Celine Demian era una maldita y jodida droga, una vez que la probabas era difícil poder dejarla, y cada vez me elevaba de una manera fantástica, por eso estaba segura que antes de rehabilitarme de él, necesitaba saciar el deseo de mi cuerpo una última vez. A esta altura no había más prueba fehaciente que yo, de que el corazón era el idiota más grande en esta historia, tenía sentimientos por Demian y aun después de lo que hizo, seguían ahí más arraigados que antes. No podía odiarlo, y tampoco iba a engañarme con eso. Me mire al espejo una última vez, tome un respiro hondo, el vestido lo elegí al azar, pero ahora que lo miraba en detalle me di cuenta que, de una forma retorcida, era un vestido similar al de aquella noche. Este era blanco, quizás lo que quería era purificar o desintoxica