Seth solo se queda allí sosteniéndome, permitiendo que llore en su pecho hasta que ya no tengo lágrimas para llorar, mientras me levanta y me lleva de vuelta a la cama. Con suavidad, apoya mi brazo sobre una almohada antes de arroparme y subir al otro lado de la cama, me acerca a su lado tal como estábamos antes. Permanecemos así un rato, ninguno de los dos durmiéndose. Seth solo me abraza, acariciando mi brazo con delicadeza, a veces mi cabello, sosteniendo mi mano sana. Es tan cuidadoso y atento, es difícil creer que tenía miedo de contarle sobre mi medicina oculta.
—Lo siento —digo, aunque apenas se oye mi voz después de llorar tanto tiempo.
—¿Por qué te disculpas? —me pregunta con confusión en su rostro.
—No te conté sobre mi medicina. No quería que Albert se metiera en problemas po
