Capitulo 2

1103 Words
Al amanecer el cura se alistó para ir a visitar las comunidades rurales que le tocaba atender, se revistió del n***o enlutado que caracterizaba su uniforme sacerdotal, simbolizando el luto que guardaba al aceptar que su vida mundana estaba totalmente muerta, para consagrar su vida en totalidad a cristo, cuando su cuerpo abandonó el espacio que contemplaba la casa cural, sus ojos se encontraron con una pequeña visita femenina, que no hizo más que sorprenderle, aquella joven que le mantenía despierto por las noches y mortificado en las mañanas, le esperaba recostada a un frondoso árbol de mango, sosteniendo entre sus manos una torta. -Hola buenos días-Dijo ella mientras mantenía su vista al suelo. -Hola ¿qué tal?-Respondió él, algo confundido. -Vine a disculparme por lo de ayer y a dejarle esta torta-mencionó extendiendo sus manos hacia el religioso. -No-dijo lleno de pena-soy yo el que debe disculparse por agarrarte del brazo de la manera que lo hice. -Está bien, ahora por favor, agarre su torta-Habló con indiferencia, mientras mantenía la vista directamente al suelo-quiero irme a mi casa... La curiosidad de saber que le sucedía a la chica le invadía por completo, y sabía que esa era su oportunidad para saberlo, era ese el momento que por una semana entera había esperado, el momento para resolver el misterio que rondaba aquel pequeño ser de ojos cafés intensos y cabellera oscura, estaba dispuesto a hacer todo lo posible para lograr descubrir cuál era el gran secreto que ocultaba la joven. -¿Podrías pasar a la casa? -No...-hizo una pausa y en un intento por no sonar inamistosa volvió a hablar-Por favor sólo tome la torta... -tú me pediste que agarrara la torta, pero ahora soy yo el que te pide que por favor me ayudes a llevarla adentro, tengo las manos un poco flojas, créeme, temo arruinarla y no poder probarla...no quiero hacerte nada malo, confía en mí. Con cientos de infernales demonios invadiendo su cabeza, atormentando sus ideas y alimentando el miedo con sus trágicos recuerdos, Lucia decidió entrar, una vez en la casa él le señaló el lugar donde deseaba que depositara la repostería, entonces la joven cumpliendo con su petición, la depositó sobre el pantry de la cocina. -Muchacha... ¿te gustaría acompañarme a comer un trozo de esta torta?? -Gracias pero no... -De nuevo te lo pido por favor, no quiero comer solo, no me gusta... -Está bien, pero solo un momento.... Él, sacó de la despensa dos vasos de vidrio, y de la nevera un jarrón de refresco, sirvió delicadamente la misma cantidad en ambos vasos y depositó con suavidad dos trozos de hielo. Al momento en que él le brindaba el vaso a ella, sus dedos se rozaron, Lucia al sentir el suave roce del masculino, soltó el vaso, causando que algunos cristales le ocasionaran heridas en el pie. -¿Estas bien?-Le dijo el cura muy preocupado -Si estoy bien, solo se me resbaló el vaso. -Siéntate, te voy a limpiar las heridas -No, ya me voy-dijo ella nerviosa, sin esperar más respuesta se puso en marcha hacia la salida pero un cristal atravesó la suela de la sandalia y se le ensarto en su pie, perdió el equilibrio y cayó. -ves te dije que te sentaras-La regañó Cortésmente, la joven sin otra opción más que acatar las órdenes del cura, se dispuso a hacerle caso. -Voy al cuarto a traer el botiquín. -Está bien-contestó ella mientras lo observaba marcharse hacia el interior del cuarto, gracias a su buena memoria no le tomó ni dos minutos encontrar la caja donde guardaba los elementos necesarios para brindar primeros auxilios. -Dame tu pierna para quitarte la sandalia y poder limpiar. -No, yo puedo hacerlo sola.-replicó ella nerviosa. -Te heriste por mi culpa, déjame limpiarte-dijo el mientras con su mano izquierda intentaba tomar el pie de la joven. -No me toque.-gritó ella mientras empujaba la mano del religioso, mismo que se quedó asustado por la agresividad de la joven. -¿Acaso hice algo mal?- se preguntó a sí mismo, aunque la curiosidad y el deseo de ayudarla era enorme, decidió no oponerse más y le entrego el algodón y el alcohol. -Ya termine- dijo ella luego de pasar por última vez un algodón y que esté saliera sin una sola gota de sangre-me voy a casa muchas gracias. -No-Dijo en voz alta y con firmeza-te llevo!!-Ordenó el cura. Ella intentando mantener su aislamiento hacia la figura masculina, intentó caminar pero el azulejo de la casa quedó bañado en sangre y refresco, fue cuestión de segundos para que la joven se resbalara de nuevo, pero esta vez el cura, quien estaba justo tras ella, consiguió recogerla y cargarla en sus brazos, se la llevó hasta su camioneta, él solo deseaba ayudarle, sin embargo la chica en el camino lo iba golpeando de forma violenta en el pecho, en un intento desesperado por hacer que el mayor la soltara, sin imaginarse que a él eso no le importara, cuando traspasó el umbral, abrió la puerta del vehículo y la sentó en el asiento delantero, ella se quedó inmóvil sin emitir siquiera un quejido, en aquel silencio perpetuo solo se escuchaba su respiración agitada. -¿Dónde queda tu casa?-Preguntó él desde el asiento del conductor. - doble a la derecha-hizo una pequeña pausa-diez cuadras, después a la izquierda al tope. -Perfecto,-agregó sonriente-¿será que me puedes decir tu nombre? -Lucia. -Bueno-dijo él mirándola a los ojos-mi nombre creo que ya te lo sabes pero mucho gusto-extendió su mano hacia la fémina-Arturo. -Mucho gusto.-contestó ella imitando su acción. -Sabes, me gustaría saber porque eres tan agresiva-mencionó intentando no sonar atrevido-tan esquiva, yo creo no haber hecho nada malo como para que me odies tanto... -Es un tema muy personal-agregó mientras jugaba con sus manos-no se lo he contado a nadie. -En mi puedes confiar-dijo él, seguro de lo que decía, no importaba que fuera él estaba dispuesto para apoyarle-estoy aquí para ayudarte. Ella por primera vez le regalo de forma natural y voluntaria el misterio que ocultaba detrás de sus labios, su sonrisa era hermosa mente deslumbradora. -Está bien, si tiene tiempo, el domingo en la tarde podemos hablar. -Perfecto te estaré esperando.-dijo él gustoso, lo había logrado. -Esta es mi casa!!!-hablo ella al mismo tiempo que sellaba una humilde vivienda. -Espérame te bajo. -No es correcto, se puede meter a problemas si lo ven entrar a mi casa cargándome entre sus brazos!! -No me importa lo que piense la gente-habló mientras abría la puerta de la camioneta-tengo mis motivos-dijo justo antes de cargar en volandas a la joven.  
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