Narrado por Enzo D’Angelo Con la muerte de Donato mi sed de venganza no terminó, no cómo me hubiese gustado. Sentía que necesitaba causarle más dolor, dañarle más, hacerlo retorcerse en su tumba. Pero ¿qué otro daño le puedes hacer a un muerto? Dañar su legado, extinguirlo, hacer que solo fuese recordado como el traidor que fue. El traidor de sangre, de familia, el vil hombre que era. Y la mejor forma de hacerlo era pisotear su legado. Emilia y los Bryrne hicieron un buen trabajo, pero yo me encargué del resto. Saboteé negocio tras negocio y exprimí de cada uno de ellos todo el dinero que fue posible. Sé que me gané a varios enemigos por hacerles perder dinero, sé que lo que me quedaba de vida podía estar en riesgo, pero el camino de la autodestrucción de las cosas que tanto se esforzó