Me siento con la taza caliente sobre mis manos, y escucho que tocan la puerta, seguramente es Mario para fastidiarme, pero por suerte mía no tocó el timbre porque bajaría de inmediato mi mamá toda alborotada, espero que ella esté en su tiempo de descanso como me lo hizo entender, porque ya no sé cómo vaya a reaccionar si la noto con otra botella desocupada en la mano. Necesito a mi mamá siendo muy consciente de sus actos, no una alcohólica que para eso es que se convierte en la más cariñosa, así obtiene más dinero y lo invierte en ese maldito licor. Abro la puerta y es un mensajero, él señor tiene una caja sobre el suelo y en sus manos una carpeta en la que consta la entrega, recuerdo que Mario me dijo que todo esto es un deber para mí, no puedo ser grosera con alguien que es inocente d