Yo solo disfrutaba de ese mágico momento, mi mente estaba tan engañada que comencé a acariciar sus cabellos, sus brazos, su pecho, mi cuerpo extrañaba las caricias de mi amor y reaccionaba a favor de lo que sucedía en ese momento, nuestras bocas juntas disfrutando de ese beso, nuestras lenguas voraces allá adentro recorriendo cada palmo de nuestras bocas. Hasta que me llego el aroma del perfume y mi mente salto reaccionando de inmediato, ese no le pertenecía a mi amor, era otro aroma, era el perfume de Sarmiento, lo empuje y lo observe que no dejaba de mirarme extasiado por lo que hicimos, allí parados los dos inmóviles hasta que me hablo muy despacio. —¡Lu... cy!, ¿qué su... cede? Yo... yo, por favor, ¡perdóname!, yo... me dejé llevar del momento, ¿me escuchas?, ¿Lucy? Apenas lograba e