Narra Micaela
El interior era una estructura enorme que se extendía más atrás de lo que hubiera imaginado. La decoración era totalmente occidental: montones de cuadros de montañas y ganado mezclados con cabezas de venado disecadas montadas sobre la mayoría de las puertas. Incluso las alfombras estaban estampadas con diminutos vaqueros y caballos. Era como entrar en una atracción de Disneyland, excepto que era más agradable.
El ama de llaves de Byron era una mujer ucraniana con el pelo corto y un rico acento llamado Alba.
—Bienvenidos— dijo mientras nos llevaba a nuestras habitaciones.
— Byron no recibe muchos invitados, ¿verdad?
—No muchos en absoluto. Es muy agradable tener más gente aquí.
Era mayor, rondaba los cincuenta, pero seguía siendo bonita. Vestía jeans con hilos multicol
