—¿Qué está tomando tanto tiempo? —escucho a Seth desde atrás de mí. Me giro para verlo apoyado contra la puerta, con los brazos cruzados, frunciendo el ceño hacia mí. Sería guapo si no estuviera tan enfadado conmigo. No quiero admitir que no puedo hacer algo tan básico como atarme los zapatos, pero no tengo nada más que funcione para este largo camino hasta la frontera. —No puedo atarme los zapatos y no tengo nada sin cordones que funcione —susurro, completamente avergonzada. Sé que está disgustado conmigo, pero veo cómo todo su cuerpo se ablanda visiblemente cuando da un paso adelante y toma mi mano, dándose cuenta de que me he quitado la férula. —¿Por qué no viniste a buscarme? —Estás enfadado. No quería molestarte —digo, apartando mi mano y abrazándome. —No estoy enfadado. Solo