…some things you just don`t question.
Like in your eyes, I see my future in an instant.
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~•Logan•~
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Entré a la oficina, sintiéndome estúpidamente feliz, esa mañana había despertado con un buen presentimiento, me había duchado y vestido con el presentimiento de que algo bueno pasaría, al aterrizar en Dublín jamás me imaginé que terminaría conociendo a aquella hermosa pelirroja, de ojos grandes y expresivos, y labios carnosos que pondrían a cualquiera de rodillas… en la oficina de mi padre. Sonreí, incrédulo por lo intenso que estaba siendo ese flechazo luego de haber cruzado apenas un par de palabras con ella.
—¿Por qué esa sonrisa de tonto? —La voz de papá me regresó a la realidad, de una forma cruda y dolorosa, porque si mi buen presentimiento de esa mañana se debía a que conocería a Leslie… eso significaba que con mi padre no tendría tanta suerte.
—Hola, papá —me acerqué a él y le abracé fuerte, de pronto notando que el hombre había envejecido bastante desde la última vez que nos vimos, y de eso hacía apenas unos seis meses.
—¿Cómo estás?
—He tenido mejores épocas, hijo, ¿para qué negarlo? La mayoría en mis veinte… Disfrútalos, porque no te durarán toda la vida, yo que te lo digo. —Hizo su broma gesticulando hacia su cabello que empezaba a ponerse canoso.
—No sé de qué te quejas, muchos actores en Hollywood quisieran verse como tú, yo he visto algunos de cerca… las cámaras les ayudan mucho.
Papá rió y bebió de la botella de agua que tenía a la mano, tosiendo y quejándose un poco de dolor antes de recurarse u volver a mostrar su típica sonrisa.
—¿Cómo estuvo tu vuelo, hijo?
—¿Qué pasa contigo? —pregunté al mismo tiempo que él—. Mi vuelo, tranquilo… Ahora dime, ¿qué pasa?
—No está pasando nada.
—Papá… Mamá ha dicho que te estuviste sintiendo mal todo este último mes, y Lauren me aseguró que te veías demacrado.
—¿Demacrado?
—Sí, ahora veo que exageró un poco, pero obviamente has perdido pese, dime-qué-pasa. —Le exigí al hombre que, tal y como hizo durante mi infancia— Sé que sigues empeñándote en mostrarte fuerte y entero para su familia, pero ya nosotros no somos unos niños, ¿vale? No necesitas protegernos de todo, y ciertamente no puedes seguir tratándonos como tontos, dime qué pasa.
Papá resopló con cansancio y dio otro sorbo a la botella.
—No sé qué pasa, Logan. He tenido algunos dolores intestinales, un par de veces he llegado a sangrar y los chequeos que me hice esta semana mostraron que estoy un poco anémico. Me han ordenado hacerme unos estudios más detallados para descartar que pueda ser… cáncer.
Bajé la cabeza y me masajeé el tabique mientras respiraba profundo.
—¿Mamá no sabe de esto, cierto? —Sabía la respuesta, la mujer no me hubiese llamado esa mañana, emocionada de verme ni tuviese aquello sobre sus hombros.
—No, de hecho… eres el único que lo sabe, te agradecería mantenerlo así, no quiero alarmar a tu mamá o a tu hermana sin estar seguro de nada, y tu hermano… no quiero arruinarse su momento, ¿entiendes? Dejemos también a Liam fuera de esto.
Asentí, claro que lo entendía, la familia se derrumbaría en lágrimas si eso se sabía, pero eso solo significaba que yo había sido elegido para cargar aquel costal lleno de miedos y mucha mierda… el contenedor de emociones una vez más, ese era yo. A veces sentía que me había tocado el peor papel dentro de esa familia, siempre terminaba siendo yo ese en el que todos descargaban sus mochilas emocionales, pero era papá, obviamente lo ayudaría.
—De acuerdo, no diré nada, pero debes asegurarme que irás pronto a hacerte esos chequeos, es más… que sea esta misma semana, y así yo mismo podré acompañarte.
—No es necesario, hijo, yo…
—Puedes ir solo, lo sé, pero no lo harás, yo iré contigo y será esta semana, ¿de acuerdo? Organízalo y déjame saber dónde y cuándo.
Papá resopló y dejó caer la cabeza un momento antes de asentir.
—Bien, mañana pediré la cita.
—Bien.
—¿Recién llegas? ¿No has ido a casa aún? —preguntó al verme bostezar.
—No, vine directo del aeropuerto, salgo de aquí y voy para allá, solo quería asegurarme de que estabas bien.
—Lo estoy hijo, repleto de trabajo, pero bien.
—¿Por eso contrataste una nueva asistente? —le cuestioné, recordando a la hermosa chica que me recibió.
—Ah, sí… Leslie McKane, una dulce chica, es un poco introvertida, pero es atenta y diligente, eso me gusta.
—Y es increíblemente hermosa. —Sonreí al tiempo que papá lo hizo, pero este me señaló con su índice a modo de advertencia.
—Cuidado, Logan, es mi empleada y es una muy buena… No quiero dramas.
—¡Dios! Hablas como si fuese un depredador.
—Quizás no lo seas, pero esa chica es una libélula de alas frágiles… cualquier mal movimiento se las quebrará.
—Pues como sea ya es muy tarde… Me ha flechado —dije con teatralidad haciéndole reír.
—Tu madre se pondrá muy contenta de tenerte aquí, te ha extrañado mucho.
—¿Esa es t forma de decirme que me pierda de aquí? —arqué una ceja haciéndole reír.
—Bueno, no digo exactamente eso, pero ya que lo mencionas… No me vendría mal que… ya sabes…
—Vale, vale… me iré. Te veré más tarde entonces. —Me levanté, y sonriendo lo abracé nuevamente, de pronto me di cuenta de lo valioso que podían estar siendo esos momentos con él, que era básicamente, nuestro pilar.
Al salir de la oficina y regresar a la sala donde estaban ubicados los dos escritorios de las secretarias, Annabelle de inmediato se levantó para acercarse.
—¿Necesitas algo?
—No, ya me voy, de hecho.
—¿Te quedarás unos días por acá o volverás pronto a Londres?
—Me quedaré al menos una semana.
—Entonces prepararé el pie de calabaza que tanto te gusta para cuando vuelvas a venir.
—Ah, pues yo encantado —sonreí, Annabelle siempre le gustó consentirme, desde pequeños que mis hermanos y yo visitábamos el lugar, ella se había vuelto como una mamá adoptiva.
El ruido de una silla al roda sobre la madera del suelo llamó mi atención, y vi a Leslie, que un segundo antes no estaba en su silla, acomodarse para tomar asiento. No pude evitar sonreír, tan solo verla me provocaba un vuelco en el estómago, ella en cambio, parecía avergonzada, quizás por el incidente durante mi llegada, pero sintiendo la mirada fija de Annabelle en mi espalda, decidí que ese no era el momento para librarla de eso.
Me despedí de Annabelle, y luego de Leslie al pasar frente a su asiento, una vez más sin poder evitar sonreír y quedarme aún más maravillado cuando un precioso rubor le cubrió por completo las mejillas, desconocía que las mujeres adultas pudieran sonrojarse de esa forma, pero lo amé y me dije que, pese a todo el asunto de papá, ese sería un bien viaje, si tenía que verle la cara a esa chica todos los días.
***
Un rato después, aparcaba el auto rentado frente a la casa en la que viví durante mi infancia, y que ahora visitaba tan de vez en cuando… Los compromisos eran demasiados y el tiempo para relajarme y conectar con los míos era muy poco.
Bajé y me dispuse a buscar mi maleta, pero entonces una sombra tras los arbustos de la acera de enfrente llamó mi atención. Saqué la maleta y la dejé en la acera, resoplé con cansancio y crucé la calla, hasta el arbusto, detrás del cual había un hombre de chaqueta de jean y boina de lado, que me miraba asustado mientras se ponía de pie, dejando ver la cámara profesional que llevaba en manos.
—¿Cómo te llamas? —pregunté enfadado, pero lleno de calma.
—Bruce —respondió el hombre con nerviosismo, quizás esperando que yo tomara su cámara y la destrozara contra el suelo.
—Ok, Bruce, te explicaré un par de cosas… Hace dos años mi hermano y yo ganamos una demanda contra Charles Miller, un idiota que creyó que podía asomarse a las ventanas de la casa de mis padres, tomar las fotos que quería del interior de la vivienda y salir airoso… pero no lo hizo, y ahora tiene una restricción de cinco años para usar su cámara por culpa del acoso al que sometió a mis padres, ¿sabes lo que significa eso para ti, Bruce? —El hombre sacudió la cabeza, parecía no poder hablar, era obvio que no era más que un amateur—. Que si cruzas esta calle, pisas esa acera y te atreves a meterte con el césped de mi madre… también puedes ir despidiéndote de tu oficio.
—Yo solo quería, unas fotos suyas llegando del aeropuerto, yo no pretendo que sus padre…
—Bien, entonces asumiré que me tomarás unas cuantas fotos entrando a la casa y luego te irás, ¿no? Para no alarmar a los vecinos. —El tal Bruce asintió—. Perfecto, entonces. Hasta luego, Bruce.
Me di la vuelta para cruzar la calle, tomé mi maleta y atravesé el pórtico de la casa donde ya la señora Flinn estaba abriendo la puerta por mí.
—¡Joven Logan! Que alegría tenerlo aquí.
—Nora, qué alegría verte —abracé a la anciana que desde hacía años trabajaba con nosotros y a la que le teníamos tanto aprecio—. ¿Estoy alucinando o huele a brownies?
—La señora Erin y yo los estuvimos preparando toda la mañana, pero de pronto me envió a asear el pórtico… Creo que quiere llevarse el crédito y decir que los hizo ella solas —murmuró la mujer con humor.
—Oh, mamá es una pilla.
—Sí, con los años ha tomado cada mala maña —La mujer puso sus ojos en blanco, y se marchó riéndose de su propio chiste, todos así sabíamos que mamá primero se rapaba la cabeza antes que hacer algo menos que alabar a Nora.
Dejé la maleta en el salón, entré a la cocina y encontré a mamá sacando una bandeja de brownie caliente y con olor a gloria del horno.
—¡Uh! He llegado en buen momento —exclamé tomándola por sorpresa y haciendo que lanzara la bandeja al suelo.
—¡Mis brownies! ¡Se arruinaron!
—No, no, calma… aquí no se va a perder nada. —Como pude recogí todas las migas y trozos suelos y los puse en un bol, para luego sentarme a comer, quemándome el paladar, pero amando cada bocado.
Mamá rió y me abrazó por la espalda mientras yo seguía comiendo. Ella quizás me extrañaba menos que papá, puesto que me había ido a visitar a Londres el mes anterior.
—Están gloriosos, mamá. Te felicito.
—Nora los hizo, yo solo hice la compra —sonreí al comprobar mis pensamientos—, pero mira que no fue trabajo sencillo, tuve que pelearme con un tipejo ahí por el cacao, y luego, cuando hacia la fila para pagar… Que no sabes, estaban pasando una canción de ustedes por los altavoces…
—j***r, ¿ya nos desecharon a música de automercado? —pregunté divertido.
—¡Escucha! Que me topo con una mujer que andaba hablando no sé cuántas tonterías sobre Luke. Que sí en esas bandas siempre le llega uno el egoísmo de querer brillar solo, y que probablemente los tres tenían la carrera arruinada por su culpa y… Tú sabe cómo soy, hijo.
—¿La mataste, mamá? Dime que te deshiciste bien del cuerpo y que no te vieron las cámaras de seguridad. Sería decepcionante que te atrapen así.
—Deja de decir tonterías, obviamente que la callé y le dije que ella no sabía nada de lo que estaba pasando ese pobre chico.
—¿En serio discutiste con una desconocida por eso?
—Claro que sí.
—Lauren me dijo que la semana pasada, también discutiste con Garret por eso, ¿ahora te la pasas en esas cosas?
—No puedo evitarlo, Logan, me enfurece que esas personas hablen sin saber. A demás… ando con los nervios a flor de piel, no puedo evitarlo.
—¿Por qué? —pregunté respirando profundo… Bien sabía yo el motivo de su estrés, por mucho que no lo compartiera.
—Bueno, es que… con todo eso de los preparativos de la fiesta… Lilieth se ha pasado mucho por acá, sabes que ella y yo no congeniamos mucho. —Hice una mueca a oír eso.
—Hubo un tiempo en el que decías que era la chica perfecta.
—Sí, hubo un tiempo, Logan, ya no.
—Podría ser así de nuevo si pones de tu parte.
—¡No! No, Logan. —Sacudió sus manos al aire—. Todos siguen empeñados en que debo aceptarla y todo eso, pero no… esa chica no puede pretender haber salido con uno de mis hijos y luego simplemente casarse con el otro, porque se le antojó, y pretender que yo la acepte, simplemente no puedo.
Moví la cabeza de un lado a otro, sintiéndome tenso y estresado como cada vez que tenía esa conversación con ella.
—¿Y entonces? ¿Le arruinarás el momento a Liam? ¿Acaso sus sentimientos no importan?
—Sí, claro que importan… Igual que los tuyos, ¿qué hay de ti? ¿alguien te lo ha preguntado? ¿Te sientes bien con todo esto?
—De hecho sí, mamá. Estoy muy feliz por ellos, no sé por qué te cuesta tanto entenderlo.
—Ella se lió contigo, Logan; y…
—Fue mi novia en la preparatoria, mamá, ¡por tres meses! Liam quiere pasar el resto de su vida con ella, ¿eso no tiene valor para ti? ¿Seguirás tratándolos así por cuánto tiempo?
El teléfono sonó y mamá, tras respirar profundo y tratar de controlar su enojo, me pasó por un lado y fue a contestar. Yo, igual de furioso, dejé la bandeja en el mesón y fui hasta el jardín, hasta el viejo columpio y me senté ahí esperando que el mal humor se esfumara. Una vez más, pensé que de momento, lo único bueno que estaba saliendo de aquel regreso a Dublín era Leslie y el cómo se aceleraba mi corazón el acordarme de su rostro, no podía recordar otro momento en que me sintiera así de flechado por alguien, tanto, que una voz dentro de mí me gritaba que la había encontrado… Al fin lo había hecho.
Pensar en eso, inevitablemente me hizo pensar en Lilieth, y entonces, con una sonrisa difícil de borrar, marqué su número.
—¿Qué hay, cuñadito? —me saludó tan pronto se abrió la línea.
—La encontré.
—¿Qué cosa encontraste? —Dejé que mi silencio hablara por sí mismo y unos segundos más tarde pude oír su jadeo de sorpresa—. ¿Conociste a alguien? ¡Ah! ¿Quién es? ¿Dónde la conociste? Cuéntamelo todo.
—En realidad no sé mucho de ella, pero sé su nombre… ¿Quieres oírlo?
—No me jodas —exclamó riendo, entendiendo perfectamente lo que yo quería decir—. ¿Es en serio?
—Sí, así es es el destino… Así que espero que tengas preparado tu traje naranja —comenté recordando nuestra apuesta de había un par de ahora sobre si yo podría o no reconocer a mi alma gemela… Y lo hice, era ella, solo me bastó verla.