CAPÍTULO 14 - NO TE VAYAS

1274 Words
Tenía tanto miedo que mi hermana se fuera, no quería quedarme sola nuevamente, la verdad era la primera vez que sentía vergüenza sobre lo que estaba haciendo, no era capaz de mirarla a la cara. No pude dormir en toda la noche, estuve muy intranquila; apenas y se divisaban los primeros rayos de sol y yo ya estaba levantada, preparé mi desayuno y me apresuré para salir de casa antes que Luisa despertara. Si se iban a ir, esperaba que lo hicieran cuando yo no me encontrara. Salí rápidamente y llegué al local, allí estaba ya Daniel recibiendo una mercancía, se notaba un poco molesto por lo que había hecho mi padre, me dijo que un policía lo llamó y que necesitaba hacer una visita a la casa para ver que todo estuviera en orden. Aunque contábamos con todos los permisos, no queríamos que se supiera lo que allí sucedía realmente. Hablamos con las chicas y las pusimos al tanto de la situación, no hubo inconveniente y todos nos pusimos de acuerdo en lo que se iba a decir. La policía no encontró nada del otro mundo y se fueron, varias señoras del barrio se acercaron a hablar con los policías y estos les hicieron ver que no había delito ni algo de qué preocuparse y que todas las habladurías eran calumnias. Contraté a una chica para que atendiera el local y así poder trabajar mas tiempo, sin embargo ese día no estaba de ánimo para hacerlo. Daniel al ver mi actitud me invitó a salir; me llevó a una cabaña a las afueras, tenía un hermoso lago y mucha naturaleza a su alrededor, era hermoso; creo que su intención era distraerme un poco y lo logró. Estando allí logré pensar con cabeza fría, decidí que si Luisa se marchaba no haría nada al respecto, no podía obligarla a quedarse conmigo si no quería. El día se paso muy rápido, ya estaba anocheciendo así que llamé a la empleada y le dije que por favor cerrara bien antes de irse; decidimos pasar allí la noche, hicimos una fogata y pasamos casi toda la noche hablando de todo un poco, la pasé muy bien; casi a la madrugada entramos a la cabaña y nos fuimos a dormir. De repente, me sentí muy extraña, algo dentro de mí estaba cambiando... ¡Me enamoré! ¿Sería posible eso? Todo era claro entre Daniel y yo, podíamos salir, pasarla bien, tener sexo casual pero sin compromisos, sin poner etiquetas ni sentimientos de por medio. Estaba muy confundida, pero no pensaba decir nada al respecto. En esa ocasión no tuvimos sexo, pero la conexión fue más fuerte, nos abrimos a tal punto que confesamos nuestros miedos mas profundos, pude ver en él a una persona sensible llena de inseguridades, un excelente hijo y un negociante extraordinario, además de ser muy guapo. Me aconsejó que hablara detenidamente con Luisa, que le explicara mas a fondo toda la situación, pero yo no quería darle más motivos para que me odiara. Apenas aclaró el día regresamos, me acompañó hasta mi casa, lo invité a seguir pero no quiso quedarse. Entré y vi todo normal, aparentemente nada había cambiado; me dirigí a la cocina a preparar algo para comer, me senté a la mesa y en ese instante entró Luisa. "¿Por qué no llamaste a decir que no venías? No dormí en toda la noche, te marqué y tu teléfono estaba apagado". Me dijo algo molesta. "La verdad creí que te habías ido después de todo lo que pasó, además estaba en un lugar donde la señal falla mucho". Le respondí. Se quedó mirándome fijamente y dijo: "Aunque no comparta lo que haces, creo que no es razón para irme, total, no le haces daño a nadie, también ten en cuenta que no tengo a donde ir". Tal vez solo se quedaba por conveniencia pero no me importaba, las quería a mi lado sin importar las condiciones. Durante los siguientes días la tensión fue bajando entre las dos y las cosas iban tomando su curso normal, en una semana ya iniciaba mis clases con todas las de la ley, no podía sentirme más emocionada. Salí hacia el local, al llegar, la empleada me dijo que una mujer había ido a buscarme y que me había dejado dicho que fuera a casa de mi padre. Esto me extrañó de sobremanera, imagino que era mi otra hermana, no le presté atención y no fui a verla. Estuve trabajando por unas 4 horas, hasta que llegó Daniel, nos pusimos a hablar un rato y quedamos de vernos en la noche; era la primera vez que me sentía nerviosa antes de una cita con él, evidentemente algo pasaba, pero me negaba a aceptarlo. Fui a casa a organizarme, no sabía que ponerme, era la primera vez que me esmeraba tanto en mi arreglo, Luisa lo notó y en un tono algo burlón me dijo: "Ese hombre va a quedar matado". La miré de reojo y seguí arreglándome, ya estaba lista cuando recibí un mensaje, ya estaba afuera, mi corazón se había acelerado de repente... "No me esperes esta noche" le dije a mi hermana y salí. "Te ves realmente espectacular" me dijo Daniel mientras me examinaba de arriba a abajo. Me subí al carro y fuimos a un restaurante, era muy elegante, la cena estuvo deliciosa, charlamos mucho y la pasé muy bien; de allí salimos hacia el local y entramos al apartamento privado donde yo trabajaba, servimos un par de copas y prendimos algunas velas... El ambiente empezó a tornarse algo sensual, la pasión iba creciendo desmedidamente, solo podía pensar en tocar su cuerpo, sentir su piel desnuda con mis dedos. Empecé a desabrochar su camisa, sus ojos brillaban, en ellos se reflejaba puro deseo hacia mí, poco a poco acercó su boca, puse mi mano en su nuca y lo acerqué estrepitosamente y le di un beso apasionado, empecé a notar que ardía por dentro, un leve gemido se me salió; metió una de sus manos por debajo del vestido y apretó mi trasero con fuerza, con la otra mano lentamente fue levantando mi ropa, me dio la vuelta, me bajó la cremallera con un movimiento rápido y empezó a besar mi espalda descubierta y el cuello. Cada beso y cada caricia me hacían estremecer, fue bajando poco a poco con sus labios y se detuvo muy cerca a mis nalgas, me tomó por la cintura y pude sentir su m*****o erecto a través de la ropa rozarse en ellas. Me dio la vuelta y me miró fijamente mientras deslizaba sus manos por toda mi figura, con los dientes y lentamente se deshizo de mis tangas y empezó a besar mis partes íntimas, un par de gemidos salieron de mi nuevamente. Me dispuse a terminar de quitarle la ropa, metí mi mano entre sus calzoncillos y acaricié un poco su m*****o mientras se los quitaba. Me tomó entre sus fuertes brazos y me llevó a la cama, se hizo sobre mí y me penetró lentamente... De todas las veces que habíamos tenido sexo, nunca lo disfruté tanto, tal vez fue impresión mía pero lo sentí más apasionado que en otras ocasiones. Esa noche lo hicimos varias veces, creo que no calmábamos nuestra sed... Cuando desperté, quise levantarme sin que Daniel se diera cuenta, sin embargo se despertó... "¿A dónde vas?" me dijo "A casa, debo ir a ducharme y cambiarme, aquí no tengo ropa". Le respondí. Se puso de pie, me tomó por la cintura y me rodeó con sus brazos mientras me susurró al oído: "Por favor, no te vayas".
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