CAPITULO 5

1587 Words
Su grito estridente me hizo entrecerrar mis ojos, porque ahora no fue de sexo sino por los niños —¡Noooo!, no me separe de ellos, los quiero mucho, yo he estado con ellos desde que eran bebés, no me los quite por favor, está bien, le… le prometo que no, no trataré de molestarlo, pero, ¡no me los quite! Y se puso a llorar, me dio pena, porque ahora lloraba por mis hijos, yo también pensé en ellos, sé que lo adoran, para ellos Erick es su todo, se han criado con Él, los guía, les enseña, es como su nana, solo espero que cumpla su promesa y deje de seducirme, solo me di vuelta y abrí la puerta saliendo de allí dentro, regrese a mi alcoba, entre y cerré la puerta muy despacio, pero me quede recostado en ella cerrando mis ojos pensando en que internamente, me gustó, me gustó lo que hicimos, pero no puedo hacerlo de nuevo, amo a mi esposa y no voy a faltarle aunque estuviese borracho de nuevo. Por inercia me toqué el bulto que sentía en mi pantalón, el desgraciado estaba duro, comencé a sofocarme, me saque el estorbo y mi mano fue a sobarme mi polla, sube y baja apretándola, me aguantaba hacer ruido hasta que culmine con un orgasmo muy fuerte que prácticamente manche mis manos y el pantalón que yacía en el suelo, espere a tranquilizarme y me agache a recoger el pantalón, mi bóxer no sufrió ningún daño, lo deje encima de la cama, me saque el resto de ropa e ingrese a darme una ducha, porque estaba sudado y con mi semen en mis piernas. Allí adentro reflexione un poco y me percate que esta vez no me masturbe por mi esposa, fue por, por Erick, Dios mío, que me está pasando, acaso me estaré volviendo loco, no debería siquiera pensar en nadie. Salí, me vestí nuevamente y bajé para acompañar a mis hijos en su desayuno, ya habían terminado, pero seguían en la mesa del comedor conversando, en cuanto me vieron se lanzaron a saludarme y abrazarme, yo también con todo mi amor los abracé y los apreté duro contra mi cuerpo, son mis hijos, los hijos del amor de Fanny y mío, los solté para sentarme a desayunar. Carmen me sirvió, cuando estaba por la mitad, los niños saltaron de sus asientos para correr hacia afuera, me di vuelta para saber el motivo y lo vi, ese motivo que ahora me desconcierta, verlo abrazado de mis amores que lo besan sin parar lo tratan como si fuese yo, y Él los adora, se nota como los ama, le dieron sus manitas para jalarlo al comedor, se sentó sin dejar de observarme de reojo, Carmen saludo y le sirvió esta vez mirándome al disimulo, yo trate de hacerme el indiferente, solo inicie una conversación, preguntando del estado de mis hijos en la escuela y sobre su forma de conducirse cuando salen a alguna parte. Erick me hablaba maravillas de mis hijos, sus ojos brillaban de amor hacia ellos, esa misma mirada que pone mi esposa cuando habla de sus hijos, sentí algo al escucharlo hablar con ese entusiasmo, su voz tenía algo que me estaba gustando, no dejaba de observarlo mientras parloteaba, cuando me sentí ser observado, dirigí mis ojos hacia la cocina y Carmen estaba con su vista posada en mí para solo mover su cabeza en forma negativa. De inmediato cambie mi semblante a uno más serio, apresure a terminar mi desayuno y le pedí a Erick que los llevara a la escuela y pidiera sus notas para saber cómo iban en la escuela, me despedí de mis hijos, me siguieron hasta la puerta, saltaron a abrazarme y besarme, sonreí de alegría al sentir sus pequeños labios tocando mis mejillas, esa bella inocencia de ellos, cuando mire hacia adentro y me tope con los ojos de Erick que me miraba triste, sin embargo, su semblante fue de ganas de llorar, se tapó su rostro y se fue corriendo subiendo la escalera. Los guardias cerraron la puerta y me subí a mi auto para ir a la comandancia, en el camino iba recordando a Erick llorando, al principio no era tanto, pero al transcurrir los minutos mi corazón se estrujó, verlo sufrir, me dolió, esos pensamientos y sentimientos me llegaron a preocupar, estuve como ido, descuidado de mis deberes en mi despacho, mi subalterno ingreso y me había estado llamando, pero yo estaba ensimismado en mis pensamientos, hasta que sentí que golpeaban mi hombro y decían. —Comandante, ¿está bien? Mire a quien me hablaba y era Francis, mi subalterno, oficial segundo de policía, le respondí mintiendo de que estaba pensando en mi esposa, me dio cierta información sobre el seguimiento a Sarmiento, uno de sus camiones entro por un camino de tierra, ruta no usada por nadie y lo capturaron, pedían mi presencia entonces me levante para ir, ordene que se quedara para que atendiera llamadas y demás. Me subí en una patrulla y fuimos rumbo al sitio en donde estaba el automotor retenido y el chofer con dos guardias que encontraron en la parte de atrás del camión, iba pensando en que iba a ser difícil sacarles información, nos acercábamos cada vez más, cuando me baje estaba todo iluminado, entre, me saludaron todos, en las celdas estaban aquellos tres, ordene que sacaran al chofer y me lo trajeran al despacho. Fui hasta allá agarre una silla y mi mente traicionera, me recordó ese crucial momento en que soñé con mi esposa mientras hacíamos el amor y todo cambio al ver el rostro de Erick que estaba gozando conmigo y yo gemía de placer, abrí los ojos de sorpresa al escuchar que tocaban la puerta informando. —Comandante, aquí tenemos al prisionero Permití el acceso de quienes estuviesen afuera, ingresaron dos de mis agentes y el chofer esposado, lo sentaron en la silla que estaba frente a mí y comencé con mi interrogatorio, fue poco lo que respondió, pero no quería decir la procedencia de la mercancía, no nombraba a su jefe por nada del mundo, yo simplemente le informe que el camión estaba registrado a nombre de Antonio Sarmiento y que al manejarlo se convertía en su cómplice y que pagaría años de cárcel por eso. Parece que fue la fórmula mágica porque se asustó y soltó todo lo que sabía, hasta nos dio indicaciones de donde buscar en unos compartimientos secretos en donde iba escondida la droga, suplicaba indulgencia, le prometí que por la información dada hablaría con el juez para que le rebajaran los años y quizá lo sacaran del país como testigo oculto. Cuando revisamos el camión encontramos la droga, preparamos todo para irnos, yo estaba ya dentro de la patrulla para irme cuando sacaban a los prisioneros para llevarlos ya a la cárcel y sonaron disparos, los agentes que custodiaban a los prisioneros fueron acribillados junto con ellos tres, salí para repeler la balacera, los demás policías también disparaban hacia un auto n***o de donde se notaban los fogonazos, hasta que se escucharon el chirriar de las llantas y se escucharon ruidos de motores alejándose. Fui a ver a los caídos y allí estaban como cernidera los tres hombres de Sarmiento y cuatro de mis hombres a su lado, uno yacía con sus ojos abiertos y los otros se movían un poco, llamaron a la ambulancia y ayudaron a los gendarmes, me agache para cerrarle los ojos al policía me dio pena por ese chico, hoy era su primer dia trabajando para mi, todavía escuchaba su entusiasmo «comandante a sus órdenes, voy a ser el mejor de sus hombres», lagrimas cayeron de verlo allí muerto, había cumplido su palabra. Sentí un pequeño dolor en el hombro, uno de mis hombres me dijo alterado —¡Comandante está herido! Yo ni siquiera me había dado cuenta, solo me ayudaron a sentarme, al llegar la ambulancia atendieron primero a los heridos y uno de los paramédicos exigido por uno de mis hombres vino a curarme el pequeño rozón en mi hombro, lo limpio, lo desinfecto me dio unas puntadas y me inyecto algo, le agradecí, fue de inmediato a continuar con su labor, se llevaron a los policías en la ambulancia, yo me quede sentado en la patrulla y uno de los policías entro para manejar e ir a dejarme en mi casa para que descansara, soltó unas palabras sin darse cuenta del alcance de ellas. —Pobre de Darwin, tan feliz que estaba en este trabajo, nos dijo que siempre había soñado con ser policía y proteger a todos y ya ve, hoy termino todo para Él, comandante, ¿no cree que la vida es injusta? Esto lo dijo mientras me miraba, entonces yo solté un sollozo y agache mi cabeza con mis mejillas bañadas en mis lágrimas, porque me hizo recordar a mi esposa que está en la boca del lobo y puedo perderla para siempre, supongo que lo noto porque se disculpó, Mario es uno de mis agentes más cercanos y está inmiscuido en todas las investigaciones conmigo, podría decirse que es mi mano derecha. —Lo siento comandante, había olvidado lo de… su esposa, perdón Una advertencia, una súplica de amor, la muerte de un joven lleno de entusiasmo dejo un mal sabor de boca al comandante Albert Guzmán, pues alguien dijo algo que hizo que su alma se sobrecogiera de temor, porque podría perder a la única mujer que ama.
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