Massimo Llego a casa, sintiéndome agitado y angustiado por la desastrosa cita con Martha. Apenas abro la puerta, el sonido de las risas de mis hijos jugando fútbol en el patio me reconforta un poco, pero mi ansiedad sigue en aumento. Necesito a Vicenzo, él siempre ha sido mi apoyo en momentos difíciles, y en este momento, necesito su ayuda más que nunca. Sin perder tiempo, me dirijo hacia el patio donde veo a Vicenzo divirtiéndose con los gemelos. Él, por su ágil vista panorámica la cual solo se obtiene tras varios años en el ejército y muchas misiones en territorios álgidos como Afganistán, nota mi presencia, y con una seña le digo que me siga al interior de la casa. Al entrar en la sala, me siento en uno de los sofás, tratando de mantener la calma, pero la preocupación me embarga.