Martha Después de un pesado día de trabajo, entro al supermercado del centro comercial. Este día ha sido especialmente agotador en el trabajo. Lidiar con los problemas administrativos de los locales de Café Bustamante me está dejando con pocas fuerzas para hacer algo más, pero tengo que abastecer mi casa con lo básico. Con el pequeño carrito en mano, recorro los pasillos del supermercado, buscando lo esencial para Sofi y para mí. Menos mal que ya no somos tres en casa, si no dos. Amo a mi hija Daniela, por supuesto que sí, pero no puedo dejar de admitir que es un alivio que se haya casado con un hombre multimillonario que le dé lo que siempre se mereció, ya que yo no pude dárselo; y por mucha tristeza que me hubiera dado que ella se fuera de casa, es una boca menos que alimentar par