóvenes, dos chicas hermosas y cinco jóvenes aparentemente adinerados. — ¡Edwin no te acerques podría estar drogado!—Advirtió el joven a su lado. Edwin ignoro por completo su advertencia y camino hasta el joven desnudo. — ¿Estas bien?—Pregunto con preocupación. La silueta del joven desnudo fue alcanzada por el brillo de la luna y en la oscuridad de la noche sus ojos brillaron de color amarillo. Le tomo segundos terminar con sus vidas, delatarse con su sangre y no dejar rastro alguno de sus cuerpos, su cuerpo había recuperado la calidez y poco a poco volvía la cordura. —Solo necesitaba ingerir almas vivas—Inquirió entre susurros al colocarse las prendas ensangrentadas. Limpio hasta la mínima fracción de tela que logró visualizar mientras esperaba el amanecer, pudo haber dejado los cuerpo de los cinco chicos sin almas, pero en su lugar degluto hasta el último hueso de su cuerpo, había probado por primera vez en su vida a los humanos y mientras reposaba sentado en la orilla del muelle, observando la silueta radiante del sol saliente, se ofuscaba un poco su vista se dio cuenta de que no le gustaba no sensación de los mismos Tosió un poco mientras se acomodaba la chaqueta con pelusa en el borde del cuello y notaba que poseía la apariencia de un piloto de avioneta clásico, cerró los ojos al sentir a la brisa matutina de la mañana y sonrió irónico. «No creí que este mundo estuviera tan lleno de luz» Pensó con entusiasmo. Y recordó claramente las órdenes de su príncipe iracundo. "¡DEBES DECUBRIRLO TODO!". Suspiró. —Es mucho trabajo—Mascullo. +++ — ¿Qué le parece señor? —Pregunto con amabilidad mientras le servía un Martini. Lucifer miro disimuladamente la cabaña, se había dirigido al porche a refrescarse, pues le parecía una enorme caja de cristal, la amplia cabaña en el bosque poseía sala, comedor, terraza, chimenea, cinco habitaciones y dos baños, una sala de juegos y un lago. Mefisto la había elegido meticulosamente para las escapadas de Lucifer, pero el diablo no parecía estar muy a gusto en el idóneo lugar. —Me parece acogedoramente asfixiante, es como una enorme caja de vidrio en un bosque…me recuerda al infierno, pero es mejor que estar en la ciudad—Replica con desanimo—Por lo menos no hay tentaciones—Gruñe. Mefisto se ríe. —Señor tan divertido como siempre—Elogia a su amo. Lucifer baja la cabeza y luego mira de reojo a Mefisto, concluyo que él realmente se sentía cómodo con el nuevo lugar. —Bueno... esos demonios que estaban armando un escándalo en la jefatura eran muy jóvenes—Menciono Lucifer al colocar su mano debajo de su mentón. —Estaban hambrientos, vieron la posibilidad de salir a la superficie y la tomaron—Declaro Mefisto. —Pues… la hambruna se está saliendo de control—Musito. Mefisto observo a su amo con preocupación, estaba consciente de sus terribles planes y los castigos que repercutirían si realizaba tales actos, pero no podía detenerlo después de todo solo era su acolito. —Sí señor, los príncipes se lo advirtieron, cada vez más almas quedan en el limbo y menos entran en el infierno, y no es precisamente porque estén llenas de pecado, sino que hay algo que las atrae a ese oscuro lugar— Concluyo después de analizar tal situación. Lucifer respiro profundo. —Luego buscare una solución, mientras deberíamos volver…me informaron que hay nueva información del caso y me gustaría comprobar por mí mismo todos los hechos—Sonrió ampliamente, al levantarse del sofá, camino por la habitación sintiendo el resplandor de la luz del sol. —Tengo dudas sobre su abogada señor—Pronuncio Mefisto. Lucifer juntos sus manos. —Pues es una obra de caridad de Llanus, le gusta darle trabajos a los humanos poco reconocidos, se supone que son asuntos fiscales, pero tenemos más de diez abogados y aun así prefiere darle el trabajo a una novata como es esa mujer, después de todo no estamos involucrados...pero lo entiendo, pues mi pobre hermano sigue creyendo que a nuestro pobre demonio lo mató un igual—Suelta hastiado. —Es decir que solo es una cortesía del señor Llanus—Se burló Mefisto. —Sí, es muy altruista para mi gusto, pero debo complacerlo en algún aspecto, sino nuestras riñas se saldrán de control—Alude con algo de frustración. Mefisto se echa a reír de forma refinada. La claridad golpeó su rostro y realzo los contornos de la misma, era un adonis, un ángel que caminaba sobre la tierra y la escultura más detallada que creo dios. «Empiezo a sentirme abrumado en un lugar como este» Pensó al dirigirse hacia Mefisto. — ¿Nos retiramos señor?—Pregunto al mover sus manos circularmente, abrió un portal en el mismo instante y solo observó a su amo asentir. Parecía perdido entre sus pensamientos conforme avanzaba a través del portal. Una vez en la mansión, solo podía ser capaz de contemplar el silencio, apenas era medio día, ni Aniel y Llanus se encontraban en la casa. Pero Alice si, Lucifer la miró con desde pues no tenía ánimos de percibir su cuerpo de otra manera. La miró por el rabillo de los ojos pasar de la sala a la biblioteca de Llanus, con los libros que su hermano había comprado nuevos. Mefisto tocó su hombro y luego se arrodilló ante él. —Mi señor permítame deshacerme de ella—Puntualizo al mirarla de forma sicalíptica. Lucifer sonrió ligeramente y asintió. Los ojos de Mefisto brillaron y el pasillo de cubrió en una tenue oscuridad, era pleno medio día y el grito ahogado de Alice resonaba en la biblioteca, mientras Lucifer se dirigía al garaje donde guardaban los autos caros y las estatuas de oro de él mismo. Empezó caminar por el lugar que se encontraba bajo de la mansión, se detuvo a observar e idolatrar su propia estatua conforme caminaba hasta el Lamborghini rojo fuego que tanto gustaba de conducir. Se regocijo un poco al subirse en el auto y colocar la llave que se escondía en la guantera, justamente en el cerrojo. Encendió la fiera y salió a toda velocidad por la parte de atrás de la mansión, giro frente a la fuente y redujo un poco la velocidad encontrarse frente a los portones, ambos se abrían lentamente con un G en el centro que hacía demarcaba su apellido, el apellido que habían tomado mucho antes de que Mónaco fuera lo que era en ese día. Se escaparía unos días a Francia y haría desastres en la torre Eiffel. Sino visitaría Ámsterdam para actuar en el teatro rojo unos días. Pero mientras se declaraba pensando en tales actos, recordó que era invitado de Emma Lorient en su oficina. Frunció los labios y apretó la mandíbula, pues de solo pensar en esa mujer, su parte íntima se endurecía. Gruñó. — ¡Esa abogada es un nuevo capricho para mí!—Exclamo con cólera al mirar su teléfono y haber recibido un mensaje de la misma. « ¿Quién le dio este número?» Perdido. Solo cinco persona se comunicaban a ese teléfono con él, era casi imposible que la mujer consiguiera ese número, pues tenía otro con el cual contestaba los mensajes y llamadas de todos y todas sus amantes. Se llenó de picardía y curiosidad, por fin después de una semana de aburrimiento empezaba a sentir su sangre calentarse y los pensamientos llenarse de un sentimiento idílico. Condujo descontrolado por las calles pequeñas de Mónaco y recordó nuevamente que debía calmarse, pues los arcángeles rondaban cerca y deseaban retarlo o tal vez sacarlo de quicio. Lucifer se estacionó en un lugar lejano al de la oficina independiente de la joven abogada y camino poco a poco hasta ella. El día estaba fresco y se había detenido a comprar almuerzo para la humana, creyó que tal vez podría sorprenderle y simpatizar con ya sin mucho esfuerzo. «No sé porque accedí a que fuera mi abogada, después de todo tengo diez abogados solamente para situaciones como éstas, pero Mattel y Mefisto fueron muy claros de que debía ser un humano el que llevara el caso, después de todo quién no podrían llegar a nada si no conocían la realidad del asunto» Suspiro. +++ «Necesito hacerle más preguntas, he investigado y aparentemente incubo está involucrado o por lo menos no lo está directamente » Piensa. —Sé que ganaré este caso y a fin de cuentas todo el dinero que se le debe como liquidación a la familia de Herrera será dado, el propio Llanus lo dijo—Hablo en voz alta mientras giraba sobre su silla. — ¡Señorita Lorient!—Llamo con dulzura desde afuera. Emma se sobresaltó, pues creyó que había llegado Llanus a su reunión. — ¡Enseguida bajo!—Contesto apresurada. En cuanto abrió la puerta se encontró con la desafortunada sorpresa. —Usted es el señor Lucifer—Hablo entre dientes. Lucifer se mordió un labio y entro sin pedir permiso. Estaba dispuesto a comérsela. —Por favor señorita Emma dígame Lucí—Afable—Traje almuerzo para usted—Menciono con severidad la entregarle la pequeña caja. Emma se quedó in Albis, pues lo que había comprado Lucifer eran mariscos y ella era alérgica al mismo. «Este patán quiere matarme» Pensó al observar la caja con asco. Lucifer sonrió amable y camino guiado por ella hasta su pequeña oficina. —Pase, no lo esperaba a esta hora, puede que esté algo desordenado—Revelo. Lucifer bajo un poco su cabeza para no golpearse abruptamente contra el marco de la puerta, pues era demasiado alto. —Es acogedor...—Pronuncio poco sorprendido. Emma internamente se sintió un poco a avergonzada, pues seguramente el hombre elegante y adinerado estaba acostumbrado a frecuentar lugares caros. Lo miro con menosprecio y coloco la comida que podría matarla sobre su escritorio. Lucifer no se sentó comenzó a rondar la habitación y tocar todo lo que le parecía curioso, era como ver a un niño pequeño lleno de inocencia. Emma frunció el ceño y se rió para sus adentros. —Lucifer...—Susurro. El hombre se acercó a ella lascivo. Su corazón latía con fuerza y fuera de control la intentar tocar su cabello. Emma golpeó su mano. — ¡Que le pasa!—Exclamo al hacerse había atrás. —Tenía un bicho en el cabello—Murmuro. La mujer miró la mano de Lucifer y comprendió repentino acercamiento, parpadeo varias veces y se sentó. —Bueno...gracias, pero esta es una reunión formal, además tengo que confesarle que la comida que trajo tan amable...podría matarme, soy alérgica a los mariscos—Explico nerviosa. Lucifer soltó un bufido. —No lo sabía—Musito— ¿Puedo llevarla a comer si gusta?—Propuso lleno de entusiasmo. Estiró su mano hacia ella, su mirada era la de un niño pequeño esperando que le dieran dulces. Emma observó un minero la mano que Lucifer estiraba hacia ella, luego miro su rostro y negó con la cabeza. —Yo pedí un almuerzo, no sé preocupe...—Rechazo con frialdad su proposición. Lucifer se quedó helado, bajo su mano y se sentó frente al escritorio, nunca se todos sus años en la tierra una mujer le había despreciado la comida, aún la pudiera matar y mucho menos una invitación para ir a comer. Estaban agobiado, pero debía mantenerse tranquilo ante cualquier situación, eso incluía algo como eso. Pero como cualquier ser con alma, exponerse a situaciones que nunca antes habían vivido le llenaba de estrés y ansiedad. —El mensaje que le envié habla de que hay varias incongruencias en los trabajos que Cristian Herrera realizaba para ustedes, solo era vigilante pero antes de eso no hay ningún historial de él, puede ser ¿que esté encubriendo algo Señor Lucifer?—Pregunto—Si lo está haciendo necesito tener conocimiento sobre ello, en caso que tengamos que ir a juicio—Finalizo. Lucifer respiro profundo. —Era extranjero, no encontrarán mucho de él aquí, pero en la base de datos de la empresa está resguardada toda esa información pediré a mi asistente que la traiga sin falta—Explico amable—Cristian era amable y muy bueno en su trabajo, no creo que haya merecido morir a manos de un desconocido en un lugar tan tranquilo como lo es este—Afable. Emma asintió. —Me retiro, tengo asuntos pendientes y no deseo seguir perdiendo mi tiempo—Álgido—Espero no tener que presentarme aquí cada vez que tenga una duda, mi hermano puede hacerlo en mi lugar—Increpo. La mujer se avergonzó. —Disculpe, entine-do-do que tenga ocupaciones...—Tartamudeo un poco. Lucifer la miró con desagrado e interrumpió. —Si las tengo señorita Lorient, espero se resulte estar a la altura—Inquirió al salir de la oficina. « ¿Qué le pasa? ¡Primero se amable y coqueto, después actúa de esa manera tan fría!» Se pregunta llena de ansiedad. Ninguno de sus clientes se había comportado tan grosero y petulante como Lucifer lo hizo en ese momento, sin embargo, le tomo varios minutos recuperarse del impacto, la imagen que presentó ante ella era mucho más imponente de lo que podía proyectar, sintió su odio hablar por si solo nada más en una mirada. —Es aterrador—Susurro al respirar con dificultad. Lucifer se quedó aún lado de la puerta en completo silencio, escuchando cada una de las palabras que Emma pronunciaba. Pues había sido herido de gravedad por sus palabras, su rechazo le dejo una enorme marca en la consciencia y le recordaron eventos que él mismo se había encargado de suprimir. «Sucia humana...crees que permitiré que te burles de mi» Pensó al tragar saliva y tocar su pecho. —Ash... Como si esto no fuera suficiente—Susurro. Se dirigió a la salida y condujo su auto hacia la playa. +++ Aniel jugaba con la arena, para ser fin de semana había muy pocas personas en Le Larvotto. Llanus estaba sentado desde un restaurante observando a Aniel jugando en la arena. Se había encargado personalmente de buscar y llevar a cada una de las niñas más cercanas al querubín. Disfrutaba de ver a su hermana sonreír, pues sabía que el compartir con los humanos era uno de los pasatiempos más gratificantes que Aniel realizaba. El hombre cuidaba las cosas de las niñas y al mismo tiempo se mantenía al tanto de cualquier cosa que hacían, mientras tomaba vino en una copa de cristal. Suspiro. Pues habían pasado toda la mañana del sábado en ese lugar, el sol apenas había empezado a mostrar su calor cuando marcaba medio día, Llanus había terminado dos botellas de vino y parecía estar indiferente a los que acontecía en el exterior. Mientras Aniel construía un castillo de arena con tres de las niñas, que tomaban clases de ballet junto a ella. Llanus no era muy fanático de las playas, ni de ningún lugar en el cual tuviera que mostrar su cuerpo, prefería mantenerse vestido y mucho más cuando se trataba de lugares en los cuales frecuentaban humanos. Se acomodó los lentes y luego se exaltó al ver correr desenfrenado un Lamborghini rojo hasta el estacionamiento. Llanus apretó las mandíbulas fuerte, pues sabía que quien estaba llamando la tensión era su querido hermano. « ¡Lucifer!» Pensó al mirada a su hermano salir del costoso auto y acomodarse las gafas de sol. Un auto antes que el planeaba estacionarse en el mismo lugar, pero Lucifer se encargó de quitarle el sitio en menos de unos segundos. Llanus gruño y volvió a ver Aniel, quién no se había percatado de la aparición excéntrica de su hermano. Lucifer no parecía tener el ceño tranquilo, las facciones de su cara estaban tensas y repelía cualquier persona que se atrevía a tocarlo o elogiarlo por su belleza, Llanus arqueo una ceja y comprendo que algo había pasado. El joven apuesto se sentó frente a su hermano en la mesa y soltó un suspiro largo, en cuanto llegó un mesero fue a recibirlo rápidamente. El joven pecoso extendió el menú y dio un cordial saludo. Pero lucifer solo levantó su mano y lo corrió de inmediato con un gesto desagradable. —El chico no tiene la culpa de lo que sea, que te haya echo molestar hermano—Replico Llanus. Lucifer bajo las gafas de sol hasta su nariz y se acomodó en el sofá. —Hay una mujer que me rechazo...—Soltó desanimado. Llanus se echó a reír. —Por eso estás molesto, porque una mujer te rechazo, pensé que habías perdido una apuesta o Mefisto se había vuelto a comportar libidinoso con una sirvienta—Concluyo al dar un sorbo a su copa de vino. Lucifer bajo la mirada y luego respiro fuerte. —Es la primera vez que una mujer me rechaza, de hecho es la primera vez en toda mi existencia que un ser vivo me repele de esa manera—Menciona lleno de insatisfacción. Llanus vuelve a verlo con preocupación. —No es normal...tu eres bueno perfecto, ningún ser sobre la tierra se resiste a ti—Dijo sorprendido. Llanus se arrepintió de darle la razón así hermano, creyó que le subiría el ánimo si le daba un halago ostentoso, pues él nunca dirigía elogios a su hermano. Sin embargo, Lucifer no reaccionó ante sus palabras. Llanus frunció el ceño. —Debo conquistar a esa mujer, ella debe ser mía—Decidido. Nunca antes lo había visto actuar de manera tan siniestra y posesiva cuando se trataba de un humano, después de todo nunca les había dado importancia, Llanus creía que Lucifer veía a los humanos como juguetes y no como seres vivos pensantes. —Bien...has lo he quieras, tal vez sea una nueva experiencia para ti—Propone al mirar a su hermana. — A lo mejor algo en ti cambie—Menciona pensativo. Suelta un gruñido, al ver que traía un almuerzo para seis personas. — ¿Sabías que vendría?—Pregunto Lucí al mirar la comida. Llanus lo miro por encima de su hombro. —No lo sabía, pero pedí uno extra para más tarde, ya que las niñas necesitan comer bien y la playa debe darles hambre—Aseguro al levantar su teléfono. Lucifer se rió un poco.
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