Narra Carol Lavé los platos en el fregadero mientras Walter y Lucía jugaban un juego de mesa en la cocina. No dejaría que Walter moviera un dedo cuando se trataba de limpiar después de haber hecho todo menos echarme de la cocina para evitar que preparara la cena. Walter no había estado exagerando. Sus habilidades con los tacos eran increíbles. Mis ojos eran mucho más grandes que mi estómago, pero afortunadamente equilibró todo el vino que estaba bebiendo. Fueron mis nervios. Estaba bebiendo el vino como si fuera agua. Pero entre las miradas ardientes y sus gestos amables, la situación con Walter me había puesto nerviosa. Se sentía como si algo estuviera pasando entre nosotros, algo que no podía controlar ni entender. Afortunadamente, el vino calmó mi ansiedad. Sin embargo, me hizo tonto