Math Evans No imaginé que la comida afrodisíaca de mar provocara un efecto tan inmediato en la pequeña Oriana. Se ve divina, y su excitación es evidente; sí, ella está ardiente. La intensidad brilla en sus ojos y en cómo se cruza de piernas, tratando de controlar el cosquilleo que la invade, sus mejillas están rojas, y se le nota lo que quiere. —Math, tengo que ir al baño —me dice, sonrojándose, todavía más. Le doy un beso en la mejilla. —Ve tranquila, cariño. —Ella sale corriendo, tímida pero segura de que es su primera vez. Aprovecho el momento para enviar unos mensajes de texto y organizar una recepción improvisada; el dinero lo puede todo. En ese hotel de lujo donde tengo una especial preferencia, todo estará listo para cuando lleguemos. Ella está ardiendo, y yo estoy dispuesto a