Una semana después Abrí la puerta y Marcelo entro a mi departamento seguido de Lissa y Cristal. Mi vuelo desde Londres había aterrizado temprano en la mañana y ahora todos estaban aquí para un almuerzo. En Londres me deje querer por mi familia y respire un aire nuevo que me dio una nueva perspectiva de a dónde voy y que camino debo seguir. —Te ves muy bien—me alabo Cristal mientras dejaba las bolsas de comida en la encimera de la cocina—Pero me molesto que no te despidieras de nosotros —No quería que nadie se enterará de mi partida—dije y no necesite decir más porque asintieron—Además, estoy de regreso —Te extrañe mucho—me abraza Marcelo y besa mi mejilla. Lissa por su parte me guiña. A ella fue la única que le dije a donde iba y cuando volvería —Trajimos una pasta con salsa Alfredo—i