Enzo
—¿Sabes lo que se les hace a los tramposos? —Gruñí al chico que estaba haciendo trampa en el Black Jack. Las cámaras lo captaron y de inmediato fue llevado a las oficinas de seguridad
—Señor—dijo asustado mientras miraba al par de sujetos de seguridad de mi equipo para luego mirarme—Yo solo pensé que...
—Pensaste que podías venir y robarme—lo corte—no es la primera vez que lo haces, Estamos partiendo de un precedente
—Finn me envió—se defendió nervioso—Me dijo que sería fácil—temblaba visiblemente
—Ya sabes que hacer—dije a Rafa uno de mis hombres asintió
—¡Señor D'Angelo! —grito el hombre mientras me daba media vuelta y salía de ahí —¡Señor! —camine por el pasillo y llegue a mi oficina
—¿Problemas? —Conte estaba sentado en el sofá de mi oficina con una cerveza en la mano
—Nada que no se pueda solucionar—Me senté en mi silla detrás del escritorio y desabroche mi saco—Pero me parece que tu deberías estar allá, en vez de estar aquí en mi sofá, bebiendo mis cervezas
—Vengo de cumplir tus ordenes—bebió un trago—Noche difícil—sabía a qué se refería. O mejor dicho a quien
—¿Qué descubriste? —tome una pequeña pelota para el estrés que me había traído el mismo Conte. Y comencé a lanzarla
—La seguí hasta el complejo de departamentos donde vive. Minutos después salió de nuevo y me llevo hasta el gimnasio de Caleb—detuve el movimiento de la pelota y lo miré frunciendo el ceño
—¿Qué hacia allí? —pregunte
—Al parecer, la Thara delicada que conocimos se volvió Dura— una sombra de anhelo cruzo su rostro—La vi con el saco y es buena, pero tuve que salir a vigilar desde afuera porque están llamando mucho la atención—sonrió —digo. No pinta nada un tío en traje
—Qué piensas—verla era duro para ambos. Conte se removió en el sofá y se terminó la cerveza de un trago
—Me pidió disculpas—dejó la botella en la mesa del centro frente a sofá—Pero no estoy preparado aún—continuo —La quería como mi hermana ¡mierda! era mi hermana y ella me dejo atrás sin más—parecía furioso—Ahora. Lo que yo quiero saber es que vas hacer si ella acepta ¿qué harás?
—Nada—respondo—Es así de sencillo. Digamos que Thara es el medio para conseguir un propósito. Una vez obtenga el inmobiliario me quedare con la tienda—lo miro fijamente—Esa será mi venganza
—No estoy de acuerdo con tu proceder—se puso de pie abrochando la chaqueta de su traje—Pero sabes que soy fiel a nuestra sociedad y si eso es lo que deseas solo asegurarte de no salir jodido al final—camino hasta la puerta y se detuvo antes de salir—Porque, por más que lo niegues Thara sigue allí—se tocó el lado izquierdo de su pecho. Iba a desmentirlo, pero se adelantó—Lo sé porque a mí me sucede igual
—Desde cuando te volviste tan sentimental—fue lo que pude ir ante sus palabras—Lo único que me mueve es la venganza por lo que me hizo hace ocho años atrás y la tendré. Ahora ve a la oficina de seguridad y cerciórate que todo abajo vaya como debe ser—me referí al casino que estaba a medio llenar hoy miércoles. Conte asintió y salió de mi oficina. Una vez solo me deje ir hacia atrás en mi silla y resople
Thara Lombardi. Mi mayor alegría, pero también mi mayor desilusión. Verla después de tanto tiempo abrió viejas heridas que pensé haber cerrado. Mirarla detrás de ese mostrador toda sonrisa con sus clientes me perturbó. Pero había cambiado su forma de expresarse, de comportarse. Denotaba madures. Cuando pude apreciar sus atributos, también noté el cambio. Sus caderas estaban más redondeadas, su busto también parecía más lleno y su cabello rubio era extremadamente largo en comparación como siempre lo usaba. Paso de llevarlo por los hombros a llevarlo al ras de sus caderas. Pero si quería cumplir mi propósito debía centrarme en mi objetivo y era la venganza. Ocho años atrás me dejo a tan solo un día antes de la boda. Sin duda el amor que me decía tener era muy pobre. Pero, a pesar de todo no busque vengarme eso solo llegó por si solo gracias a la adicción de Pietro Lombardi que jugo todas y cada una de sus propiedades dando la oportunidad de saborear el hundimiento de Thara. Y como bono, me haré con el edificio que quiero en Génova para agrandar mi imperio de casinos. Un golpe en la puerta me saco de mis pensamientos
—Adelante—uno de mis hombres de seguridad camino hasta estar frente a mí —supongo que le dieron su merecido al hombre que robaba—dije mirando a Leónidas con mi ceja arqueada
—Si señor—respondió sin inmutarse—se le dio el tratamiento leve. Como lo indica siempre.
—Me parece bien—concorde—Con tres dedos rotos puede que se lo piense antes de volver a querer robar en uno de mis casinos—el sólo asintió— ¿Algo más?
—De hecho, señor. Quería pedirle un favor—me levanté y me serví un poco de borbounn—Tengo un amigo que desea hablar con usted
—¿Quién es? —estaba intrigado. Leónidas poco hablaba y era muy leal a mis ordenes
—Bueno. Es el primo de este—continuó—Mi amigo se llama Fabrizio Mazzini—asentí
—Creo recordar a los Mazzini—me senté de nuevo en mi silla—pero de que desean hablar conmigo
—La verdad no lo sé señor. Fabrizio me dijo que su primo el señor Demetrious Johnson quería hablar con usted—pensé en la posibilidad mientras movía mi vaso
—¿Qué sabes de Demetrious Johnson?
—La verdad. No mucho—dijo—Pero mañana tendré esa información—asentí
—Dile que venga a verme el domingo—concedí—después de medio día que no estaré tan ocupado—Leónidas era uno de mis mejores hombres—necesitó que vigiles a alguien. Su nombre es Thara Lombardi, dile a Conte que te de lo que tenemos
—Está bien jefe. Me encargo de todo—asentí y sin más salió de mi oficina sin decir más. No debería importarme la vida de Thara, pero si tenía un propósito, debía llevar la delantera. ¿Estaría viendo a alguien? golpeé la mesa con frustración. No debía de interesarme, ni mucho menos afectarme, ¡pero maldita sea! me cabrearía si ella viera a alguien.
★★★★★
Thara
—Me muero por unos cupcakes de frambuesa y limón—dijo Lissa mientras ordenaba un perchero
—Ahora que lo mencionas, yo quiero uno de chocolate y avellana—Marcelo hablo sentado en una de las sillas que estaban en la boutique. Había sido una mañana algo ocupada pero ahora después del almuerzo la tienda estaba tranquila
—Bueno. Yo estoy a régimen—esta vez fue Cristal la que hablo mientras esperaba que una clienta saliera del probador—Pero me podría comer uno de vainilla. Digo, para no comer tantas calorías—dijo esperanzada. Me reí
—Así comas uno de vainilla te saldrás del régimen—dije—además, que aburrida. vainilla, yo concuerdo con Lissa. Un cupcakes de frambuesa y un volcán de chocolate si me animaría
—Pues no se diga más, yo invito—Marcelo se puso de pie—Voy por esos manjares y enseguida vuelvo
Mientras Marcelo salía pensé la forma de decirles la verdad de lo que sucedía con la boutique. No debía hacer más larga la espera de esto, era importante para mí que ellos supieran lo que nos esperaba. Luego de despachar a la clienta, cerré la caja por el día y le dije a las chicas que cerraran. Diez minutos después Marcelo apareció con una caja en manos y confundido por ver la tienda cerrada a esa hora de la tarde
—¿Qué sucede? —dijo poniendo la caja en el mostrador y miro a Lissa que se encogió de hombros
—Necesito hablarles de algo—dije sentándome en uno de los sofás. Poco a poco les relate los que sucedía, les conté lo que mi padre había hecho y que tenía un mes para desalojar, también les conté que tenía una posibilidad de salvar la tienda explicándoles lo que Enzo me había propuesto. Vi sus rostros de consternación y de rabia de parte de Marcelo.
—Estaremos contigo hasta el final Thara—dijo una Lissa con lágrimas en los ojos —esto es lo único que conozco—continuo—sabes que no tenía familia hasta que los encontré a ustedes—asentí. Lissa se había criado en un orfanato y había salido adelante por sus propios pies—no tengo mucho, pero es tuyo si te hace falta para pagar la deuda—negué de inmediato
—No
—también tengo dinero—secundo Marcelo
—Yo también—dijo Clarisa—Dominic y yo Podríamos esperar un poco por el p**o de la casa
—Absolutamente no—negué vehementemente—Tu y Dominic han estado ahorrando desde hace mucho y ahora que están casados van a tener un hogar propio—me puse de pie—No aceptaré su dinero. De ninguno—los mire—Ustedes tienen sus sueños, metas y jamás les haría eso a ninguno—enfatice —se los agradezco, pero no puedo
—Pero tiene que haber una solución—Lissa dijo secándose las lágrimas que corrían por sus mejillas
—No llores—le di una sonrisa triste, me acerqué y la abracé. Entre Lissa y yo siempre había existido una conexión de hermandad. Intentaba protegerla y cuidarla. Ella merecía a alguien que se preocupaba por ella. Apenas llegaba a los veintidós años y era muy tímida e introvertida algunas veces y eso hacía que los tres la cuidáramos mucho—Lo voy a solucionar
—No estarás pensando en aceptar lo que D'Angelo te propuso —Marcelo dijo enojado
—No voy a permitir que se quede con algo que me pertenece—les dije. Lissa se soltó de mi abrazo y limpio su rostro
—No deberías aceptar—susurro—¿es el verdad? —no era una pregunta, sino una confirmación. Lissa era la única que sabía a parte de mi familia la razón de porque no me case hace ocho años
—No tengo opción. Venga—dije tratando de sonreír—Se los dije no para que se pusieran así. Si les dije era porque quizás faltaría algunas veces al trabajo y quería que no se preocuparan. Cristal se quedará a cargo en mis días de ausencia y me pueden localizar al móvil en cualquier momento. Ahora—dije caminando hasta la caja de cupcakes— Vamos a comernos estas delicias y pasar una tarde agradable
A las seis de la tarde todos se fueron dejándome sola en la tienda. Acomode un poco algunas perchas y accesorios que se habían sacado para mostrar a algunos clientes interesados. Cuando deje una pulsera de oro rosa en el aparador me fije en un coche n***o donde se veía claramente a un hombre mirando con interés la tienda, sabía perfectamente por orden de quien estaba allí. Me alejé de la vitrina y comencé a apagar todo. No saldría por el frente como de costumbre. Busque mi bolso y apague el aire acondicionado y me fui hasta al fondo de la tienda donde estaba la puerta de descarga, así que salí y no había más nadie siguiéndome. Asegure la puerta y rodee el edificio para darle un escarmiento al sabueso de Enzo. Me acerqué cuidadosamente al vehículo y pude deslumbrar que miraba a la tienda con unos binoculares. Me acerque más y me incline cuando estaba en su ventanilla
—¿Se te perdió algo? —dije y el hombre salto hacia atrás sorprendido y deslumbré su mano libre tomando un arma y apuntándome. Bien, no salió como esperaba pensé con un poco de miedo. El hombre bajo rápidamente su arma y resoplo
—Dile a tu jefe que estoy dispuesta a negociar con él—dije dándole una mirada desolayo—Pero que yo también tengo mis condiciones
—Si señora—dijo entre dientes
—Ah y deja de seguirme o me cabrearas y créeme, no quieres eso—finalice y me di media vuelta, pero escuche cuando me llamo perra estúpida. Apreté mis puños y me calmé. Me la debía y pagaría por ello. Seguí mi camino como si no hubiera escuchado nada y tomé un taxi hasta mi casa.
★★★★★★
Estaba acostada en el sofá de mi casa viendo televisión basura. Vestida con mis pantalones de yoga negros y una camiseta estilo nadadora rosa sin saber que más hacer, cuando sonó el timbre. Apague la tele y me pase la mano por la coleta desordenada que llevaba. Al abrirla frente a mi estaba Enzo totalmente serio. Junto a él estaban Conte y a su lado el cabrón que me seguía desde quien sabe cuando
—¿Puedo pasar o se te olvidaron los modales? —dijo Enzo
—¿Si no me da la gana de invitarte? —rete enojada por su demanda
—No seas infantil—dijo resoplando—Tenemos negocios que atender—paso por mi lado sin más seguido de Conte y el cabrón. Antes de que se diera cuenta mi puño voló a su cara. Mi mano dolió como el infierno, pero me la debía.
—¡Que carajos! —Grito Conte y Enzo maldijo. El hombre estaba en el suelo mientras de su nariz brotaba un poco de sangre. No por la fuerza, sino porque Caleb me había enseñado que puntos golpear y ser efectivo para tumbar a un hombre.
—En tu puta vida vuelvas a llamarme perra estúpida ¿Me entiendes? —el escupió sangre y me miro con rabia—Limpia eso. Mi casa no es vertedero—me enderecé y me di media vuelta para encontrarme con la mirada sorprendida de Conte y Enzo
—Ahora—dije sonriendo falsamente a ambos—desean tomar algo—dije caminando hasta la cocina y sacando tres cervezas. Caminé de regreso y le tendí a Conte y A Enzo sus bebidas los cuales la tomaron sin decir nada. Regrese a la cocina y busque una bolsa de hielo y papel de cocina y se la tendí al hijo de puta
—Gracias—dijo con reserva y comenzó a limpiar mi piso
—Leónidas. Creo que le debes una disculpa a Thara—dijo en tono duro Enzo
—No hace falta—me senté en el sofá donde estaba antes—Ya me siento mejor—le tendí la tercera cerveza al tal Leónidas—Pero por favor. Siéntense
—Podrías dejar la chulería de lado—dijo Conte enojado. Me conocía muy bien, aún con el pasar de los años
—Disculpe señor. Pero su jefe vino a verme, estoy en mi casa y hago lo que se me pegue la regalada gana
—Niña insufrible—murmuro, pero sus labios se levantaron en un atisbo de sonrisa
—Leónidas me dijo que aceptaste
—Tengo mis condiciones—dije interrumpiéndolo mientras se sentaba en el sofá a mi lado izquierdo—acepto con la condición que sean dos semanas y olvides la deuda de una vez
—No soy estúpido Thara—dijo chasqueando sus labios—dos meses y cuando Bastían acepte venderme olvidare la deuda
—¡Es absurdo! — exclame—primero. Dos meses es mucho tiempo. Segundo. Qué tal si Bastían no quiere vender—dije ya cabreada—Tercero. Que me garantiza a mí que después de que Bastían te venda me devolverlas mi tienda—me levante del sofá y camine hasta la ventana para tratar de calmar mi rabia—No confió en ti Enzo—dije sin voltearme
—Yo tampoco confió en ti—dijo en tono frío—Hace ocho años que deje de confiar en ti —Golpe bajo—pero tú necesitas tu tienda y yo esa propiedad
—La única solución que veo es que el mismo día que Bastían firmé la compra venta, tú me des los pagarés originales y anules la deuda—me di la vuelta y estaba mirándome pensativo—Sino. No hay trato
—Vivirás en mi casa—soltó de repente
—¡Ni de coña! —grite—Tu en tu casa y yo en la mía
—No me sirve—dijo poniéndose de pie—debemos aparentar que estamos juntos
—Eso lo podemos hacer tu en tu casa y yo en la mía—dije incrédula. Dos meses durmiendo en su casa. No. Imposible
—Está bien—concedió—pero te quiero al menos tres días de la semana en el casino como la novia comprensiva
—¿Y porque tres días?
—Bastían siempre que está aquí va tres días, así que te avisare cuando llegue a Palermo y tendrás que ir y encontrártelo de casualidad
—No seré muy obvio—dije exasperada
—No—rodó los ojos—Se supone que eres mi novia y siempre estarás en el casino. Allí es donde lo persuadirás. También me acompañarás a algunas cenas de negocios donde el estará. Es decir, mi querida Thara, tienes el escenario perfecto para persuadirlo de la venta
—Eres un...
—No cariño. Nada de insultos—dijo sonriendo cínicamente—Somos dos personas que se suponen se adoran—me miro de pies a cabeza—si supiste fingir siendo una cría. Seguro lo podrás hacer ya que has recorrido mundo— ¿me acababa de llame puta? ¡lo mato!
—Lárgate de mi casa antes de que pierda la poca paciencia y te reviente el florero en la cabeza dura que tienes ¡cabrón! —dije pasando como flecha hasta la puerta y abriéndola
—Thara—dijo Enzo en tono cansado
—¡LARGO! —grite
—Enviare por ti el miércoles—dijo pasando por mi lado y dejando la cerveza en la mesita que tenía junto a la puerta
—Tranquilo, que me pondré mi disfraz de furcia—dije roja de la ira—Y así encajare en ese lugar—el no respondió, solo salió y detrás de ellos Conte y Leónidas. Les deje saber lo enojada que estaba al tirar la puerta, que hasta los cimientos temblaron al igual que todo mi cuerpo. Sabía que no podría sobrevivir los dos meses de engaño