Aniel jugaba bajo las escaleras de la planta de abajo, había anochecido y Llanus se encontraba buscando leña para encender la chimenea, estaba solo a unos metros de distancia de la entrada, pero por algún motivo sentía una extraña presencia, cada noche, mañana y atardecer se llevaba consigo a Aniel al intersticio para no dejarla sola en la cabaña, después de todo había pedido a Mefisto que ninguno de los demonios que los vigilaban estuvieran en el lugar. Por un momento se arrepintió un poco, aunque estaba acostumbrado a cargar con la responsabilidad de Aniel por el mismo. Desplego sus alas listo para dirigirse a la entrada y llamar a su hermana, estaba seguro de que se entretendría más el limbo que jugando bajo las escaleras con los conejos que había adoptado. Aniel tarareaba una melodí