Los meses pasaron, y el parto de Magda llegó.
—Es una hermosa niña—, dijo la viuda Aleana al tiempo que acercaba a la pequeña a su madre. Magda la tomó en sus brazos, dejó rodar una lágrima y pronunció.
—Mi pequeña Kristhel Randall.
Marlín y Magda se convirtieron en las mejores amigas, trabajaron duro en el pueblo como jamás antes lo habían hecho, con el pasar de los años compraron una casita retirada del pueblo, ahí se mudaron con sus dos hijos. Los cuales se habían convertido en los mejores amigos, y al pasar de los años en novios.
Kristhel Randall contaba con solo trece años de edad cuando Arvid Mehmet le robó un beso, aquel adolescente estaba próximo a cumplir los dieciséis años y no aguantó un día más y terminó confesando sus sentimientos hacia la niña de ojos cielo y cabello de sol, cómo solía decirle.
—¿Crees que mamá y mi madrina lo acepten?
—Yo creo que se enojarán, pero después entenderán—, Arvid se acercó más a Kristhel y volvió a besarla, al soltar los labios de ella confesó —Te amo.
La puberta sonrió y repitió lo mismo, después de tantos besos y abrazos caminaron hasta la casa tomados de la mano. Al llegar, vieron varios hombres vestidos de n***o en la entrada de su casa.
—¿Quiénes son? — Inquirió Kris.
—No lo sé, averigüemos—, Arvid tomó la mano de Kris, caminaron así hasta que los dos hombres se percataron de su presencia.
—Señor. Aquí está el joven Arvid—, dijo uno. Entonces Sergio Mehmet salió de la cabaña. Al ver a su hijo sonrió, se acercó y lo abrazó.
—Hijo, al fin te encontré—, Arvid se apartó de él. Sus cenizos ojos buscaron a su madre en el interior de la casa.
Mamá—, se acercó a ella y la abrazó —¿Quién es ese hombre?
—Soy tu padre, y he venido por ti.
—No te llevarás a mi hijo.
—Claro que lo haré—, dijo Sergio al acercarse —Tú te robaste a mi hijo hace años, y si no vienes conmigo te meteré en prisión.
—No, no lo hagas—, solicitó el joven.
—Esta bien, iremos contigo—, dijo Marlín devastada.
—Bien, andando todos—, Sergio tomó la mano de Arvid y este se soltó.
—No quiero irme—, expresó al mirar a Kris.
—Claro que irás, no pienso dejarte en este pueblo de mala muerte. Te he buscado durante casi catorce años, y ahora que te he encontrado no dejaré que sigas lejos de mi.
Seguido ordenó a sus hombres agarren a su hijo y lo suban al auto en contra de su voluntad para seguido dirigirse al helicóptero. No obstante, Arvid pidió un momento.
—Solo déjame despedir—, se acercó a Kris y con un nudo pegado en la garganta pidió —Perdón, por no poderme quedar a tu lado y crecer juntos e ir a la universidad juntos.
—Arvid, no me dejes.
—Prometo que apenas cumpla los dieciocho volveré, y nos casaremos y viviremos en este pueblo muy felices. Tendremos muchos hijos los cuales correrán por este patio—, sonrió y dejó caer unas lágrimas. Llevó su mano al rostro de ella y acercó sus labios para profundizar un beso. Beso que dejó perpleja a Marlín —Volveré Kris, solo espérame.
—Ya fue suficiente—, Sergio agarró el brazo de Arvid y lo llevó arrastra de aquel lugar. Cuando subieron al auto, aquel adolescente no dejó de mirar hacia atrás, su amada Kris se había quedado parada contemplándole partir, “volveré Kris, volveré por ti”.
Cuatro años pasaron, y desde hace dos años Kristhel Randall esperaba todos los días la llegada de la chiva, por si su amado Arvid llegaba. No obstante, él nunca apareció. Durante los primeros dos años esperaba sus cartas las cuales nunca llegaron, y desde hace dos años lo esperaba a él, pues ya había cumplido la mayoría de edad y se suponía que debería haber ido por ella. Sin embargo, no tenía noticias de Arvid ni de su madrina Marlín. Al ver bajar a todas las personas de la chiva, el corazón de Kris se destrozó pues era un día más que Arvid no aparecía.
Antes de que su hija saliera del colegio, Magda había salido de compras, caminaba muy sonriente y saludando a todos los vecinos. De pronto, su corazón se detuvo, y al segundo siguiente arremetió con fuerzas, puesto que el hombre que se encontraba a solo unos metros era su esposo. Aunque los años pasaran, ella podía reconocer el porte de aquel hombre. Magda tragó grueso y soltó las fundas de agarradera que llevaba en sus manos, al caer al suelo, las frutas y verduras rodaron por la vía.
Antes que él la viera, se desvió del camino, tomó otra calle. Mientras corría observó la hora en el reloj de mano, al ver la hora supuso que Kris ya debía estar en casa. Al tomar el camino a su casa miró hacia atrás, nadie la seguía, volvió a correr, sus piernas temblaban y su corazón latía con fuerzas, el miedo de que aquel hombre encontrara a su hija y la lastimara se apoderó de ella.
Magda llegó a casa, abrió la puerta con brusquedad y encontró a su hija llorando nuevamente sobre la cama. Magda ya sabía el motivo del porque lloraba, había Sido así desde que Arvid partió. Magda sacó la ropa de Kristhel y la suya, preparó de manera rápida las maletas.
—¿Qué pasa?, ¿por qué estás así?, ¿y esa maleta?
—Debemos irnos del pueblo.
—¿Dónde vamos?
—No preguntes y solo obedece.
—Mamá, no puedo irme, Arvid volverá por mí, y si no me encuentra cuando venga.
—Arvid no volverá por ti, ya olvídate de esa promesa, si Arvid hubiera querido volver ya lo hubiera hecho, hace dos años cumplió la mayoría de edad. No a escrito ni tampoco ha venido, si no lo ha hecho es porque no volvera.
—Yo se que volverá… Algo le ha de ver pasado.
—Hija, Arvid se a convertido en un CEO muy importante, a estas alturas las mujeres le sobran, ¿crees que aún seguirá pensando en la niña de ojos cielo y cabellos de sol?
—Arvid me ama y se que volverá por mi.
Al ver que su hija no entraba en razón, Magda tomó las maletas y le pidió que la siga, cuando Magdalena abrió la puerta se dio cuenta que varios hombres se acercaban a su casa, rápidamente la cerró y se dirigió a Kris
—Vete ahora.
Caminó hasta la puerta trasera y colocó la maleta de Kris en los brazos de esta.
—¿Por que me dices que me vaya?, ¿no dijiste que iríamos las dos? — Al verla mirando por la rendija Inquirió —¿Qué pasa? —, los ojos de Magda Randall se iluminaron.