Narrador
Para las hermanas Valladares, la situación se complicaba un poco más. Kath, fiel a su espíritu rebelde, al salir de la oficina con un simple cheque de liquidación en mano, decide no regresar al departamento que comparte con su hermana. En cuanto llega, recoge sus pocas pertenencias, hace una llamada y toma un taxi, dirigiéndose hacia un destino que la espera con las puertas abiertas.
Al llegar a una reluciente mansión, Kath respira hondo antes de tocar el timbre. Al abrirse la puerta, sonríe con satisfacción, imaginando un futuro mejor que el de simple asistente en la empresa de Mathew.
—¡Hola, Kath! ¿Cómo estás? —la recibe su anfitriona. Kath, maravillada por el lujo que la rodea, entra con una gran sonrisa y se muerde los labios al ver el esplendor del lugar.
—Hola, muy bie
