Capitulo 3

1251 Words
Y sin importarle nada más, la cargo hasta la puerta de su casa, tocó suavemente la madera de la puerta, segundos después, esta fue abierta por la mamá de Lucia, Doña Estefanía, en el rostro de la mujer se dibujó una mueca de asombro, pues su hija venia en los brazos del padre, él la cargaba en la misma postura en que carga un marido a su mujer, tenían la estampa de un matrimonio de recién casados, rápidamente su cabeza empezó a divagar entre lo posible y lo imposible. -Buenos días doña Estefanía-Dijo Arturo después de carraspear-me tome el atrevimiento de cargar a su hija en tan comprometedora forma-hizo una pausa para voltear a ver a Lucia-ya que se ensarto un vidrio en el pie, y no me ha parecido correcto dejarla venir caminando. -Lucia ¿estás bien?-Preguntó su madre agitada-perdónela padre, mi hija es un poco torpe. -Si mamá estoy bien y se lo dije pero él lo exagero todo!-dijo la joven volteando sus ojos, expresando molestia. -¿Me permite pasar?-Preguntó Arturo apenado-es para ponerla en algún lado -Si claro padre pase!! La casa era muy humilde pero limpia, Estefanía condujo al padre hasta el dormitorio de Lucia, pero su andar se vio entorpecido, cuando del otro cuarto, salió un señor de aproximadamente 60 años era alto, quizá más alto que Arturo, tenía una barba muy. Desarreglada que le daba aspecto de vagabundo, de su cuerpo se desprendía un fuerte olor a sustancias etílicas, era evidente que se encontraba en estado de ebriedad, también, era obvio que su personalidad encajaba perfecto con una persona muy agresiva. -Quien es el idiota que se atreve a cargar a Lucia de esta manera-Gritó el embriagado hombre a Estefanía. Arturo, muy enfadado le explico lo que sucedía, intentando disimular en lo posible su molestia ante el insulto que le había sido otorgado, el hombre se acercó hacia Arturo, quien aún protegía a Lucia entre sus brazos, y le dio una cachetada a la menor. -Además de imbécil eres una prostituta-le grito a Lucia mientras se tambaleaba de un lado al otro- seguro ya te revolcaste con el padrecito este. Lucia no logró contener sus sentimientos, y se desbordó en un amargo llanto, Arturo no podía dejar que este hombre la agrediera de tal manera y que la madre no hiciera nada por detenerlo entonces con su sangre hirviendo del enojo habló. -Con todo el respeto que se merecen-se dirigió a Estefanía más que al hombre que habitaba aquella casa-Lucia se va conmigo y voy a denunciarlo por injurias y calumnias contra mi persona y si ella desea también lo denunciará por agresión física y verbal. Fue entonces cuando aquel sujeto de desaliñada apariencia, en un arrebato de agresividad le dio un puñetazo al cura, Arturo aunque trató de ser muy paciente en ese preciso instante no aguantó más, puso a Lucia, quien estaba atacada llorando, en un banco que estaba al lado de él, y le respondió al hombre con otro golpe, y no se detuvo ni se contuvo hasta que vio sangrando al sujeto, Estefanía intentaba desesperadamente detenerlos, cuando al fin Arturo recuperó la razón y dejó de comportarse como troglodita, tomó a la chica en brazos y se la llevo hacia su vehículo. Ya en la camioneta trató de tranquilizar a Lucia, en el camino la joven no hacía más que sollozar dejando escapar escasas lágrimas marchitas, cuando llegaron a la casa, Lucia se encontraba un poco más tranquila, él, continuando con su protocolo de amabilidad, caminó hacia la puerta del copiloto y bajo de la camioneta en volandas a la joven, la chica recostó su cabeza sobre el hombro del mismo, y le paso las manos por el cuello, abrazándolo delicadamente, -Gracias por defenderme-susurró Lucia al oído del cura, el padre sintió una sensación de escalofríos que recorrió todo su cuerpo, la sujetó con más fuerza, necesitaba sentir que eran sus brazos una fuerte cuna capaz de protegerla. -para eso son los amigos-contestó sonriente.   Entraron a la casa, ella ya no lloraba, estaba en completo silencio con la mirada perdida en el infinito cielo, Arturo la acostó sobre su cama y caminó hacia la cocina a buscarle un poco de agua, mientras sus pensamientos divagaban en lo sucedido recientemente. -¿Cuánto tiempo aguantó esta niña tanto maltrato?-se preguntó a si mismo mientras bajaba un vaso del gavetero-¿Su madre estará sufriendo el mismo maltrato?-Cuestionó cuando recordó que había dejado a aquella mujer de mediana edad junto al hombre que anteriormente le había golpeado a Lucia y a él mismo. Regresó a la habitación llevando consigo un vaso de agua, quería hablar con la joven, quería saber si se encontraba bien, o al menos quería oírla quejarse. -Lucia toma un poco de agua-sugirió amablemente mientras extendía el vaso hasta la chica-esta vez te serví en un vaso plástico no quiero que te cortes más-habló tratando de sacar alguna sonrisa del rostro de la joven. Sus esfuerzos fueron en vano, ella seguía en silencio, no emitía ningún sonido, ni en su rostro posaba algún gesto, simplemente parecía que le acababan de robar de un tirón la vida entera. -¿Lucia estas bien?-Preguntó Asustado-Lucia escúchame estoy aquí-Sin pedir permiso tomó la mano de la joven-quiero ayudarte necesito que me digas que estas bien!!!! El tiempo pasaba y no lograba hacer que Lucia volviera en su, al ver que todas sus obras no rendían fruto, le dejó el vaso en la mesita de noche color café que se encontraba a un lado de la cama. -si me necesitas, solo llamarme, y vendré en seguida, voy a preparar comida para ambos. Mientras tanto en La casa de Estefanía, se empezaba a desatar un voraz infierno, que amenazaba con destruir en pedazos insignificantes la humanidad de la misma, pues aquel hombre que le había propiciado una golpiza al sacerdote y a Lucia ahora se desquitaba con Estefanía. Aquel ser tan despreciable, era nada más y nada menos que el padrastro de Lucia, su nombre era Damián, conoció a Estefanía cuando Lucia tenía 10 años, la madre de Lucia, trabajaba en un bar como mesera, él era cliente fijo, todas las noches el mismo bar, el mismo pedido 10 cervezas solo para él, siempre pedía que lo atendiera Estefanía y al finalizar, le daba buenas propinas, ella pensó que era alguien con buenas posibilidades económicas y que sería la solución a sus problemas pues desde que el padre de su hija murió habían caído en una crisis económica muy grave al punto que tuvieron que vender la casa en la que Vivian para poder solventar otros gastos y se compraron una más pequeña y de pocas comodidades, entonces puso en marcha su plan, que consistía básicamente en enamorar a aquel hombre para poder darle una mejor vida a su hija, sin imaginar que ese iba a ser el inicio del que sería el error más grande en su vida, se casaron y dos meses después a él lo corrieron de la empresa donde trabajaba pues, durante una intervención de auditoría, se dieron cuenta de que semanalmente habían fugas monetarias hacia una cuenta a nombre de Damián, él se volvió un alcohólico permanente, y lo peor de todo es que era agresivo, fue entonces cuando Estefanía tuvo que empezar a trabajar a doble turno, para poder solventar los gastos de su hija y de su marido, mientras ella trabajaba duramente en el bar, él se quedaba en casa haciendo los quehaceres y atendiendo a Lucia.  
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