Massimo
El sonido estridente de la alarma de mi celular rompe el silencio de la habitación, anunciando un nuevo día que está por comenzar. Con los ojos aún entreabiertos, me levanto de la cama y me estiro, preparándome mentalmente para lo que se avecina. Es lunes, un día ajetreado en comparación con los tranquilos fines de semana en los que puedo permitirme levantarme tarde y encontrarme a mis hijos jugando en sus habitaciones.
Hoy es un día especial, ya que los gemelos, Lorenzo y Gianluigi, tienen su primer día de escuela en este nuevo país al que nos hemos trasladado.
Los gemelos no están emocionados ni entusiasmados como deberían estar por su primer día de clases. La diferencia cultural entre Italia y Colombia los abruma, y todavía están luchando por adaptarse a su nuevo entorno y aprender el idioma castellano. No quieren alistarse para ir a la escuela, y mi corazón se llena de preocupación.
Me siento desesperado, sin saber cómo abordar la situación sin ser duro con ellos, recordando la forma en que mi padre, Ángelo, solía tratarme. Mi padre, un hombre de carácter firme y una mentalidad estricta, me crió bajo un régimen militar, preparándome para seguir sus pasos en el mundo de la mafia. Pero ahora, como padre soltero, quiero ofrecerles a mis hijos una vida diferente, una llena de amor, comprensión y oportunidades.
Algunos padres lo único que hacen para que sus hijos les hagan caso es gritarlos y amenazarlos con pegarles con el cinturón, pero yo nunca he hecho eso con mis hijos.
Es en momentos como estos que me doy cuenta de la importancia de la presencia de uno de mis hijos mayores. Vicenzo, con su experiencia militar en Italia y Francia, sabe cómo lidiar con las situaciones más difíciles. Él se ha convertido en un pilar de apoyo para sus hermanos, aplicando un poco del régimen disciplinario que él mismo tuvo que soportar.
Agradezco profundamente el papel que desempeña Vicenzo en la vida de mis hijos más pequeños. Su disciplina y dedicación les brindan un sentido de estructura y estabilidad en medio de los desafíos que enfrentamos. Aunque a veces me siento impotente y cuestiono si estoy haciendo lo correcto como padre, sé que contar con Vicenzo es un gran alivio.
Mientras Lorenzo y Gianluigi se resisten a vestirse para ir a la escuela, observo a Vicenzo asumiendo su papel de hermano mayor. Con calma y paciencia, los motiva, les habla en italiano para que se sientan más cómodos y les asegura que aprenderán el idioma pronto. Su presencia reconfortante les da la confianza que necesitan para enfrentar este nuevo desafío.
Me acerco a Vicenzo y le agradezco en silencio con la mirada. Su apoyo incondicional es un recordatorio constante de que no estoy solo en esta travesía de ser padre soltero. Aunque la sombra de mi pasado oscuro aún me persigue, sé que puedo encontrar redención y crear un futuro mejor para mis hijos.
Mientras la mañana avanza, la calma que había experimentado se desvanece rápidamente cuando Antonella se despierta y comienza a mostrar su lado más desafiante. Las niñeras intentan bañarla y peinarla, pero ella se vuelve violenta, rechazando cualquier intento de cuidado personal. La situación se vuelve caótica, y me doy cuenta de que el verdadero desafío está con ella.
Con Vicenzo ocupado llevando a los gemelos a la escuela y después en su trabajo como instructor militar en la quinta brigada del ejército de Colombia, me encuentro solo ante este pequeño torbellino. Intento manejar la situación con calma y paciencia, pero la verdad es que estoy desbordado. Antonella es una niña testaruda y determinada, y lidiar con sus arrebatos requiere de una habilidad y tacto que a veces me faltan.
En medio de mi desesperación, me doy cuenta de que necesito ayuda adicional. Me doy cuenta de que enfrentar este desafío sería mucho más fácil si tuviera una esposa a mi lado, alguien que pudiera compartir la carga y brindar el amor y la paciencia que Antonella necesita. Aunque siempre he sido un padre dedicado, estoy empezando a comprender que el amor de un padre no puede reemplazar la figura materna en la vida de una niña.
La idea de buscar una esposa y una madre para mis hijos comienza a volverse una necesidad, y urgente. Pero, al mismo tiempo, me asaltan las dudas y los temores. Mi pasado oscuro, mi conexión con la mafia y mi vida llena de peligro podrían ser obstáculos insuperables para encontrar a alguien dispuesta a asumir ese rol en nuestras vidas.
Sin embargo, no puedo ignorar el hecho de que mis hijos necesitan una figura materna, especialmente Antonella, quien está en una etapa crucial de su desarrollo. Me esfuerzo por encontrar la solución adecuada, una mujer valiente y fuerte que esté dispuesta a enfrentar los desafíos que nuestra familia trae consigo.
La noche cae sobre nosotros y el agotamiento se hace evidente en cada uno de nosotros. Vicenzo, quien fue enfermero militar, observa mi rostro cansado y me toma la presión con su tensiómetro solo por rutina, y se preocupa al notar que tengo la presión alta.
Sufro de hipertensión, pero eso en parte es por su culpa. Mientras Vinz hizo parte de la legión francesa, lo enviaron a misiones en Afganistán y demás países del medio oriente que están en conflictos bélicos, y eso me hizo sufrir mucho.
Nos sentamos juntos en la sala, y Vicenzo expresa sus preocupaciones con sinceridad y determinación. Su voz firme de ex militar pero muy afectuosa llena la habitación.
—Papá, sé que has estado lidiando con mucho estrés últimamente. Tienes la presión arterial muy alta y estoy preocupado por tu salud.
—Sí, ha sido un periodo muy desafiante — suelto un suspiro mientras me tomo el medicamento para la hipertensión —. Todo era más fácil cuando Antonella no podía hablar, no tenía dientes, y no tenía la fuerza necesaria para tirarle el pelo a las niñeras, pero está creciendo y cada vez es más difícil manejar su comportamiento.
—Quién te manda a tener una hija estando tan viejo... —murmura en francés, creyendo que no le entendería, pero le he entendido y entonces le enarco una ceja —, pá, yo te estoy ayudando en lo que puedo con mis hermanos pequeños, pero...no puedo estar en casa por mucho tiempo. Recuerda que ya pronto me iré a vivir solo.
Sí. Mi Vinz se va a independizar, y eso solo me hace estar en una carrera en contrarreloj.
¡Necesito una madre para mis hijos! ¡Urgente!