Capítulo 6: Suplicas a medias

1443 Words
No, me lo estoy aguantando, porque lo deseo y eso está muy mal ya que es mi jefe será que es para mí como lo siento, es que no lo dejo de pensar y me da miedo llegar amar sabiendo que va ser solo una mentira, apartada de la realidad que me espera, todo me está haciendo colocar en primer lugar a Mario que no lo merece. —Julia, tú no saldrás de mi vida tan fácil porque un simple anillo como suena será el que va hacer este par de vidas más sencillas, recuerda que todas las uniones no siempre son por amor, para suerte de los dos es lo que menos va existir. —Mario agacha sus ojos sin necesidad de parpadear, no se basa en los estereotipos pues al igual, yo ni se los cumplo soy una aparecida que con esta cara de pendeja, podrá ser manipulada y puede que ya esté funcionando. —Hoy mismo me voy para siempre —trato de despedirme, aunque me sale forzado estamos pisando distinto, el suelo liso y muy plano decorado con un baldosín hermoso, y yo con unas rocas que me quieren provocar una caída y por más de que la evito es imposible, lo único reconfortante es que me detendrán sus brazos. —Imagínate todo lo que te compraras Julia, provocaras demasiada envidia que es lo que más existe en esta oficina, luego de los negocios que estoy planeando contigo con nuestra sociedad puedo confirmar, que les eche una ojeada rápida a todas las secretarias y créeme que tu si aguantas y bastante. —Él me molesta mi nariz, simula que la está jalando, la tengo ya en shock al igual que todo de mí. —¿Mario es enserio todo lo que te acabo de confesar? —Levantó una de mis cejas, su voluntad no es la que siempre triunfa. —Oye que bien, ya no me dices doctor Martin. —Se está riendo nervioso, hablando solamente incoherencias, lastimosamente ya no podrá ser un hombre millonario, a menos de que tenga otra a la que la ambición le gane; simplemente por la pequeña parte que le va corresponder de él. —Mario déjeme pasar, sobre la mesa está mi carta de renuncia. —Le señalo el escritorio, donde quien sabe que aparte saliva debe tener regado, es que no me quiero ni imaginar. Él quita sus brazos que están sobre mí, haciéndome sentir un fuerte frío. Acabo de darme cuenta que me encanta hacerlo rabiar, lástima que no vamos a volvernos a ver. Camino y le entregó en las manos a él mi carta, Mario la observa desanimado todo un buen estratega debe tener el plan b, a lo mejor ya es hora de que lo saque, si me quiere rogar le tocará humillarse contra mis pies. Mario camina hacia la puerta y coloca el candado, se devuelve con su rostro enfurecido ya veo que el chiste que estaba colocando tiene un giro hacia el drama, no le tengo miedo a él, con todo lo que he llorado unas pocas lágrimas de rabia pueden estar saliendo, pero no delante de él no me verá acomplejada. —Julia que estoy pagando, esto no te lo voy aceptar porque soy yo el que tiene que presentar una ya mismo. —Él rompe la hoja en trozos que serán muy difíciles de reparar ¿Acaso qué le pasa? —Votará sus sueños únicamente por un simple impulso, Mario no sea tan temeroso que, si eso es para usted, sin buscar le aseguro que le llegara una buena mujer. —Me siento, no existe un solo hueco para poder escapar, me da pesar, pero una unión sin las bases del amor sería como dormir con un completo desconocido. Además de que él jamás me tocara mi piel y estando casada, no me verán en serio los demás hombres que todavía están en libertad. —¿Para que los necesito? ahora será lo que menos me hace falta todo por ti, ¿acaso pensabas que tú eras la elegida para cuidarme y amarme? pues no, solo me sirves para que actúes como mi mujer y ya. Pero si no eres capaz te tiembla todo, por lo menos me escucharás porque hay bastantes beneficios y si yo investigo tu vida sé que tienes espacios por llenar. —Mario me está tratando como una basura, pero todo lo va pagar yo lo sé. —Lo mejor es que no hable sin saber, porque queda como un ridículo —digo y luego me quedo hasta sin argumentos. —¿Así? Julia has pedido tres préstamos en la empresa de los cuales no puedes pagar ni uno solo, por los adelantos de tu nómina que haces, en la última reunión que tuvimos con mi papá él expuso tu caso y está dispuesto a todo con tal de no perder, el dinero es su todo y ganas de cobrarte de otras formas bastantes, tú le gustas un montón. —Él me agarra las manos, y se hace tan cerquita, hasta los pálpitos de su corazón se escuchan con honestidad, el embargo de mi casa es lo que más me ronda y espero no se entere. —Eso me preocupa, porque la liquidación me debe alcanzar no puede ser, ni siquiera eso lo analice. —Me tapo el rostro con mis manos, acabo de caer en las garras de él. —No alcanza Julia, ya te abro la puerta y te solicito que la petición me la envíes de manera digital, así no tenemos que vernos para que yo no dañe tu buena voluntad. —Él se pone de pie y abre en par la puerta, me levanto casi corriendo y la, cierro tan fuerte, claro que eso si se me sale sin intención, cometo tantas imprudencias que siempre tengo que fallar. —Mario, espere. —Le realizo una señal de pare con mi mano, él con una delicadeza que me confunde baja mi mano siendo tan tierno, sin llegar a lastimarme. —Julia tengo mucho trabajo retrasado por hacer y ahora que me quede sin secretaria esta todo complicado, no existe otra que sea más capacitada que tú y Lorena la otra chica es la última que me gustaría, es por si la quieres recomendar sé que son muy amigas. —Él empieza a leer su libreta, sé que está disimulando para que yo me largue, pero una sola oportunidad debe darme. —Ella es un desastre, pero de esposa le servirá, además ella está encantada según eso es usted el hombre más perfecto. —No parezco celosa, es un reclamo como cualquiera él no me gusta cómo se va enamorar uno cruzando unas cuantas palabras y ya, eso no es posible. —No tanto como tú, pero vas a mejorar, a no verdad que prefieres ser una desempleada y sin dinero que es lo peor, apenas para que te ligues un perdedor también. —Está mostrando que es bastante prepotente Mario, se le acabó todo lo bueno porque ya se dejó llenar de simpleza como los demás. —Joven Mario —digo muy bajito, yo soy la que me estoy mojando con orgullo, lo más tenaz es que ya la cague, tengo que arreglar lentamente todo. —No trabajas aquí ya, me puedes decir Mario, o como desconocidos —él habla, mientras pasa la mano por su corbata. ¿porque solo transmite más pullas al asunto él? es su plan tan macabro, porque lo estoy detestando y adorando también, tal vez debo frenarme ni se cómo es en verdad. —Sí, porque seré yo nuevamente la secretaria de presidencia. —Acomodo mi cabello, las acciones que hace una mujer lo hacen derretir de pasión al descarado este. —Pero de otra empresa —platica con tanto desinterés Mario, como se convierte en otro hombre automáticamente él, claro ya como no le sirvo, entonces le es mejor y más conveniente lanzarse a la maldita basura. —Claro me voy para otro lado, yo que ya había decidido colaborar y hacer esa sociedad realidad, la que me sacara de tanta deuda en la que estoy metida, pero bueno ya le enviaré ese correo que tanto espera leer. —Doy un giro, está todavía el silencio de Mario, el chantaje ya tenía que haber funcionado, qué boba soy. —Julia regresa ya mismo. —Me silva él, esto me hace confirmar que él no tiene límites. —Bueno yo pondré las reglas. —Camino hacia él, y se le sale esa risa escandalosa que es casi imposible de controlar, mantengo seriedad a pesar de que por dentro si estoy que me uno.
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