Soy de una familia muy humilde, crecimos con muchas carencias económicas, pero rodeados del amor de mis padres (eso creía), soy la menor de 3 hermanas y aunque no tuvimos lujos debo decir que mi infancia fue feliz, estudiamos en una escuela pública y luego pasamos igualmente a colegio de la misma índole.
Mis hermanas siempre le tuvieron pereza al estudio y ninguna terminó el bachillerato, preferían ir a trabajar a algún mercado o en casas de familia, yo no, yo quería ser alguien importante, estudiar, superarme, tener una carrera, tener dinero y darle una casa mis padres. Tuvimos muchas discusiones por eso, ellas solo pensaban en conseguir un hombre que les diera todo, yo no, quería conseguir algo por mi propio esfuerzo.
Cursaba yo el grado décimo, estaba explorando carreras y su viabilidad en el mercado, había mucho por hacer pero no tenía dinero así que debía empezar a ganarlo de alguna forma, inicialmente trabajé en un almacén de ropa en las tardes después del colegio y los fines de semana, pero allí sólo pagaban por comisión y era poco lo que recibía, de ahí pasé a trabajar en una sala de internet en el barrio, allí me pagaban por el turno y podía hacer mis trabajos del colegio, Daniel, el dueño del lugar me enseñó mucho y en pocos meses aprendí sobre programación y otras cosas.
Llevaba ya alrededor de 4 meses trabajando cuando Daniel me comentó que debía cerrar por 15 días, pues haría una remodelación, pero en cuanto retomara me llamaría de nuevo, así fue, un poco más de dos semanas se reabrió y volví al trabajo, no vi mayor cambio en las instalaciones a excepción de una puerta que al parecer comunicaba con el resto de la casa.
Un día llegue a mi turno y vi a dos chicas muy hermosa salir por la nueva puerta y le pregunté a Daniel que había allá y su respuesta fue: "Créeme, no quieres saberlo". Pues yo no me iba a quedar con la duda, de alguna manera averiguaría que había en ese lugar.