Hacerle caso a Caroline era como lanzar los dados. Algunas veces resultabas perdedor, y pocas, muy pocas veces ganador. Pero estaba tan desesperada por salir de este remolino de emociones que me provocaba Enzo, que era tiempo de enfrentarlas de una nueva forma. Ella tenía razón, podía hacer lo que quisiera y con quién quisiera. Ningún hombre dándome migajas me haría sentir bien y había comprobado que eso del sexo sin sentimientos no era lo mío. Por eso es que le estoy haciendo caso a mi prima, nada más por eso. Aun así, dudo de lo que sea me tenga preparado en este parque de perros. Hace un día espléndido, el cielo está despejado y ver a tanto canes felices, te transmite el mismo tipo de felicidad. Ese que Zeus no aguanta disfrutar. Caroline insiste en mantenerlo atado a su cuerda de pas