Hola, esta es la continuación de la narración de mi caótica y maravillosa vida con mi esposo, el Comandante Albert Guzmán, un hombre atractivo, imponente, un imán para las mujeres, porque esos ojos verdes son cautivadores y ensoñadores, su cuerpo tan fuerte y fornido las atrae como la miel a las abejas, pero en mis manos es un cachorrito sumiso en la cama, nadie conoce esta fase de nuestra intimidad, todas creen que es el amo del sexo, sin embargo, es mi Sumiso, por amor, por convicción y porque lo amo le cumplo sus más ardientes deseos.
Nunca me imaginé que escucharía esas palabras en esa habitación, esta chiquilla de Amanda no tiene freno en la lengua, soltó lo que yo ya me imaginaba, pero mi hermano se sorprendió al escucharla, porque respondió lo que dijo el narco Sarmiento, «voy a conseguir, lo que tanto anhelo».
—¡Enamorar a Lucyyyyyy!
Mike sorprendido me miró y yo estaba con los ojos entrecerrados haciéndome la que estaba muy enojada con el narco, así que le mencione muy sarcástica.
—Ah, vaya, vaya, vaya, así que ese es su mayor anhelo
Sarmiento se enrojeció de repente y miró de mala manera a Amanda que reclamo
—¿Qué?, ¿Acaso es mentira?, ¡Tú me lo dijiste algunas veces!, yo solo repetí lo que tú dijiste
Le hablo en voz baja, pero si lo escuché
—Dije que era un secreto
Ella solo se alzó de hombros y se dio vuelta, camino hacia la nevera y saco un zumo sentándose para vernos, el narco me miró y solo comento.
—Lucy, yo… ehm, bueno yo te he dicho lo que siento por ti y…
Tiro su traje a un lado casi gritando
—¡Es que siempre te enojas, te niegas! Y… yo me hice una promesa, que iba a enamorarte, pero ¡era un secreto y esta mujer loca que lo suelta frente a ti!
Mi hermano Mike o “Gerardo” como lo conocen ellos se lanzó una gran carcajada, ante la mirada furiosa del narco para decir.
—Así que era de ella de quién hablabas Antonio, jajajaja, yo te la veo difícil hermano, por no decir imposible, jajajaja
Entonces se me ocurrió una gran idea, camine hacia el narco hasta situarme frente a frente y hablar con toda seguridad.
—Quiero hacerle una apuesta, don Antonio
Él me observaba extrañado de mi manera de hablar y de expresarme, más que todo mi forma pícara de mirarlo, algo que jamás lo había hecho yo, entonces proseguí con lo mío.
—Mi apuesta consiste en que… Ehm, debe lograr enamorarme, pero sin flores, ni cartas de amor, sin canciones, sin palabras dulces, nada de lo tradicional, ¿me entiende?, únicamente si me enamora, ganará todo de mí y lo digo literalmente “Todo”.
Su gesto de asombro me hacía dar ganas de reírme, pero me aguantaba debido a lo serio de mi propuesta, fue entonces que replicó con seriedad y desgano.
—Pero creí que… eso es lo más normal que le gusta a una mujer, un piropo ocasional, sano, por supuesto, o un bouquet de flores, o una caja de bombones, una invitación a cenar, entonces… ¿Qué es lo que quieres Lucy?, ¿cómo es que debo enamorarte?
Mire a mi hermano, a Amanda y a Sarmiento para responder cínicamente y con picardía
—¡Averígüelo usted mismo!, si quiere ganar la apuesta
Se puso histérico reclamando
—¡Eso no es justo!, No soy un maldito brujo o adivino para saber que es lo que te gusta si no me lo dices, Lucy
Me di vuelta para poder guiñarle un ojo a mi hermano que estaba risueño viendo y escuchando lo que yo decía, entonces refuté.
—¡Lo siento! Pero ese ya es su problema, además nunca me he enamorado, no sé lo que es el amor, así que usted pensará en lo que desee hacer para lograrlo.
Tomé mis cosas y caminé hasta el umbral de la puerta para darme vuelta y recalcar
—Una cosa más don Antonio, deje de mirarme el trasero que eso me molesta y eso es un punto en su contra
Salí y lo escuché decir furioso ante las risas de mi hermano
—¡Maldita sea!, hasta eso no le gusta, carajo
Baje hasta el estacionamiento en donde estaba Luis recostado en la camioneta, me acerqué y lo vi con los ojos cerrados, lo toqué, con mi dedo índice en su hombro y dio un pequeño salto para decir trabajosamente.
—Ah, es usted, oiga, yo no estoy de acuerdo con lo que quiere hacer, el comandante me ha llamado varias veces ya, que quiere hablar con usted, pero no entiende que no puede hablar con usted, puede mandar a la mierda la misión, creo que está desesperado
Lo miré y le ordené que suba para ayudar a bajar algunas cosas y que yo hablaría con mi esposo, tome el celular y camine hasta un sitio que estaba muy solitario, me fije en todas partes de que no exista ningún testigo y lo llamé escuche su voz, esa voz que me embriaga y me llena de deseo.
Aló
Hola, mi amor
Oye, ¿qué es eso de meterte con ese hijo de puta?
Te lo advierto, te lo prohíbo
No quiero que siquiera te mire
Peor voy a soportar de que te toque
Deje que se desahogara, para darle en el punto exacto que sé que lo voy a dejar con la boca cerrada, lo conozco y sé que le va a doler, pero eso hará que se calme y allá voy.
Mi amor, solo debes verlo
desde otro punto de vista
¿Otro punto de vista?
¿Cuál otro punto de vista?
Haz de cuenta de que
es lo mismo que me pediste
hace tiempo
¿Qué cosa?
Lo de Frank
Ese grito estridente e histérico deben de haberlo escuchado todas las personas cerca de su Él
¡Quéeeee!
Su respiración entre cortada me hacía saber de cómo se sentía en esos momentos, de que estaba por explotar y yo antes de que comenzara con soltar improperios, reclamos o insultos le inquirí.
Ahora ya lo sabes
Adiós amor
Le cerré la llamada, respiré muy hondo y solo en mi mente me estoy imaginándolo que está lanzando todo lo que tiene a su alcance, rompiéndolo todo, y quizá hasta sollozando de impotencia, saber que sufre me duele hasta el fondo de mi alma, sin embargo, esto debo hacer, debo ganarme toda su confianza, Sarmiento debe confiar en mi como a si fuese Él mismo y voy a lograrlo.
Entré al vehículo para esperar que todos bajen para irnos de regreso a la hacienda
NARRA SARMIENTO
Amanda acaba de hacerme la cagada más grande del mundo, me expuso, se le soltó esa maldita lengua, ahora Lucy va a estar a la defensiva, maldita sea, ahora Gerardo me mira todo burlón, me imagino que ya mismo comienza a molestar, porque este hombre no deja pasar una, sus carcajadas burlonas me molestan y Amanda todavía me replica como si no hubiese metido la pata, me mira toda inocente, Lucy me mira con los ojos entrecerrados como si estuviera enojada, se levantó, ahora que me dirá, es impredecible esta mujer, voy a tener que escucharla, carajo.
Me dijo burlonamente «Ah, vaya, vaya, vaya, así que ese es su mayor anhelo», comencé a replicar diciéndole que ya le había dicho de mis sentimientos, pero me gano la rabia y grite mucho rezongando lo que ella no quiere nada conmigo.
Ahora ese Gerardo con más gana comenzó a burlarse, soltó que era de ella, de quien hablaba, pero quien mierda le dijo que abriera la bocota, eso era un maldito secreto, pero todo se fue al caño, por estos dos habladores.
La veo que se comporta un poco extraño, me mira con picardía, me suelta algo que me dejo anonadado, dijo que iba a apostar conmigo y que era de que debía enamorarla, al principio me alegré, sin embargo, cuando me menciono que nada de cursilerías, que eso no le gustaba yo reclamé con toda la razón del mundo.
Le repliqué de que a todas las mujeres les gustan las flores, esos detallitos de amor, flores, sin embargo, fue firme en recalcar que esos detalles no le gustan, pregunté entonces lo que le gustaba y ella todavía burlona me dijo «averígüelo usted», esa mierda me dijo, fue capaz de decirme eso, de inmediato le reclame de que no soy brujo ni adivino para saberlo, todavía me responde de que es mi maldito problema que si quería ganar la apuesta.
Me dejo hecho una piltrafa cuando la veo que recoge sus cosas y se va hasta la puerta, me mira y me dice de remate que no le gusta que le mire el trasero, cerro la puerta y me dejo allí parado como una mierda, escuchar como se reía Gerardo me estaba ya hartando y le grité.
—¡Ya cállate!, ¡maldita sea!, deja de burlarte, me acaban de hacer puré
Gerardo dejó de reírse y me preguntó mirándome fijamente sin dejar esa sonrisita en sus labios
—¿Y ahora, qué vas a hacer?, porque te la puso muy difícil, nada de lo que les gusta a las mujeres
Me senté en el sofá observando el cielo raso para decir con resignación
—¡No sé!, me ató de manos y ¿sabes qué es lo peor?
Lo miré a los ojos
—Que no es solamente que la deseo, creo que… ¡La amo!
Un esposo enojado y preocupado, un narco obsesionado que anuncia que esta enamorado, un hermano infiltrado escuchando lo que otro hombre desea y tal vez ame a su hermana y una mujer que por amor es capaz de todo, por salvar de la muerte al hombre que verdaderamente ama.