LA WEBCAM

Capítulo 19 - ESCALERA AL CIELO

"¿Hola?... Sí con ella... Ok, entiendo, voy para allá".

Mi padre fue encontrado tirado en la calle, inconsciente, llamaron del hospital a informarlo. Le conté a Luisa e insistió en ir conmigo a verlo, le pedimos a Daniel que nos llevara y así lo hizo.

La escena era bastante fuerte, no había rastro del hombre que algún día fue... Totalmente irreconocible, casi en los huesos, sin cabello y tan sólo con un par de dientes...

"¿Qué posibilidades de mejorar tiene?" preguntó Luisa al doctor.

"Si las hay, él lo sabe pero lamentablemente su tratamiento es extremadamente costoso".

Respondió el doctor.

Entramos a la habitación, lo habían estabilizado y se encontraba despierto, la enfermera pidió que fuéramos prudentes y no se le dijera nada que lo pudiera afectar.

Tan fácil... Yo quería gritarle mil cosas, decirle que en parte me alegraba lo que estaba viviendo y que lo merecía, pero no fui capaz; sólo me producía lástima.

"Luisa, hija, perdóname por todo, fue mi culpa, me alegra tanto verte mejor" exclamó con voz entrecortada.

Ella no le respondió nada y sólo tomó su mano fuertemente. Yo no tenía palabras, a pesar de todo lo que nos hizo sufrir, era mi padre y por supuesto que me dolía verlo en ese estado.

Salí de la habitación para hablar con los médicos y así saber qué se podía hacer realmente. La conclusión... Dinero. Aunque estaba muy mal, estaba a tiempo. Así que decidí correr con los gastos de su tratamiento.

Regresé a la habitación y le pedí a Luisa que nos dejará a solas.

"Imagino que estás feliz por mi estado" me dijo. "No me lo tienes que decir, sé que lo merezco pero yo tuve mis razones para hacer lo que hice, en cambio tú, no tendrás perdón de Dios jamás... ¡Vagabunda!"

Ni muriéndose dejaba de ser lo que siempre fue... Y llena de orgullo le dije:

"Sabes papá, está vagabunda acaba de girar muchísimo dinero para tu tratamiento, mi trabajo de lujuria y pecado te ha salvado la vida, A ver si puedes vivir con eso".

Jamás volví a visitarlo. Luisa iba de vez en cuando a verlo y le llevaba a la niña, me contaba que su evolución había sido exitosa, pero yo no le prestaba mucha atención.

Había llegado la hora de reabrir el negocio, las muchachas estaban muy animadas, pues ya les hacía falta el dinero y toda la conmoción de lo sucedido ya había quedado en el pasado. Era buen momento para retomar labores.

Hicimos una reunión previa para darles las nuevas indicaciones a las chicas, era importante recordarles que no le dieran datos a nadie, estaba claro que mucha gente iba con su doble intención al contactarlas.

En un par de semanas ya estábamos a tope nuevamente y los ingresos eran muy buenos, lo cual nos beneficiaba a todos.

Luisa seguía con sus terapias y ya se podía movilizar por si misma, sin embargo, las secuelas que le habían quedado, no le ayudaban para conseguir trabajo fácilmente; sentí que estaba frustrada con eso, pues en varias ocasiones me había manifestado su deseo de tener sus propios ingresos.

Estaba buscando la manera de apoyarla pero no se me ocurría nada. Mientras tanto, hacia lo posible por darle lo que necesitaba.

Daniel llevaba varios días con una actitud extraña, me preocupaba un poco, pero pensaba que tal vez tenía una alta carga de estrés, así que no le preguntaba nada; yo tenía muchos trabajos de la universidad, ya casi no trabajaba y pues prácticamente él estaba al frente de todo, me comentó que tal vez debería contratar a alguien para que le apoyara, pero a mi no me parecía buena idea, no quería meter a alguien extraño en el negocio. Tuvimos un par de discusiones por esa razón y Luisa se dió cuenta de ello.

"Debes entender que él no puede cargar con todo el peso de administrar el estudio", me dijo, "pero también entiendo tus razones para no querer meter a un desconocido".

"¿Y qué hago? El está empeñado en eso y pues creo que a la final voy a tener que ceder". Respondí. Entonces, de repente escuché la que en ese momento podría ser nuestra salvación...

"Liss... ¿Y si me das ese trabajo a mi?, he podido aprender un par de cosas durante este tiempo, estoy dispuesta a poner toda la atención necesaria y a seguir las instrucciones que se me den, quiero aportar algo, ser útil, ayudarte y devolver en parte todo lo que se me ha dado".

No me pareció mala idea, pero debía consultarlo con Daniel a ver si estaba de acuerdo. Lo llamé, le plantee la situación y aceptó. Luisa podría trabajar sin arriesgar su salud y nosotros estaríamos tranquilos contando con una persona de absoluta confianza.

Me dispuse a darle la buena noticia a mi hermana y se puso muy feliz, inicialmente no quería recibir sueldo, pero no era justo, si ella iba a trabajar merecía un pago por ello. En un par de meses, aprendió todo lo que necesitaba saber, fue sorprendente ver la facilidad que tuvo para ello; me sentí muy orgullosa.

Tiempo atrás, habíamos planeado un viaje a Europa con Daniel, pero por todos los sucesos que se presentaron lo pospusimos varias veces hasta finalmente cancelarlo; pero ahora, teníamos la posibilidad de hacerlo con tranquilidad.

Dejamos al día los pagos de las chicas, los servicios y le entregamos a Luisa las llaves... Toda duda que tuvo se le disipó, aun así le dijimos que cualquier novedad que se presentara, no dudara en comunicarse.

Inicialmente habíamos pensado en visitar varias ciudades en diferentes países, pero nos decidimos solo por Italia, no sabíamos cuanto tiempo nos demoraríamos, llevaríamos pocas cosas y allá compraríamos lo que necesitáramos.

Me dispuse a salir, Daniel pasaría por mi en su auto, la señora Marina y Luisa me ayudaron a sacar mi maleta y me quedé esperando en la esquina; sonó mi teléfono, era él, ya venía en camino.

Mientras lo esperaba vi a mi padre, lucía muy bien, bastante recuperado, me dió la impresión que se acercaba hacia mi, pero en ese instante llegó Daniel y él se alejó; no le presté atención, me subí al auto y nos marchamos.

Era la primera vez que me montaba a un avión, estaba un poco nerviosa pero intenté disimular, a medida que este empezaba a tomar altura, sentí un vacío horrible en el estómago, pero después desapareció; el paisaje era hermoso, lo disfruté mucho. Nunca en mi vida pensé que podría realizar un viaje así...

Daniel estuvo muy callado todo el camino... Dormimos un rato, la verdad no supe cuantas horas duró, pero llegamos a la madrugada, pudimos ver como salía el sol... Una imagen espectacular.

Nos dirigimos de inmediato al hotel para instalarnos y comer algo, nos moríamos de hambre... Esa comida de avión es poquita y medio fea...

El hotel se veía bastante elegante y lujoso, después de registrarnos, dejamos el poco equipaje que llevábamos y bajamos al restaurante.

Planeamos nuestra ruta, visitaríamos varias ciudades y poblaciones importantes. Así, en un abrir y cerrar de ojos entre pueblo y pueblo llevábamos casi 20 días en Italia...

Nuestra última parada sería Venecia, yo soñaba con montar en esos barquitos...

"No son barcos... Se llaman góndolas" me decía Daniel en tono burlón. Para mí eran barquitos...

El viaje, los paisajes, la comida, la compañía... Fue perfecto, sin embargo, seguía sintiendo algo extraño en ese hombre...

Estando en Venecia, pude ver que su actitud era cada vez mas rara... Paseando en la góndola poco hablaba, estaba muy pensativo.

"Antes de irnos, quiero que vayamos a un sitio que me recomendaron" dijo mientras su mirada se perdía en el hermoso cielo que nos cobijaba.

"Por supuesto, yo encantada" respondí.

El sitio era una especie de restaurante-bar con temática rock, me encantó el sitio. La cena fue deliciosa y se podía escuchar buena música de fondo.

Aún así, seguía notando una extraña actitud en él... Sonaba de fondo Stairway to heaven de led zeppelin y no soporté mas y le pregunté:

"¿Pasa algo?, estás muy raro”.

"Nada... bueno, la verdad... Si, pero no sé como decírtelo".

Me imaginé lo peor... "Sabes que puedes decirme lo que sea, antes que cualquier otra cosa, somos amigos", le dije un poco hacia la defensiva.

"Lo haré, sin rodeos y antes que pierda el poco valor que me queda... ¿Quieres casarte conmigo?".