Mi cabeza dolía y daba vueltas mientras tocaba la almohada a mi lado y la abrazaba. Espera ¿Almohada? abrí los ojos asustada y me encontré con una habitación un poco oscura con muebles de madera y un pequeño sofá.
—¿Dónde estoy? —susurré aterrada. No recordaba nada más de la charla que tenía con Bastían y luego todo se volvió borroso. Salí de la cama para darme cuenta que solo llevaba una camiseta y mi cabello estaba revuelto. Caminé con cautela y solo encontré un pequeño pasillo. Logre escuchar ruido en esa dirección y camine hasta allí. Enzo estaba moviéndose en la cocina, tenía un plato en su mano y se paró en seco cuando me vio. El silencio era como un elefante en la sala, pero lo que más me incomodaba era que no recordaba nada y estaba empezando a imaginar cosas y no cosas bonitas
—Qu...e. ¿Qué sucedió anoche Enzo? —dije tratando de calmar mi terror el dejo el plato que olía delicioso
—Te drogaron anoche Thara— sentí ganas de vomitar, pero de seguro vomitaría mis riñones porque no había comido nada desde el almuerzo del día anterior
—¿Cuánto tuviste que ver con eso? — pregunte cruzándome de brazos para que no notara mi temblor. Di un salto en el lugar cuando dejó caer el puño en la tabla de cortar que tenía enfrente
—¿De verdad crees que yo te haría algo así? —su mirada era salvaje
—Me odias— le recordé —acaso se te olvida eso—me defendí
—Aún no sabemos quién fue, estoy esperando una llamada de Conte. Pero, te traje a mi departamento y te cuidé. Por lo menos deberías darme las gracias— siseo
—Lo siento—dije arrepentida— ¿Quién me desvistió? —pregunte lo obvio
—No tienes que preocuparte—dijo— Créeme, he visto cosas mejores—dijo barriéndome con la mirada. Si quería que me sintiera mal pues lo logro. Cerré mis ojos y conté hasta mil para no darle con la sartén que estaba a su lado. Abrí mis ojos y lo miré con odio
—Claro. Se me olvidaba que andas de cama en cama con cuanta puta se abra de piernas ¿no? —dije en tono cínico y recibí una mirada asesina de su parte —bueno, gracias por hacer la difícil tarea de atenderme, ya que me drogaron en tu casino. Así que enseguida me voy—me di media vuelta y no le di oportunidad de decir más. Busqué mis cosas y encontré el vestido que traía a un lado de la cama doblado deliamente y di gracias a Dios que olía a limpio. Me lo puse. Mientras me vestía sentía mi cuerpo débil y la vista me fallaba por instantes, pero tenía que salir de allí después de lo humillada que me sentía. Una vez lista, salí de nuevo por el pasillo. Enzo estaba sentado en una pequeña mesa desayunando mientras leía el periódico. Pase por su lado y busque la puerta principal la vista me volvió a fallar, pero seguí adelante
—No vas a irte sin que yo te lleve a tu casa—la voz de Enzo me paralizo—Desayuna. Lo necesitas
—No gracias. Ya me han drogado, humillado y solo falta que me envenenen—dije enojada—Me voy—abrí la puerta, pero me fui de bruces hacia adelante y sentí un brazo tomarme en volada
—Aún estas débil—dijo Enzo pegado a mi oído—Esta bien. No debí decir lo que dije. Fue poco caballeroso de mi parte. Vamos—me llevo hasta la mesa y frente a mi había un plato con huevos revueltos, beicon y tostadas, a un lado un gran vaso de jugo de naranja y un yogur de piña. Me senté y tomé el zumo sin ni siquiera verle a la cara, no podía. Me sentía vulnerable y no permitiría que me viera así
—Siento lo que te sucedió anoche en el casino—hablo Enzo después de un gran silencio—Ya supimos quien fue y p**o por lo que te hizo. Conte me acaba de llamar
—¿Por qué a mí? —pregunte aún sin mirarle
—Fue por mí—dijo y note que estaba enojado—Era una advertencia hacia mi
—¿En qué andas metido Enzo? —pregunte y levante la cara haciendo un esfuerzo por ocultar mi estado de ánimo—Cuales son realmente tus negocios
—Lo que vez es lo que hay. Estoy en el mundo de las apuestas y para mantenerte en el muchas veces tenemos que j***r a quienes nos quieren joder
—Alguna vez has...
—¡Nunca! —exclamó horrorizado por lo que intentaba decir—Jamás acabaría con la vida de otro ser humano ¿Qué clase de monstruo crees que soy? Sin embargo, no soy un santo —continuó—como dije. Lo que vez, es lo que hay
—Lo siento—en silencio comí las tostadas, después me dispuse a comer el yogurt
—Necesitas comerte todo
—No creo que pueda con todo
—De aquí no sales hasta que te comas todo—dijo utilizando el tono que usa un padre para regañar a su hija y me enfado
—No puedes obligarme a nada—hable en tono alto—¿Quién te crees que eres? además, me quiero ir. No sé dónde estoy y solo quiero descansar y olvidarme por un instante que existes y que me estas jodiendo la vida
—¿Joderte la vida? —dijo incrédulo—Tu padre es el que te jodió la vida. Es un ladrón sin escrúpulos, un vividor que...— no pudo continuar porque le lance a la cara el café que estaba en una taza que tenía enfrente
—¡Jamás hables así de mi padre! ¿te queda claro? —sin más salí de allí dando un portazo. Baje las escaleras que me supuse era la salida y llegue hasta la planta de abajo. Abrí una puerta trasera y me encontré en el salón del casino
—Perfecto—gruñí enojada. Busque la salida del casino y cuando estaba afuera había dos hombres custodiando la puerta como siempre, pase a su lado sin decir más y busque un taxi. Una vez conseguido me fui hasta mi casa mientras maldecía a Enzo D'Angelo
Pase todo el día durmiendo y retozando. Ignorando el móvil, también escuché a alguien tocar la puerta varias veces, pero no abrí ¡que le den! mi aguante tenía un límite. Al llegar la noche me di una ducha y de nuevo me fui a descansar. A la mañana siguiente me prepare para el trabajo. Unos pantalones negros lisos, una blusa sin mangas blanca con una abertura frontal en V y mis sandalias negras, deje mi cabello suelto y lo arregle en ondas. Una vez lista después de desayunar salí hasta mi trabajo.
★★★★
—La fiesta debió estar genial, porque no diste señales de vida—se mofo Cristal al verme llegar. Me quite las gafas y las deje en el mostrador
—Muy graciosa Cristal—respondí haciendo una mueca—Pero no. La fiesta no fue genial. Fue fatal, créeme
—¿Qué te sucedió? —pregunto preocupada
—Después te cuento—mire por la tienda— Marcelo y Lissa ¿dónde están?
—Están atrás, en el deposito buscando algunas cosas que hacían falta aquí
—Bien—dije y empujé los pensamientos de Enzo al fondo de mi mente. Como siempre di lo mejor de mí a los clientes y la mañana fue exitosa, cada día los turistas eran más y por ende mi tienda se llenaba.
—Buenas tardes—dijo un chico pasada a las tres de la tarde—¿la señorita Lombardi? —pregunto cargando un arreglo de frutas en chocolate
—Soy yo—dije un poco renuente y desconfiada
—Esto es para usted. Firme aquí por favor —dijo dejado el arreglo en la encimera de la caja y dándome un pisapapeles, firme y el chico se fue rápidamente. Estoy sola en el frente ya que los chicos están buscando café y algunas cosas para picar a esta hora de la tarde. Tomo la tarjeta y miro lo que dice
Cena con Bastían mañana en la noche. Esta lista a las siete, no deseo dramas. Es hora de trabajar
Enzo.
—c*****o—digo arrugando la nota. Por un momento creí que venía una disculpa. Pero no, el cabrón solo me está recordando nuestro acuerdo.
—¡Que delicia! —escucho exclamar a Lissa caminado hasta mi con café para todos Y toma una fresa cubierta de chocolate—Delicioso—dice
—Disfrutarlas—digo mientras cojo mi bolso—Son tuyas
—¿En serio? —dice sorprendida asiento
—Llévatelas—salgo detrás de la caja y la miro—cierra la tienda. Yo tengo trabajo que hacer— digo y ella abre sus ojos
—Thara—comienza a decir mirándome detenidamente
—No Lissa —digo con tristeza—Es lo que debo hacer
—Deberías decirle la verdad—insiste como siempre—Eso arreglaría las cosas Thara
—Ya no hay nada que arreglar—le recuerdo—Enzo me odia y no se puede hacer nada. Adiós Lissa—sin más salgo de la boutique hacia mi departamento.
★★★★★★
El auto recorre las principales calles de Palermo mientras Conte y Leónidas van en frente en silencio. Mi móvil suena y sin mirar descuelgo
—¿Si? —Sigo mirando por ventanilla de la camioneta
—Señorita Lombardi. Soy Lazo y tengo días tratando de hablar con usted
—Dígame—dije al saber que era mi abogado, además él se había encargado de defender a mi padre
—Ayer recibí una notificación del reclusorio donde denegaron la petición de su padre en cuanto a su estado de salud —cerré mis ojos y alejé las ganas de gritar que tenia de repente
—No sé qué decirle lazo—respondí en voz baja—Mi padre está enfermo, pero si eso no es suficiente, no sé qué hacer—fui sincera
—Apelaremos ante el juez y veremos que sucede, pero eso podría tardar meses—me dijo
—Haga lo necesario—insistí—¿Algo más?
—Quería saber cuándo puedo verla para que firmemos su testamento. Hace tres meses lo tengo hecho y usted no ha venido a que concluyamos ese asunto—es cierto, con lo sucedido con mi padre me olvide de eso
—Lo sé—dije ahora un poco exasperada—Que tal si nos reunimos el martes a eso de las dos
—Me parece muy bien—respondió—Ahora. Bien, ¿continua con la misma voluntad? —preguntó con dudas
—El fideicomiso y la boutique a Lissa, además de mi departamento. Esa es mi última voluntad—susurre. Hace mucho decidí que era mejor estar preparada debido a mis antecedentes
—Está bien—respondió con tono profesional—Hasta el martes entonces señorita Lombardi
—Hasta entonces—termine la llamada y me fije que estábamos estacionados frente a un edificio lujoso y solo estábamos en el coche Conte y yo
—¿Qué es eso de tu última voluntad Thara? —hablo Conte con voz alterada. Intente abrir la puerta de la camioneta, pero estaba trabada, sabía que no me iba a dejar ir así nada más. Resople resignada
—Lo que a mí me suceda no creo que te interese—dije recordando su hostilidad durante este tiempo—Sin algo me sucediera tú y Enzo estarían más que felices
—Thara—dijo mirándome de forma extraña desde el asiento del frente—Yo nun... —Su móvil lo interrumpió antes de continuar. Miró la pantalla y contesto—Estamos subiendo—fue lo que dijo mientras destrababa las puertas del auto de inmediato salí arreglando mi vestido n***o corte halter con encaje en la espalda, un cinturón dorado alrededor de mi cintura y zapatos del mismo color, mi cabello lo había recogido en un moño desordenado y me había maquillado lo más natural que pude. Conte me guio hasta dentro del lujoso edificio y una vez en el ascensor presiono el último piso. Como no suponerlo me dije a mi misma al ver que nos dirigíamos al pent-house
—Esto aún no se ha terminado—dijo a mi lado Conte
—Yo creo que si— dije tajante y poniéndome derecha antes de escuchar el sonido del elevador antes de abrirse. Cuando las puertas se abrieron Conte salió primero y tras abrirme la puerta del departamento se fue, no sin darme antes una mirada que me dejaba claro que no habíamos terminado. Camine al interior y me sorprendió lo bonito del lugar. Estaba decorado con tonos blancos, verde lima y un poco de beige en las cortinas. A mi izquierda deslumbré el pequeño pero lujoso comedor y más allá pude ver una chimenea. Era un espacio bien proporcionado y lujoso.
—Llegas tarde—dijo Enzo a mi derecha mientras me estudiaba detenidamente —Bastián y su esposa ya están aquí
—Si. Bueno, yo creo que me veré mejor con una entrada un poco más especial ¿no? —dije irónicamente deje mi bolso de mano en el sofá y camine hasta el—Que empiece el espectáculo
—¡Thara! —exclamo Ariadne apenas pase el umbral hacia el exterior y me dio un abrazo—Imagina mi sorpresa cuando Bastían me contó que tú eras la novia de Enzo
—Si—dije sonriendo y sintiéndome mal por engañarlos—El mundo es un pañuelo Ariadne
—Como atrapaste a este hombretón ¿Eh? —dijo divertida haciendo que Bastían y Enzo rodaran sus ojos
—Lo vi y dije. Es mío—Enzo me miro enarcando una ceja y me encogí de hombros—tu sabes lo tenaz que soy —cuchuchee haciéndole reír
—Bueno mi amor. No acapares a Thara para ti—dijo Bastían saludándome
—¿Cómo estás? —me preguntó mirándome detenidamente—me asustaste la otra noche
—No es nada—hice un gesto con mi mano para restarle importancia—Solo fue una baja de azúcar
—Bien. Debes cuidarte más—me apremio con un apretón de mano
—Si. Eso es lo que siempre le digo—intervino Enzo rodeándole con su brazo y besando mi cabello. Su solo contacto me ponía el pulso a mil
—Tienes una vista hermosa aquí—dijo de pronto Ariadne y era cierto. Estábamos en una hermosa terraza grande con sofás negros junto a un bar al aire libre, donde había un equipo de sonido que reproducía música clásica suave y sabía que era por Bastían ya que a Enzo nunca le gusto ese tipo de música, un poco más adelante había una mesa que era agradable para los desayunos, en esta ocasión estaba puesta para la cena que se iba a llevar a cabo, tanto la mesa como el área de muebles estaban resguardados por enormes toldos blancos, lo que sería perfecto para reposar a cualquier hora del día
—Señor—volteé a me encontré con una mujer de unos cuarenta años de cabellos oscuros y piel clara—La cena esta lista
—Gracias Petra—dijo asintiendo
—Pasemos a la mesa—dice Enzo mientras me guía a la mesa seguidos de Ariadne y Bastían
—¿Vino? —pregunta Enzo mientras sostiene una botella en su mano
—No gracias. Solo beberé agua—el hace un gesto de exasperación y le ofrece a la pareja
La cena fue agradable, mientras que los platos eran inmejorables. De entrada, prosciutto de melón, brocheta de tomate y albahaca, de plato principal una pasta con almejas. Ariadne y Bastían hablaban animadamente mientras yo solo me limite a sonreír y a comer mi cena.
—Sin duda una de las mejores cenas que he comido en mi estadía en Italia—Ariadne suspiro mientras esperábamos el postre— ¡Dios! ¿enserio? —dijo al ver que ponían en frente una pannacotta de fresas. Cuando petra puso el mío en frente, mire a Enzo y el solo me observaba sin decir nada y sabía que él también lo recordaba
*********
—Sabes que la pannacotta pega con las niñas como tú —dijo una voz a mi espalda mientras comía mi postre en el pequeño restaurant de siempre, luego que salía del colegio—voltee y me encontré con los ojos más hermosos que había visto, y una sonrisa que derretía
—¿Disculpa? —me las arregle para decir
—Que la pannacotta te pega— dijo mientras se sentaba en mi mesa y con su dedo limpiaba rastros del postre que tenía pegado en la comisura de mis labios—eres nívea y delicada como esto —señalo mi postre—perfecta
—Como sabes que soy delicada, si no me conoces —dije ladeando mi cabeza
—Llevo observándote desde que te vi por primera vez
—Ósea, que me acosas—dije alejándome un poco, mientras tomaba mi mochila para irme a casa
—No. Solo admiro la belleza cuando la veo—dijo de pronto serio—Soy Enzo D'Angelo—me tendió la mano. Dudé, pero al final tendí mi mano
—Thara Lombardi —dije tomando su mano
—Un gusto bella—era escéptica a las personas que decían que el amor a primera vista existía, pero por una vez tuve que admitir que si podía suceder
*********
—Siempre he pensado que esto es la cosa más deliciosa que he probado—la voz de Bastían me trajo al presente y por una vez en mucho tiempo sentí que mis ojos se llenaban de lágrimas.
—Si me disculpan—dije antes de saltar de mi asiento y dirigirme al interior del departamento. Tome mi bolso y busque frenéticamente un baño, pero termine en la cocina —Lo siento. Me podría indicar un baño por favor— petra dejo de cortar un poco de fruta y me miró con el ceño fruncido
—Llegue hasta la sala de televisión y gire a la izquierda. La segunda puerta— dijo un poco tensa y después siguió con su tarea
—Gracias—dije y me fui de allí hasta donde me había indicado. Una vez frente al espejo me refresque el rostro para volver a maquillarme un poco. Tenía los ojos un poco rojos, me empolve el rostro de nuevo y aplique labial para después salir e ir de vuelta con los demás.
—A que estás jugando—me dijo Enzo mientras yo caminaba hasta el salón y el me esperaba de pie con una mirada enojada cerca de la puerta de la terraza
—Lo mismo te pregunto yo a ti—dije incrédula ante su acusación
—No te hagas la inocente Thara—su expresión era de frustración y claramente no sabía cómo actuar— no has dicho nada a Bastían de Génova y estas incumpliendo el trato, recuerda que si yo pierdo tu pierdes—prácticamente escupió las palabras y conte hasta diez para no darle el bofetón que se merecía desde que apareció en mi boutique
—Pensé que eras más inteligente querido mío—dije de forma irónica—A mí más que a nadie le interesa que obtengas tu maldita propiedad y así yo recuperar lo que es mío y no verte la cara nunca en lo que me resta de vida—dije perdiendo un poco la compostura— Eres... Eres una horrible persona que lo ha tenido todo durante su vida, al que nada le ha costado y no voy a dejar que te quedes por lo que yo si he trabajado
—Te equívocas en una cosa—hablo mientras se acercaba a mi como un cazador a su presa— Lo único que siempre quise en su momento era a ti—susurro a centímetros de mi rostro—Es que no lo recuerdas —paseo sus manos por mi espalda y bajo sus labios hasta unir los míos. Esta vez no intente alejarme, solo me aferre a su cuerpo y disfrute su asalto, algo que anhelaba y deseaba desde que lo vi de nuevo, maldita sea mi debilidad, pero Enzo D'Angelo. Tenía esa facilidad de hacerme olvidar el pasado. De repente se alejó de mí y así como sentí su cuerpo unos momentos. Segundos después me sentí vacía.
—Enzo—repetí aún con su sabor en mis labios— Yo...
—Pero somos pasado Thara. Hace mucho deje de desear tenerte a mi lado—dijo ya un poco alejado de mí y miro encima de mi cabeza. Volteé y me encontré con Conte en la entrada, no había escuchado la puerta abrirse. Con la poca dignidad que me quedaba respire profundamente y asentí
—Lo tengo claro Enzo—dije tomando todo el aplomo que me quedaba el cual amenazaba con desvanecerse— Pero, a veces me pregunto si debí decirte...
—Que nunca me quisiste—me corto—Que solo te encaprichaste—sonrió con autosuficiencia—Se dé que hablas, yo también estaba encandilado por tu belleza, pero eras solo eso. Un cuerpo sexi y una cara dulce. Si hubieses sido de otra manera créeme habría mirado a otro lugar como de costumbre—A mi mente vino mi imagen de hace años atrás cuando mi cabello era inexistente y mi cuerpo era solo un adefesio por el tratamiento al que me sometí. Sonreí a pesar de querer echarme a llorar en un rincón
—Dios te libre de tener una mujer fea D'Angelo. Me voy con tus invitados—me hice a un lado y salí de la sala para encontrarme con Ariadne y Bastían aún en la mesa
—¿Qué te sucedió querida? —pregunto preocupada Ariadne
—Nada—dije mientras dejaba a un lado mi bolso y tomaba el cubierto—solo estoy cansada por el día de trabajo, pero todo bien—mentí. Nunca la pannacotta me había sabido tan agria y eso era por lo que Enzo me acababa de echar la cara. Si me hubiera visto como me dejo la enfermedad, sabía que tarde o temprano me habría dejado. Me metí otro bocado y tragué con dificultad. Durante un momento de mi vida sentí que no podía más con aquello e hice un vídeo para Conte y Enzo los cuales estaban estipulados a entregar a ello en su momento, pero esos vídeos estaban resguardados en Londres con mi abuela
—Lamento la interrupción— Enzo se disculpó mientras tomaba Asiento y comenzaba una charla animada con Bastían y Ariadne, desde ese momento el resto de la cena fue borrosa, no se a lo que asentí o negué solo quería acabar con esto rápido.
—Parece que se divierten—dijo Ariadne llegando a mi lado. Estaba de pie reclinada en la parte de la terraza más alejada y desde donde podía ver el tráfico nocturno de Palermo y sumida en mis pensamientos asentí sin mirarla mientras tomaba de la sidra que amablemente petra me había traído. Mire de reojo a Ariadne y estaba mirando también el tráfico de la ciudad mientras sorbía de su copa de vino
—Por cierto. Gracias por ayudar a mi marido con su traje—sin poder evitarlo Sonreí y ella me imito
—Solo hice mi trabajo —me volteé para poder verla de frente y ella hizo lo mismo
—Dios sabe que mi esposo es un duro en los negocios, pero de ropa sabe lo que yo sé de la bolsa de valores
—Quería sorprenderte y estoy segura que lo hizo—sorbí de mi bebida—Por cierto, como te fue en tu visita a tu hermana— dije tratando de llegar al tema en cuestión
—De maravilla— dijo moviendo su mano para restarle importancia—Génova es un lugar delicioso y más en compañía de familia concluyo
—Si. Debe ser hermosa—dije—Enzo quiere enseñármela—mentí
—Ese hombre esta colado por ti mi linda—dijo mirando a los hombres que estaban en una conversación muy amena. Si ella supiera pensé
—Compartimos todo. Hasta nuestros sueños—me sentía asqueada de tanto mentir, pero, mi tienda estaba en juego
—¿Así? —había captado la atención de Ariadne y eso era algo
—Si —respondí—el sueña con ampliar sus casinos y yo mis tiendas. Enzo me comento que él está interesado en una de sus propiedades, pero Bastían es duro de roer—Sonreí
—No es que sea duro de roer. Es solo que esa propiedad no es solo de él, sino que yo poseo la mitad—confeso. Interesante, dudo que Enzo y su clan de hombres se dignaran a averiguar eso, ya que me lo hubiera dicho
—Y mi novio no te da buena espina—dije lo obvio. Intento decir algo, pero seguí— No te preocupes Ariadne. Déjame decirte que Enzo es un gran hombre, tiene visión como se lo dije a Bastían—Ella sorbió mientras me miraba— Enzo es ambicioso, trabajador pero muy humano. Sabes, él no le haría daño a nadie nunca—solo a mi pensé, no físicamente—A pesar de que esta en ese mundo que muchos catalogan como de mafiosos y matones él es todo lo contrario es honrado y cuida a los suyos
—Vaya. Creo que eres buena negociadora Thara—negué, pero esta vez fue ella la que me detuvo—Tranquila, creo que Enzo no es nada estúpido, se hizo de una gran mujer a su lado—sonrió y a mi pesar tuve que hacer lo mismo—Que te parece si tomamos un café mañana a eso de las cuatro y terminamos esto. Bastían quiere vender, pero yo soy la que esta reacia o lo estaba, no se—Se encogió de hombros—Creo que lo que me dices en cierto modo tiene lógica—dijo—que me dices ¿mañana?
—Estaré encantada de tomar ese café contigo Ariadne
—Mi amor—Bastían llego hasta nosotras y miro a su mujer sonriente—Es hora de irnos
—Claro querido. Vamos a casa. Hasta mañana Thara—dijo acercándose y abrazándome
—Hasta mañana—respondí a su abrazo
—¿Y qué harán mañana? si podemos saber— Enzo hablo mientras se posicionaba a mi lado
—Tomaremos un café y hablaremos mal de ustedes ¿Qué te parece? —dijo divertida Ariadne haciendo que Bastían y Enzo resoplaran
—Bueno. Mejor nos vamos, no quiero ser destruido tanto mañana—dijo Bastían mientras se despedía—Hasta otra oportunidad Thara
—Hasta otra oportunidad Bastían—concorde
—Yo les acompaño—Enzo se fue con la pareja y me quede sola, busque mi bolso en la mesa del comedor y me di la vuelta
—¿A dónde vas? —Enzo entro en mi espacio cortándome el paso
—Estoy cansada y quiero irme a mi casa
—Señor— la voz de petra nos interrumpió desde la entrada
—Ahora no petra—gruño Enzo y ella no se inmuto
—Solo quería decirle que, si no me necesita, por hoy ya me retiro
—Hasta mañana—dijo sin apartar la vista de mí. Ella respondió un escueto hasta mañana y salió rápido
—Hoy incumpliste tu trato Thara—me tomo del brazo y me llevo hasta los sofás de la terraza sentándome de mala manera
—¡No seas bruto Enzo! —tire de mi brazo para soltarme consiguiéndolo—Hice mi trabajo, además lo dices como si fuese una ramera a la que estas pagándole—me puse de pie
—En cierto modo es así—mi sangre embullo y le tiré un puñetazo que lo cogió de sorpresa— ¡Auch! —sentí mis ojos llenarse de lágrimas a causa del golpe, el me miro sorprendido limpiándose el pequeño rastro de sangre sobre su labio
—¡Hijo de puta! estoy harta de tus insulto y comentarios ofensivos—pase a su lado hecha una hidra— ¡Que te jodan! me largo
—De aquí no te vas aún—dijo siguiéndome mientras yo iba hasta la puerta
—Pues mira como lo hago—dije sin mirarlo. Limpie una lágrima que se deslizo por mi mejilla y llegue al salón con Enzo pisándome los talones
—Tú no te vas de aquí—tiro de mi brazo y se quedó mirándome mientras lágrimas brotaban de mis ojos
—¡No soy tu peón! —grite fuera de mi—Me estas destruyendo la vida que me he reconstruido con esfuerzo—dije histérica. El solo me mantenía agarrada
—Calmante— exigió cerca de mi rostro
—¡No me da la gana! —me removí furiosa forcejeando con el
—¡Calmante! —grito mientras sus labios tomaban los míos