~ Capítulo 04: “Que supiera quién soy” ~

2684 Words
When everything's made to be broken I just want you to know who I am. . (Iris — Goo Goo Dolls) . ~•~•~•~•~•~ ~•Logan•~ ~•~•~•~•~•~ . —¿Estás lista? —le pregunté cuando cerró la puerta del auto, ella asintió con timidez; no entendía muy bien por qué, pero eso me encantaba—. Bien… ¿A dónde vamos? —A Oak Road... en Donnycarney—respondió tras una breve pausa. —De acuerdo. —Puse el auto en marcha y procuré salir de la avenida antes de poder mirarla un segundo, se veía un poco rígida—. ¿Estás nerviosa? —Algo, es que... Nunca me había subido al auto de nadie famoso, de hecho... jamás había conocido a nadie famoso. —Pues te diré que soy un tipo normal, Leslie; así que puedes puedes tratarme como a cualquier tipo normal —le aseguré, sentía que este era un momento robado, un regalo del universo para permitirme conocerla... No quería poner esas tontas barreras entre nosotros. —Eso será complicado... —Hagámoslo fácil, entonces. Mira, me llamo Logan, tengo veintisiete años y me dedico a la música. —Me dedico a la música, qué tierno —repitió con burla, pero yo seguí como si no hubiese dicho anda. —Nací y crecí aquí en Dublín, estudié en Londres y actualmente vivo allá. Amo las películas de superhéroes, vendería mi cuerpo por el yogurt helado, y detesto, de-tes-to, que me hagan esperar. ¿Qué me dices tú? —Oye, ahora que lo dices… No había tenido oportunidad para disculparme por lo del otro día, ya sabes… Lo de dejarte esperando, yo no… —Descuida, no sabías que era mi padre, no pasa nada. Tampoco fue para tanto, será una anécdota graciosa en el futuro, ya verás. —Bueno, tú te estabas divirtiendo bastante, eso sí. —Su tono de reproche me hizo reír y la mirada de advertencia que me dedicó cuando lo hice, me provocó un impulso violento por acariciar su rostro y suavizar esos gestos malhumorados que tenía, la chica me encantaba de pies a cabeza. —No es eso, es solo que no estoy acostumbrado a que las personas no sepan quién soy, y no pretendo sonar vanidoso ni mucho menos… Es solo que… —Eres un fenómeno internacional y todo el mundo conoce tu rostro, lo sé —respondió ella sonrojándose—. En realidad fue un poco vergonzoso cuando Annabelle me lo dijo. —De acuerdo, pero ahora me surge una pregunta, y no te lo tomes a mal tampoco, pero… ¿Cómo es que no sabías de mí? —Torcí el gesto al comprender que eso sonaba vanidoso, incluso para mí—. De la banda, me refiero, he perdido la cuenta de cuántas veces hemos dado un concierto o salimos en algún programa del Reino Unido, incluidos unos cuantos de Escocia, entonces… No digo que tuvieras que ser una fan ni nada por el estilo, pero… Te lo pondré así: La última vez que estuvimos en Edimburgo, todas las calles que iban del aeropuerto hasta nuestro hotel estaban tapizadas de cabo a rabo con ediciones de nuestras fotos, todo hecho por las fans, ¿nunca llegaste a ver eso? —Sonreí, inusualmente nervioso, cada palabra que salía de mi boca parecía una gran idiotez, amaba el hecho de que no supiera nada de mí previo a nuestro primer encuentro, quería poder yo mismo hablarle de mí, pero también tenía curiosidad. —Sería algo difícil de ignorar, ¿no? —Preguntó con humor, pero luego suspiró y se encogió de hombros. Lo cierto es que he viví en Mahushu. —¿Mahushu? —Sí, en Sudáfrica, pasé ahí los últimos ocho años, así que… Me fui de Escocia antes de que ustedes fuesen muy famosos, y pues allá, no es que hagan muchos conciertos. —Claro… En realidad ni siquiera había escuchado ese nombre antes, ¿cómo terminaste viviendo ahí? —pregunté ahora muriendo de curiosidad. —Larga historia. —El hecho de que su voz bajara un par de tonos me intrigó mucho más, tenía un deseo desesperado de saber todo sobre ella. —Puedo tomar el camino largo. —Le sonreí, esperando que realmente aceptara hablarme más de sí. —Llegué ahí siguiendo a Kyle Tucker. —¿Por qué siento que Kyle Tucker es un mal tipo? —Lo es dependiendo del lente con el que lo mires. —La tristeza en su voz me estrujó el corazón—. Kyle era mi novio cuando era adolescente, un chico de Edimburgo que fue a pasar vacaciones en mi pueblo, ahí nos conocimos. Ser cuatro años mayor y que yo aún fuese menor de edad aún, no le detuvieron al momento de enamorarme. —Apreté las manos en torno al volante al oírla—. Me engatusó y… bueno, no entraré en detalles, mis padres se enteraron, armaron todo un escándalo y me prohibieron volver a verlo, pero obviamente… —No quisiste oírles. —No, recién había terminado su último año de medicina y me dijo que se iría a Sudáfrica, con “Médicos sin fronteras”, y que si yo de verdad lo amaba… iría con él. —Resoplé indignado y moví mi cabeza de un lado a otro. —Jugó la carta de "la prueba de amor". —Exacto, yo era muy tonta en aquel entonces, así que lo seguí. Hui de casa, estaba por cumplir los dieciocho así que mis padres no pudieron hacer nada. Llegué a Sudáfrica con Kyle y… —¿Y pronto descubriste que no era el chico perfecto que creías? —Ojalá hubiese sido pronto… Me tomó un par de años ir abriendo los ojos, y un par más entender que no podía seguir permitiéndole que me tratara así. —¿Te golpeaba? —La sola idea de que alguien pudiera haberle hecho daño me hacía querer vomitar. —Llegó a hacerlo un par de veces, pero lo peor fue que siempre se aseguró de dejarme claro que yo era una buena para nada y que sin él estaría perdida. No me enorgullece decir que le creí por mucho tiempo. Pasé ocho años ahí, él era el médico de los pueblos vecinos y solo… lavaba su ropa, preparaba su comida… Yo pude haber ido a una universidad y tener una carrera, pero en cambio estuve ahí, repitiéndome a mí misma que debía estar agradecida con él por tenerme a su lado. Todo en mi interior se removió a medida que la voz de Leslie se apagaba y ella dejaba caer la cabeza al frente, jugueteando nerviosa con sus manos. Desde el primer momento que la vi quedé cautivado, pensaba en ella como una mariposa, una criatura que deslumbrada con su hermosura, algo puro y digno de admirar… Que un tipejo como ese hubiese sido capaz de tomarla entre sus manos y romper sus alas, me hizo hervir la sangre. —Lo siento, no sé por qué te conté todo eso —murmuró unos segundos después, aún mantenía la cabeza baja pero pude ver que estaba sonrojada. —No sientas vergüenza, algunas personas jamás se dan cuenta del error que comenten, otras nunca se atreven a marcharse. No eres la primera ni la última mujer en una situación así. —¿Alguna vez conociste a alguien como yo? —¿En una situación como la que me cuentas? Sí, hubo alguien… A esta mujer su esposo la humillaba y la golpeaba a diario, ella lo soportó por años hasta que un día… él despertó y ella no estaba. —Tensé la mandíbula y respiré profundo, tratando de pasar el trago amargo que me provocaba pensar en ella. —Hablas como si fuese algo malo… Pero en realidad fue algo bueno, ¿no? —Nadie la juzga por querer irse, pero la mujer de la que te hablo tenía un hijo, y lo dejó ahí… pudriéndose en el infierno del que ella estaba escapando. —Qué triste —susurró Leslie casi en un sollozo. Yo asentí y respiré profundo una vez más, mis traumas no podían compararse jamás con los de mi amigo, pero era difícil hablar de eso y que mi mente no me llevara a ese fatídico día... La imagen de Luke, tirado en aquella galería abandonada... sobre aquel charco de sangre, jamás me abandonaría, y por eso jamás podría perdonar a su madre. —Él logró escapar también… eventualmente. —Seguí con voz ronca—. Pero no se sale de eso sin algunas cicatrices, así que créeme que te entiendo, y el día que quieras desahogarte… hazlo, conmigo o con quien sea, pero hazlo, no guardes nada, y tan pronto te liberes de todo… olvídalo y sigue con tu vida. —Eso es lo que intento justo ahora… Empezar de cero, y hacerme buena en algo —Rió y se llevó una mano a la boca—. Sé que siendo secretaria en una compañía de asesorías de las que no comprendo nada, no lo voy a lograr, pero… —¿Qué pasa? —pregunté forzando una sonrisa, los años pasaban pero a mí aún se me hacía difícil salir del estupor que me generaban esos pensamientos. —El día que decidí irme de Sudáfrica, llegué al aeropuerto sin saber a dónde ir, pensé en Londres pero no habían vuelos y luego a un sujeto se le cayó un periódico, pero era un periódico de acá, ese fue super raro, sobre todo porque había un anuncio de la empresa de tu padre, diciendo que buscaban secretarias. —Esta vez mi sonrisa fue genuina. —¿Lo dices en serio? —Sí, sentí que era una señal, cuando pregunté por vuelos a Dublín, alguien había cancelado apenas unos minutos antes, y… decidí tomar ese vuelo, y aquí estoy. —Le vi sonreír y esta vez mi corazón sí salió de su letargo. —Eso es genial... Si algo te puedo asegurar es que el destino es real, y es bueno con las personas buenas. —Eso espero —respondió con una sonrisa, y en aunque yo tenía una respuesta para eso, decidí guardármela esta vez. El resto del trayecto transcurrió en conversaciones menos dramáticas, principalmente ella hizo preguntas sobre la banda y yo sobre qué le estaba pareciendo Dublín. Antes de poder darme cuenta, ya estábamos en su barrio y cuando me detuve en la dirección que me dio, miré con cierta tristeza esa estructura vieja en la que vivía, no debía ser nada cómodo, pero admiré que estuviese esforzándose por salir adelante. —Gracias por traerme. —Ha sido un placer compartir este viaje contigo. —Vale... Adiós, Jov... —Se detuvo y se sonrojó antes de mirarme tímidamente a través de sus pestañas... Flechándome un poco más con eso—. Adiós, Logan. —Hasta pronto, Leslie. —Esperé a que saliera del auto y entonces me incliné hacia la ventanilla—. Oye... No olvides escuchar la canción que te dije, ¿sí? Ella entonces me dedicó una hermosa sonrisa, una a la que podía acostumbrarme fácilmente... Necesitaba más tiempo con ella, apenas la conocía, pero no quería dejarla ir. Un auto sonó su claxon tras de mí, por lo visto estaba en su puesto, así que luego de agitar mi mano a modo de despedida, puse el motor en marcha otra vez, avancé apenas una cuadra de la calle y cuando estaba a punto de girar en la esquina para retomar la avenida, me di cuenta que Leslie había dejado su bufanda en el asiento, y aunque tuve el impulso de quedármela y quizás usarlo como excusa para volver a ir a la oficina al día siguiente, me obligué a mí mismo a regresar, no sabía cuántas bufanda tenía, y tal vez quedarme con esa prenda podría complicarla un poco. Le di al vuelta a la manzana y aparqué una vez más frente a aquella estructura deslucida. Miré mi reflejo en el retrovisor, y luego de asegurarme de que me veía bien, bajé del auto y caminé hasta el pórtico. Sonreí ligeramente cuando una chica que pasaba por la acera me miró con el ceño fruncido, quizás reconociéndome pero diciéndose a sí misma que era imposible, en otra oportunidad le habría saludado, pero ese día no quería que nadie se me acercara, no quería ninguna distracción, pero la vida estaba a punto de darme una patada en la cara. La puerta se abrió y una mujer vistiendo una holgada bata rosa y una toalla envolviendo su cabello en lo alto de la cabeza, me miró con suspicacia. —¿Sí? —Buenas tardes, señora. Disculpe la interrupción, pero estoy buscando a Leslie. —¿A quién? —Cuando la mujer torció el gesto una alarma se encendió en mi cabeza. —Leslie McKane, la chica bonita, de cabello naranja... la acabo de dejar acá —Mis palabras finales fueron entre dientes, forzando una sonrisa amable al ver a la mujer contraer más el rostro, parecía realmente confundida. —Joven, aquí no vive ninguna Leslie. —Pero yo la acabo de dejar, hace menos de cinco minutos. —Pues debes estar delirando, o dragado, y si es así no te quiero aquí... Yo vivo sola con mi sobrino, un chiquillo de diez años, nadie más. —Entonces... Quizás me equivoqué de casa, ¿será posible? —murmuré mientras miraba las casas vecinas, no eran tan parecidas, estaba seguro de que esa era la vivienda, pero la mujer seguía negándolo. —Pues, tal vez, pero ¿la verdad? Yo no conozco ninguna Leslie en este barrio, pero... Tú sabrás. —Dicho esto, la mujer dio un paso atrás y cerró la puerta en mis narices. Bajé los escalones del pórtico y me detuve un momento en la acera, mirando una vez más de un lado a otro. Vi a un sujeto como de mi edad subir las escaleras del pórtico continuo y me apresuré hacia él. —Amigo, disculpa... ¿Leslie McKane vive en esta casa? —No, solo mis papás y yo. —Asentí en silencio, empezando a preocuparme seriamente, ¿qué diablos había pasado con ella?—. Oye, amigo... ¿Alguna vez que te han dicho que te pareces mucho a un Callaghan? —Algunas, veces... Sí —respondí algo distraído, empezando a retroceder—. Ya debo irme, gracias. —De nada, amigo. Regresé al auto, sintiéndome realmente confundido, no queriendo que me vieran... que supieran lo decepcionado que estaba. ¿Qué había pasado? Fueron tan solo cinco minutos los que tardé recorriendo aquel bloque, posiblemente menos, ¿cómo era que ya no había rastros de ella? Con mil preguntas sin respuestas en mi cabeza, encendí el motor y puse el auto en marcha, pero mis dudas serían aclaradas pronto y de la forma más dolorosa que pude haber imaginado, de hecho... jamás llegué a imaginar algo así. Al pasar cerca de una parada de buses, el destello naranja llamó mi atención y quedé frío al contemplar a Leslie subiendo a un bus que se dirigía al este de la ciudad. Puse ambas manos en el volante y parpadeé un par de veces antes de tomar la bufanda otra vez. Ahora todo era perfectamente claro; me había mentido... Leslie no vivía en esa casa, de hecho, ni siquiera vivía en ese barrio «¿Pero por qué hacer eso? Yo hubiese podido...». Mis pensamientos murieron poco a poco cuando la respuesta llegó a mí como un escupitajo a la cara... Mintió porque no quería que yo supiera dónde vivía, y eso se sintió terrible. Yo estaba emocionado de conocerla y disfrutar de lo que podía nacer entre nosotros, pero todo lo que pensé que podía pasar... no fue más que una ridícula ilusión mía, ella no estaba sintiendo nada parecido a lo que yo sentía, en cambio, parecía temerme. Apoyé la frente contra el volante y resoplé enojado, al parecer lo había arruinado todo.
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