Kath Valladares Mis labios recorren con suavidad ese regalo que la vida me ha dado, ahuyentando mis deseos más intensos. Lo saboreo, jugueteo con mi lengua mientras lo siento tensarse bajo mi toque, sin saber exactamente qué pasa. Entonces, él me mira y me levanta, sus ojos, llenos de deseo, se clavan en los míos, despertando una chispa en mi interior que creía perdida. Me toma el rostro con ambas manos, y sus labios se encuentran con los míos en un beso ardiente, que hace que todo mi cuerpo se encienda. El calor en mi entrepierna crece, y sin una sola palabra, me lanza sobre la cama y se coloca sobre mí. Sus besos se vuelven frenéticos, descendiendo hasta mis senos, donde se pierde en cada uno de ellos, succionando mis pezones con una devoción que me envuelve en una oleada de placer. Ca