Capitulo 7

1064 Words
Narra Eileen Mi vida ha dado un giro drástico, inimaginable. Nunca me pasó por la mente que sería secuestrada. Todo esto ha sido una tragedia que llegó a mi puerta sin razón alguna; es injusto que personas inocentes, por capricho del destino, nos veamos afectadas por sucesos ajenos y desconocidos. —No quiero ser una molestia con mi compañía brusca, es mejor que desayunes a solas — el mafioso estaba molesto. Mis palabras parecían haberlo herido. Reconozco que tal vez fui demasiado directa, debo ser menos impulsiva. Pero, ¿acaso lo conocía? No podía dejarme llevar solo por su apariencia atractiva. Me cuesta entender cómo pudo ser mi salvador solo por ser bonita impidiendo que su propia banda me matara. Sin embargo, él es el responsable mayor de mi secuestro, ya que su banda actúa bajo sus órdenes. Por lo tanto, es tan culpable de mi desgracia como de mi salvación. —Nunca dije que tu compañía fuera brusca — le miré a esos cautivadores ojos azul cielo. Resultaba curioso que su mirada fuera tan hermosa a pesar de las facciones duras de su rostro. —Pero me has descrito como un abusador. Dijiste que te maltraté y que... — me interrumpió. —Es cierto que me cuidaste, evitaste que se aprovecharan de mi, me abusaran o mataran, y te agradezco eso. Pero una cosa no justifica la otra; podrías haber sido menos cruel — le reproché. —Eres muy necia — apretó los dientes. —Se nota por qué estás solo. No tratas a las mujeres de forma adecuada, incluso cuando somos insoportables según ustedes, deben mantener el buen trato y el respeto — respondí, cruzándome de brazos. Su enfado creció aún más. —Eileen, ¿qué sabes tú de mí? — me preguntó. —Pues nada. Y aun así, tienes el descaro de querer que me comporte contigo como si te conociera. ¿Estás loco? No me lanzaré a tus brazos después de cómo te has comportado — protesté. —Ya lo hiciste, te recuerdo — se acercó hacia mí, cambiando por completo su rostro. Parecía bipolar, pasó de estar enfadado a sonreír con ironía, orgullo y satisfacción. —Estuviste en mis brazos, siendo consolada por mí. Te calmé mientras temblabas de miedo. Aterrorizada, acaricié tu cabello y en pocos segundos logré que te calmaras. Tu respiración se normalizó y dejaste de sollozar — se acercó tanto que nuestras frentes chocaron. —¿Sabes por qué? — me preguntó. Negué con la cabeza y entreabrí los labios, sintiendo el calor de su cuerpo cercano. —Porque estabas vulnerable, morías de miedo, y necesitabas mi apoyo. Comprendí que me necesitabas. Pero si te comportas mal, si no cooperas, me ofendes y me tratas como un animal, nunca podremos entendernos. No te golpearé, eso jamás, pero no esperes que te acaricie — advirtió. —Eres mi secuestrador. Aunque me hayas salvado de tu propia banda, sigues siendo malo — no dejé de mirarlo a los ojos. —No me dejas ser bueno contigo, fíjate — dijo, acercándose nuevamente a mí. —Entonces, déjame ir — rogué. —NO — su mirada me atravesó. —Disculpen. El desayuno está servido — la servidumbre había estado presente todo el tiempo, sin que nos diéramos cuenta. —Gracias — contestó Marcello. —A ver si la señora ovarios decide comer hoy — se apartó de mí. —Tal vez tenía hambre, pero ya se me ha ido — lo miré con desdén. —Entonces, te verás obligada a comer, o morirás — amenazó. —Prefiero morir antes de ser tu presa— Marcello volvió hacia mí, esta vez con fuerza, y me atrajo hacia su pecho, haciendo que mis manos se posaran sobre sus brazos. Estábamos tan cerca que pude sentir la tentación de sus labios y los míos, como si se llamaran mutuamente. Pero él no me besó. —¿Ves cómo me provocas? ¿Crees que te voy a dejar morir? Te conecto a una maquina. No sabes de lo que soy capaz— rió maliciosamente. Sentí mi piel erizarse y mis rodillas temblar. Permití que mi cuerpo se relajara y, con más confianza, me solté de entre sus brazos. Me había debilitado ante su tacto. —No tengo una mujer porque odio que se me lancen. Todas mueren por estar conmigo — dijo con orgullo. —Excepto yo — le dejé claro. —¿Ves? Por eso me encantas — sonrió. Tragué saliva. ¿Le habría dicho alguna vez lo hermosa que era su sonrisa, considerando que venía de alguien tan malo? Llevó su mano a mi cabello y lo acarició. Tuve la sensación de que le gustaban mis rizos. Los frotó entre sus dedos y me dejé llevar. Me sentí pequeña y frágil entre sus brazos, pero me gustó, me gustó mucho. Fue entonces cuando unimos nuestras frentes y permití que su nariz rozara la mía. Noté la tentación en sus labios y en los míos. Como si se atrajeran magnéticamente, como si quisieran rozar y entrelazarse hasta encontrarse con nuestras lenguas, pero él no me besó. —¿Ya ves cómo logro calmarte? ¿Acaso algún hombre había tenido este poder sobre ti apenas dos días después de conocerte? — susurró. Me sentí completamente vulnerable. —Buenos días, cariño — dijo contra mi boca. —Buenos días... — apenas pude pronunciar, sin saber cómo reaccionar. Después, con calma, me soltó y me indicó que tomara asiento en la mesa del jardín. La servidumbre sirvió el desayuno para dos. —Disculpen. Lo llaman al teléfono, señor — la servidumbre hizo presencia nuevamente. —No estoy en casa. Quien sea que llame, diles que no estaré disponible en todo el fin de semana. Estaré ocupado — le dio la orden a su empleada. —Entendido, señor — respondió el m*****o del servicio antes de retirarse. Entonces me entró curiosidad y no pude evitar preguntar: —¿Vas a salir y me dejarás aquí sola? ¿Qué se supone que debo hacer? —Tú eres mi ocupación, así que no estaré en casa durante todo el fin de semana por ti. ¿Qué te gustaría hacer? ¿A dónde te gustaría ir? — me preguntó. En ese momento, una extraña sensación se apoderó de mí. Sentí un cosquilleo en el estómago y me sentí diferente. De alguna manera, esta situación me estaba atrayendo hacia él.
Free reading for new users
Scan code to download app
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Writer
  • chap_listContents
  • likeADD