La secretaria del amor

Capítulo 2

Rode

Mis ojos no se separan de la hoja que sostengo en mis manos, mi irregular respiración sigue exactamente igual que hace unos minutos, pero me limito a respirar hondo y dirigir mis pasos al baño más cercano, mis tacones resuenan con los apresurados pasos que doy en un intento desesperado de llegar a mi destino.

Al entrar al espacioso baño de "Willians Company", me permito cerrar los ojos tratando de organizar mis pensamientos.

Intento con todas mis fuerzas encontrar una explicación para la actitud tan extraña de Patrick, quien nunca me había dirigido más de una mirada, y ahora de la nada, me añade a su lista de conquistas.

«¡Es simplemente inaceptable!», pienso para mí indignada. Me paso las manos por el cabello frustrada, y pienso en lo mucho que debe estarse divirtiendo el muy idiota al ponerme en esta situación. No creo que esté exagerando por qué, aunque cualquier mujer estaría encantada de tener una cita con el magnate, yo a su lado me veía sumamente pequeña. No era de su clase social, ni siquiera estaba acostumbrada a los lujos en los que él vivía.

Aunque sí, tal vez estaba exagerando, pero solo un poco. Sacudo la cabeza frustrada y me dedico a salir del baño, solo necesito hablar con Patrick, y tal vez todo esté solucionado.

¡Eso es! Dirijo mis pasos a la oficina y, esta vez los nervios abandonan mi cuerpo, y en su lugar el coraje me embarga haciendo, que tome la hoja de mi escritorio y abra de golpe la puerta del despacho en el que se encuentra mi jefe.

Quien dirige su mirada azulada a mí, sin un ápice de sorpresa. Frente a él se encuentra una chica de cabello n***o, de grandes curvas, acariciando su pecho, sentada en su escritorio.

—¿¡Qué diablos es esto Patrick?! —grito enojada.

Él alza las cejas y señala a su alrededor.

—¿Esto? Estoy ocupado con mi amiga, ¿no lo ves? —dice, con diversión.

Suelto un bufido y me pego en la frente con la palma de la mano exasperada.

—¡No hablo de esto! ¡Me importa un comino tu vida! —chillo acercándome a su escritorio—. ¡Hablo de esto! —le digo y, lanzo la hoja frente a él.

Este dirige su mirada a la chica, y sonríe ampliamente.

—Vete —ordena a la chica, quien se levanta y se acerca a la puerta, pero antes de salir se gira en mi dirección entornando los ojos.

—Lo siento, no sabía que tenía novia —dice señalando a Patrick.

—No soy su novia —ruedo los ojos.

Ella asiente y sale pitando de la oficina, para después girarme hacia mi jefe; quien sigue sonriendo como un idiota.

—¿Me explica que significa esto, por favor? —pregunto señalando la hoja.

Él la mira y luego me mira a mí.

—¿Qué quiere que le explique? —pregunta.

—¿Por qué mi nombre está allí? Se equivocó, ¿no? —inquiero alzando las cejas.

—Porque quiero una cita con usted Rode —comenta, mientras juguetea con una pluma entre sus dedos.

Me cruzo de brazos al sentir mi piel erizarse, al escuchar la manera en la que dijo mi nombre. «Bendito picaflor», me reclamo mentalmente, hecha un lio.

—¿Qué te hace pensar que quiero una cita contigo? —espeto enojada.

—¿Quién no querría? —pregunta, el muy egocéntrico.

«Ayúdame Diosito», suplico para mí misma entre dientes, esperando que me llegue un rayito de esperanza.

—Yo, por ejemplo —menciono con el ceño fruncido.

Él suelta un suspiro, y entrelaza los dedos de sus manos sobre el escritorio. Mi vista se dirige a un punto fijo en la pared, mientras analizo sus palabras.

Tal vez solo quiera una cita, para ver si hay algo diferente en mí, y luego me deje en paz. Así que, si sigue insistiendo... Aceptaré y trataré de que nada cambie, ese es el plan.

—Veamos, me has ayudado desde hace tres meses a encontrar a la chica indicada para ser mi esposa. Pero, no quiero dejar pasar ningún detalle frente a mí, por lo que solo quiero una cita, para estar seguro que no tengo a mi chica perfecta a solo unos metros —suelta de golpe, dejándome sorprendida.

«¿Estar seguro que no soy la chica para él? ¿Excuse me? Una indirecta muy directa, solo quiere experimentar conmigo. ¡Qué tierno! Suelto un suspiro exasperado, y vuelvo mis ojos en su dirección». Quizás me equivoco, pero no puedo evitar que mi mente no piense por sí sola todas estas cosas.

—Está bien. Solo una cita —termino de aceptar lentamente, a ver si su cerebro con pocas neuronas lo entiende.

Él sonríe, dejando claro cuánto le agrada haber ganado y, yo me giro con dirección a la puerta.

—Hoy a las 8:00pm —ordena haciéndome girar.

—Te recuerdo, que fuera de estas paredes —señalo la oficina—. No soy tu empleada, Patrick —termino de decir seriamente.

Salgo de la oficina. Así como entré, y me siento en mi escritorio. ¿En qué me he metido?

(♥♥♥♥)

Camino de un lado a otro por mi habitación, mi armario está echo jirones y aún no me decido por una prenda en específico.

Frustrada, me dirijo a dónde está mi mesita de noche para tomar el teléfono, lo tomo entre mis manos debatiéndome entre llamar o no. A ver, ¿qué puede ser lo más grave que puede pasar? Un par de jalones de cabello, algunos gritos, y quizás para adornar la tarde unos pocos chillidos. Al fin me decido, suspiro y marco el número antes de que pueda arrepentirme.

—¿Puedes venir? —pregunto antes de que pueda contestar—. Es urgente —casi suplico, al ver que no dice nada.

Escucho un movimiento al otro lado, y luego un suspiro.

—Voy para allá —dice antes de colgar el teléfono.

Minutos después la puerta se abre de golpe y yo me siento a esperar.

—¿Cuál es la emergencia? —pregunta, mirando el desastre a su alrededor.

—Tengo una cita —suelto, mirándola con pánico.

Su rostro se contrae en sorpresa y suelta un estruendoso chillido.

—¡No me digas que tendrás una cita con Simon! —chilla emocionada.

Ruedo los ojos negando con la cabeza.

—¿Qué? ¡No! Es con Patrick —aclaro mirándola raro.

—Espera, ¿qué? —suelta confundida—. No me mal entiendas hermanis, tu jefe es un bombón... Pero, no entiendo su repentino interés.

No podía culparla, yo tampoco lo hacía.

—Estamos iguales, pero para que me deje en paz, tendremos una cita hoy.

Miro el reloj que marca las 6:30pm en la mesa de noche y abro los ojos sorprendida, entro rápidamente en el baño escuchando los gritos de mi hermana.

—¡Rápido! —chilla.

Ruedo los ojos y me deshago rápidamente de la ropa para luego abrir la ducha, el agua fría se desliza por mi cuerpo haciéndome saltar. Maldigo por lo bajo y muevo las llaves para que, el agua esté en su punto perfecto donde me permito relajarme. Estar nerviosa no me llevará a nada, respiro hondo y cierro los ojos, sé que todo irá bien.

Minutos después, salgo envolviéndome en una toalla, para luego ponerme mi ropa interior.

—¡Rode! ¡Apresúrate! ¿Por qué tardas tanto? —pregunta Nancy, impaciente.

—¡Ya voy! ¡Ya voy! —respondo, saliendo del baño.

Busco con la mirada a mi hermana que se encuentra arreglando un vestido color azul marino, este llega hasta la rodilla, es de hombros descubiertos y con un ligero escote. Me acerco a mi hermana, quien al verme me pasa el vestido y me ordena sentarme en una silla, para empezar a echarle mano a mi cabello n***o lacio.

Sus manos se mueven ágilmente por mi cabello, hasta dejarlo bien peinado. Luego de eso prosigue a maquillarme y después de unos largos minutos, ya estoy lista. El reloj marca las 7:40pm, haciendo que me levante para emprender camino al restaurante.

—Me voy —la informo mirándome al espejo.

—Suerte —dice dándome un beso en la mejilla—. Anda que llegas tarde.

Asiento saliendo de la casa.

(♥♥♥♥)

Estaciono el auto frente al restaurante que escogí para la cita, es lindo y elegante, el tipo de restaurante al que iría Patrick sin dudarlo. Mi corazón se acelera con solo pensar en que mi jefe está esperándome adentro, y los nervios invaden mi cuerpo haciendo que apoye mi frente en el volante.

¿Qué se me metió en la cabeza al pensar, que esto saldría bien? Supongo que no hay vuelta atrás.

Resignada, bajo del auto dirigiendo mis pasos a la entrada y después de dar mi nombre paso al lugar buscando con la mirada a Patrick. Este se encuentra en una de las mesas del área VIP, mirando su teléfono.

Me acerco a él con pasos titubeantes haciendo resonar mis tacones blancos, él levanta la mirada, haciendo que sus ojos azules se topen con los míos.

—Buenas noches Patrick —saludo sentándome frente a él.

—¿Ya empiezas a tutearme eh? Buen comienzo Rode —bromea mirándome.

Alzo las cejas sorprendida, al ver este lado bromista de mi jefe, el cual jamás había visto.

—Supongo que debo hacerlo, o prefiere que le llame... Señor Willians —digo con una sonrisa.

—Me gusta mi nombre —dice mientras levanta un dedo ligero para llamar al mesero—. Para mí, la especialidad del chef. Y… ¿Para ti linda? —Pregunta con coquetería.

Me abstengo de rodar los ojos y miro al mesero.

—Lo mismo para mí. —Dirijo esta vez mi vista a Patrick y alzo una ceja—. Dime Patrick, ¿hizo alguna diferencia invitarme a cenar? —pregunto burlona. Él me mira de arriba abajo y curva una sonrisa seductora.

—¡Oh sí!, valió la pena —responde sin dejar de mirarme.

Mi respiración se corta y siento mi rostro enrojecer. ¿Qué me estás haciendo? No caigas ante sus encantos Rode, «no caigas... No caigas...» Me repito mentalmente antes de ser interrumpida por el mesero.

—Disfruten su cena ¿deseará algo más? —pregunta a Patrick.

—Una botella de vino. Por favor —dice y él asiente.

—Bueno, Rode. Cuéntame de ti —pide, y yo suspiro.

—Pues, no hay mucho que contar, tengo una hermana, me gusta bailar y soy muy dedicada al trabajo —apremio a decir, con una sonrisa bailando en mis labios.

—¿Ah sí? —pregunta y yo asiento—, eso lo tengo que ver.

Frunzo el ceño confundida, y miro mi comida.

—¿Qué sea dedicada en mi trabajo? —pregunto extrañada, él ya sabe cómo trabajo.

—Qué bailes —suelta, haciéndome abrir la boca sorprendida.

—¡Oye! ¡Sí bailo! —reclamo enseguida, haciendo que una carcajada escape de su garganta.

Para mí se ve tan guapo, ¿por qué no ríe más seguido?

—No he dicho que no lo hagas, solo que debo comprobarlo —dice alzando las manos.

La diversión en sus ojos es evidente así que me limito a seguirle el juego.

—¿Estás insinuando lo que yo creo? —bromeo con falsa sorpresa.

—No —responde haciéndome desviar la mirada.

Que tonta, era obvio que solo quería pasar el rato. Además, ¿qué hago queriendo pasar tiempo con él?

Ya de por si lo tengo que aguantar en el trabajo, aunque debo admitir que fuera de él, es una persona completamente distinta. Allá parece un témpano de hielo.

(♥♥♥♥)

Luego de un buen rato entre pláticas y risas, me llevo la grata sorpresa de que mi jefe no es la persona que parecía ser, y debo decir que hasta me agradó su presencia, no me imaginaba que dentro de él se escondiera un hombre tan afable y divertido.

Así que luego de que acabara la cena, me vi cuestionada seriamente si quería o no, una sola cita, como en un principio.

Mis pasos resuenan en el suelo del estacionamiento, el silencio se instala entre los dos, pero su imponente presencia no pasa desapercibida para mí.

—Lo estaba afirmando —dice de repente haciéndome mirarlo confundida.

—¿Qué? —espeto mirándolo.

—Que no estaba insinuando nada, lo estaba afirmando, me gustaría que tuviéramos una segunda cita, si tú quieres —dice y yo lo miro dudosa.

No sé sí debería, no creo que sea adecuado a pesar de que Patrick haya demostrado no ser un amargado, seguía dudando de su interés por que ¡vamos! Conocía cuan mujeriego era. No podía confiar en eso.

—No creo que sea lo mejor —fuerzo una sonrisa.

Él examina mi rostro y se acerca a mí. Su perfume llega a mis fosas nasales haciéndome cerrar los ojos.

—¿Por qué lo dices? —susurra.

Abro los ojos mirando los suyos.

—Por qué no me limitaré a ser una más del montón —respondo observando como su rostro se contrae en sorpresa.

El silencio se instala entre nosotros haciendo que niegue con la cabeza. Como me lo imaginaba, él no estaba buscando algo sincero, como lo único que yo podría ofrecerle.

—Adiós Patrick, nos vemos mañana —digo subiendo a mi auto, enciendo el motor y emprendo camino hasta mi departamento.

La duda se instala en mi interior haciéndome pensar si hice lo correcto. Pero entonces recuerdo a la chica que estaba con Patrick esta mañana, notando que efectivamente, no había interés alguno de su parte. Así que, seguiría siendo la secretaria del amor, sin incluirme en ello.