La jornada escolar agotaba bastante a Mary Luz, dejándola muy cansada al finalizar su día laboral, ya llevamos tres meses de embarazo, los machos matutinos habían cedido. Ya comía un poco más y no vomitaba, pero estaba bastante delgada, lo que preocupaba mucho a Jenny.
Era un viernes y Jenny estaba empecinada de llevarla a su gran casa.
–Ya te dije que él no está en casa.
–No, no quiero que él llegue y me vea invadiendo sus dominios – le dicen para quitársela de encima, pero realmente se encuentra muy sola y agotada.
—Él está de viaje viene en dos semanas– le agarraba el brazo – Mary otras veces ha venido a la casa y él no lo ha sabido, porque ahora no quieres ir a mi casa – su tono de voz abrumo a Mary.
–Oh, Mary yo no quiero que él me vea– dijo nerviosa. Ella tuvo razón, en varias ocasiones ella se había estado allá, y antes de que él regresara ella se marchaba.
Jennifer no quitaba el dedo del renglón, se había propuesto llevarse a su amiga a su casa para consentirla y estar al pendiente de la salud de la joven embarazada.
–No, la verdad es que me preocupe esa palidez tuya – suspiraba– además de la carga académica es bastante agotadora, deberías dejar el proyecto de medio ambiente, yo puedo tomar hasta que te sientas mejor.
–Jenny, no te preocupes más de lo necesario, el médico me dijo que es normal, sentirme algo cansada y después del trabajo que es bastante agotador, pero ya verás que tomo este descanso y mejoro – a causa de quitarle fuerza a la obstinación de ella, ellos dos eran iguales de obstinados, y cuando algo se les cruzaba por la cabeza no había forma de quitárselos.
–¡Pues no! – le agarro los libros que ella llevó – nos vamos juntas para mi casa.
Resignada Mary se dejó conducir, solo esperaba que JA, no estaría en casa ese fin de semana.
Mientras en la oficina de Jesús Antonio.
–Estas seguro que esa es la dirección de Reina– el asombro en la voz de Jesús Antonio quedaba marcado al detective – ¿Seguro?
–Sí señor, ella vive en ese apartamento y trabaja en la misma institución donde labora la señorita Jennifer Montalbán– confirmaba.
–O sea ¿Qué ella no se llama Reina? – No podría creer, que Mary Luz se habría burlado de él, pero eso no se quedaría ahí – confirmado, entonces.
–Sí señor, ella se llama Mary Luz Vanegas Tapias, es licenciada en educación y trabaja en la institución….
–Ya, ya, ya entendí– corto bruscamente –. Bueno, ya giré los gastos a su número de cuenta, y muchas gracias por sus servicios.
–Ah, señor ella se encuentra alojada en su casa en estos momentos, su hermana la llevo hoy – terminó el hombre y colgó.
Con que Mary Luz era la mujer que por tres meses lo ha mantenido penando. Se sentó frente al escritorio y sirvió un trago de whisky, lo que necesitaba urgentemente. Con los ojos entrecerrados recordando que esa noche a él le pareció conocida, pero no era la misma, que conoció diez años atrás. Era muy, muy diferente.
Aquella desgarbada y simplona joven que lo miraba con ojitos de cervatillo iluminado por farolas de auto en carretera, llena de amor no era para nada la apasionada y arrolladora mujer que estuvo con él, lo desconcertó tal descubrimiento.
Tomo el trago de un solo golpe y sirvió otro, ahora bien, Jenny le comento que ella se había hecho inseminar y ahora estaba embarazada, ese hijo podría ser suyo o tal vez no.
Dejo el vaso y marco el número de su secretaria
–Mariela, cancela todas mis reuniones y compra el boleto me regreso a casa – comentó seco a la secretaria. Estaba por realizar la compra de un complejo turístico y de un hotel en Playas Azules, era algo muy prometedor, pero ahora tenía algo mucho más importante.
–Por cuanto tiempo suspendo las reuniones, señor – la modelada voz de la experimentada secretaria se escuchó.
–No sé, cualquier cosa yo te avisaré con tiempo. Traslada la oficina a la casa, encárgate de todo lo necesario– corto la llamada. Si regresara a casa esa misma noche, en donde ella estaría a su merced, porque no lo esperaban, y vería como arreglaba ese deseo por esa mujer y como averiguaría si ese hijo era o no suyo.
Viajó y llego a altas hora de la noche, fue a su recamara y se preparó para dormir, mañana a la hora del desayuno comenzaría la función, pero debía ser cuidadoso, no quería que le pasara nada a ella y mucho menos a su bebé.
A la mañana siguiente las voces le indicaron a él que las mujeres ya estaban levantadas y lentamente se acercó a la puerta de la cocina sin dejar que ellas se percataran de su presencia. Las escuchaba reír y hablar ociosidades.
–¡Buenos días! – saludo desapasionado mirándolas – ¿Cómo amanecieron?
La voz de Jesús Antonio expresada sin ninguna emoción, puso en alerta a Jenny que tanto lo conocía y sabía que algo iba mal.
–¿Cuándo llegaste? ¿A qué hora? ¿Por qué estás aquí? – lo miraba con los ojos muy abierto.
–Vaya hermanita, parece que tienes problemas, con que yo venga a mi casa – dijo con burla – y a ti el ratón te comió la lengua– miraba fijo a Mary que estaba muy pálida.
–Hola, Jesús Antonio, lamento estar en tu casa– dijo mientras se levantaba– con permiso, Jenny me voy a mi casa.
–¿Por qué? Porque yo estoy aquí, ¿Tanto te molesta mi presencia? – Su mirada furiosa congela a Mary –. ¿Ahora no me soportas? –Las palabras encerraban una clara declaración de guerra que no pasó desapercibida para Mary.
–¡Cálmate J.A.! – decía Jenny que no entendía el ataque de su hermano a su amiga– Mary está aquí porque yo se lo pedí.
–¡Me alegro! – tomo una taza y se sirvió café y se sentó en la mesa donde estaban las mujeres – siéntate y desayuna, es necesario que ese bebe crezca sano y fuerte – la mirada de J.A., le indicaba a Mary que esas palabras implicaba algo más, y para evitar una confrontación se sentó muy callada.
Desayunaron en silencio, pero J.A., no quitaba la vista de Mary haciéndola sentir incomoda, él al terminar el desayuno salió de la cocina.
– Jenny voy a estar en la oficina, necesito unos documentos que va a traer mi abogado, por favor lo haces entrar cuanto llegue. Gracias– y se marchó dejando a las mujeres frustradas y nerviosas.
–Te dije que no quería venir, ese hombre me odia – Mary se levantaba y recogía los platos– termino y me voy.
–Lo siento, Mary, pero él se iba a demorar una semana, eso me dijo la secretaria, cuando llame para confirmar – la miraba avergonzada mientras secaba los platos que le pasaba su amiga.
–Bueno, al menos no fue peor, ¿Cierto? – se dijo a sí misma, él no dijo nada de la noche que pasaron juntos, a lo mejor estaba muy borracho y no la recordaba, se dijo eso para tranquilizarse – ¿Jenny, me acompañas al apartamento?
–Sí, claro que si– Jenny estaba muy preocupada por la reacción de su hermano estaba muy raro y la mirada que le lanzo a Mary era aterradora, era como si quisiera…. Comérsela viva.