Negó y volvió a besarlo, esta vez tirando del cuello de su camisa para sacarlo de la pista. Jadeaba sin control y no sentía el pecho de lo alto que volaba. Lo condujo lejos del centro del pub sin saber muy bien a dónde se dirigía. Sentía sus manos afianzadas en las caderas y sus firmes labios respondiendo despacio hasta que dio con una pared. Ahí, como si fuera un lugar más privado, Meg atacó su boca una tercera vez perdida en la locura. Abrazó sus hombros, tocó sus brazos y tanteó su pecho con los dedos, anhelando cada porción de su piel tan intensamente que sintió que se mareaba. —Esc… escúchame —suplicó él entre risas. La cogió de las muñecas, pero ella, sin abrir los ojos, buscó sus labios otra vez. Marcus le clavó las manos a cada lado de la cabeza y puso distancia pegándola a la par