Capitulo VI

561 Words
No pasó mucho tiempo en que Greta se fuera y el que Liam llamase a Phil con un único propósito: que lo llevara al club en el que trabajaba la mujer cuyo parecido era tan similar al de Greta que lo había hecho alucinar. Necesitaba volver a verla, volver a sentirla. Necesitaba volver a experimentar aquel delirio que provocaba que su cuerpo temblara con solo imaginarlo. Era lo más cerca que estaría de hacerle el amor a Greta. No se explicaba cuándo se adueñó de su cordura o por qué. Quizás fue en el primer momento en el que la vio, en el que reconoció la desesperanza en sus ojos. Eran más parecidos de lo que pudiera imaginarse. Ambos habían entregado sus corazones en lo que creían era amor, a cambio recibieron menosprecio. Quería saber en qué más se asemejaban. Al llegar al club, Phil preguntó a unos de los guardias que vigilaban en un rincón por un hombre de piel blanca y completamente calvo que respondía al nombre de Hugo. Era un contrabandista amigo de Phil. Se saludaron con euforia y conversaron por un rato largo mientras que bebían de lo que sea que el bartender les pasaba. Liam creyó que Phil se había olvidado de la razón por la que fueron, incluso de que él estaba parado a su lado. Se limitó a oírlos, sin ningún interés, ojeando de vez en cuando a las mujeres que bailan en el tubo esperando ver a la que quería, pero no aparecía. Pasaba una detrás de otra, en un desfile de cabellos rubios, carmesí, azabaches, y pieles caucásicas y morenas. Mentiría si dijera que había una poco agraciada. Sin embargo, ninguna le cautivaba. No solía sentirse atraído por ninguna de ellas; nunca antes fue así. Sería la primera vez que acudía a un club solo buscando placer. Por fin, Phil cortó la conversación y le preguntó a Hugo por la mujer de cabello castaño que había mandado a su fiesta privada la otra noche. El calvo necesitó más descripción y hacer memoria para poder recordar a quién querían ellos. A su poder tenía muchas mujeres y no detallaba a ninguna en especial, no eran más que mercancía. Liam movía una de sus piernas con desespero, la paciencia no era su virtud. Continuó viendo a las mujeres y por casualidades de la vida, vio a la que quería; era inconfundible. –Ahí está. Es ella. –Dijo el cantante palmeando suavemente el brazo de Phil y señalándola. Llegaba al escenario vestida con un traje de lencería, n***o; que dejaba poco a la imaginación. Seguidamente, hicieron lo que a Liam más le disgustaba: pagar por ella. Jamás se imaginó en tal posición. Acordar el precio de una mujer como si fuese un auto en venta o un cuadro de Pablo Picasso en una subasta esperando al mejor postor, era algo que lo enfermaba. No obstante, allí estaba, pasando billete tras billete por una mujer con la que quería nutrir sus fantasías. Uno de los vigías estacionados en los rincones del local lo condujo a una habitación privada. Tenía una luz rojiza que romantizaba el ambiente. La cama estaba recubierta con sábanas de seda blanca y en una esquina había una mini nevera; seguramente con una gran variedad de licores. Al cabo de un rato la puerta se abrió permitiendo el paso de la mujer.

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