La alarma ya está sonando, hace un ruido intenso que se mete por mi oído y me deje de una vez sentada, creo que dormí mucho más de lo que debería, es tanta la pereza que me da, desgraciadamente hoy es el día que voy a empezar a perder mi libertad, ya no voy a poder estar libremente con un hombre por la calle es decir que si encuentro el indicado tendré que esconderlo como si fuera mi amante. No, todo esto me pesa, bajo cada una de mis piernas de la cama, hasta colocarme de pie, mi cabello exactamente serviría para que unos dulces y tiernos pajaritos lo tomen como su cama, definitivamente el desastre que yo soy, tengo que transformarlo por una maravilla. Me quito el pedazo de vestido que me quedaba, y lo lanzó hacia la caneca del ropero, lo mismo hago con los pantis y el sostén que traigo